lunes, 10 de enero de 2011

LA REVOLUCIÓN FRANCESA COMO PROCESO (1789 – 1848): UN MÉTODO DE ESTUDIO

                         Alberto Rivera
                         betorh58@hotmail.com

“En síntesis, para el conocimiento es clave la síntesis; para la síntesis es clave sacar la ley; para sacar la ley es clave capturar la contradicción principal; para capturar la contradicción principal es clave detectar cual es la constante históricamente. Y apara esto último es clave tener una mente con sentido de proporción, que sepa balancear, discriminar, comparar, relacionar, jerarquizar, clasificar, descartar, triangular, enfocar en perspectiva, formular hipótesis, inducir, deducir, etc.”
(Revista Vórtice, No 11, 2008: 5)

En múltiples ocasiones los jóvenes estudiantes, quienes se preparan para ingresar a las universidades, tienen  gran dificultad  en la comprensión del curso de historia, y ello se debe fundamentalmente a la forma como es enseñada esta ciencia social. Debido a ello, surgió la necesidad de  delinear un método que permita al estudiante poder alcanzar el nivel de análisis y síntesis que requiere la historia y no sólo memorizar fechas y nombres.
 Por ello planteamos que cuando estudiamos la Historia; debemos resolver desde que forma analizaremos los hechos históricos; para ello existen dos  métodos de abordar el estudio; uno metafísico e idealista y el dialéctico – materialista; el primero, tiende a aislar los hechos incidiendo en sobremanera en memorizar fechas, nombres, datos; ejemplo de ello, la forma memorística de enseñar la historia en múltiples centros pre universitarios, haciendo que el alumno se convierta en un ser dotado de datos cronológicos o que aprenda nombres de personajes, ciudades, etc, pero con un  gran problema por resolver, no haber llegado a comprender, que los hechos en la historia son eslabones que  forman parte de una gran cadena que justamente es el proceso histórico.
El segundo método, conocido como dialéctico materialista, ya había sido planteado en una edición anterior (Vórtice No 14), al respecto habíamos adelantado que nosotros abordaríamos  los hechos desde una forma de entender la historia, llamada científica o dialéctico materialista, creada por Carlos Marx; la cual enfoca los hechos, partiendo del análisis y la comprensión de la historia como proceso; encontrando  que en ella se desarrollan y desenvuelven ondas, ciclos, de dilatación y contracción como forma de expresión de la ley universal, la contradicción. Como ciencia habíamos mencionado “…la historia, debe estudiarse como proceso, con partes que se interrelacionan e interactúan entre sí,  unas a otras, y no de forma aislada” (Vórtice  No 14: pág. 13).
Desde esta perspectiva analizar la Revolución Francesa conlleva dos problemas, el primero es de índole causal y el segundo sobre la duración del proceso, en cuanto al problema causal, abordado en un artículo anterior,  concluíamos que “…En el proceso de la revolución Francesa los factores externos constituyen el marco referencial y los elementos coadyuvantes en convergencia con los factores internos (factor principal) generaron y motivaron todo el proceso de la caída del Antiguo Régimen en Francia”.
El relación al segundo problema, trazar los cortes temporales para un mejor análisis, es decir, poder tener un marco cronológico referente a  la duración de la Revolución Francesa, algo así como colocar hitos o hacer los cortes en el proceso de la historia universal para saber el tiempo que abarcó este gran acontecimiento.
Sobre la Revolución Francesa es casi generalizado en el análisis  de los historiadores; considerar que este hecho histórico abarcó cronológicamente desde 1789, iniciado con la toma de la Bastilla y el papel protagónico del tercer estado (estado Llano), hasta 1815 con la derrota definitiva de Napoleón Bonaparte en Waterloo.
Una perspectiva, que soslaya  aspectos  y hechos que se relacionan íntimamente con la revolución, como son la Restauración Borbónica, la Santa Alianza y las llamadas Revoluciones Liberales de 1830 y 1848.
 Analizar la Revolución Francesa teniendo como referentes 1789 y 1815 implica cortes temporales que no abarcan  todo el proceso de esta revolución burguesa, la cual en primer lugar,  se encuentra inserta dentro de un amplio periodo caracterizado por la lucha de la burguesía por obtener el poder político en el orbe.
Conocida como la Revolución Occidental (1648–1848)” y producida fundamentalmente en Europa, dado que allí descansaba la burguesía más desarrollada del orbe que aspiraba a la conquista del poder político, este periodo se caracterizó en la Historia Universal por la lucha denodada de una burguesía que había llegado a un estado de madurez y aspiraba al control político para desde allí poder desplegar y desarrollar el capitalismo hasta llevarlo como lo a hecho hasta hoy a su máximo desarrollo.
Desde esta perspectiva, la Revolución Francesa se encontraría dentro de un gran marco referencial(1648 – 1848), iniciado por dos movimientos burgueses que le precedieron en el siglo XVII; la denominada Revolución de 1648  liderada  por Oliverio Cromwell, donde la burguesía no sólo se atrevió a desafiar al monarca desde el parlamento sino inició el lento camino a la obtención del poder político ejecutando una seria de reformas llamadas a potenciar el papel de la burguesía, como fue la firma del Acta de Navegación(1561), la cual buscaba impulsar el desarrollo de la burguesía comercial inglesa monopolizando el comercio naval y prohibiendo cualquier desarrollo industrial de alguna colonia que fuera competencia de Inglaterra, este proceso aparentemente se truncó  con la muerte de Cromwell, quien había generado las condiciones que convertirían a Inglaterra en una potencia comercial marítima.
El aparente retorno de la monarquía con la ascensión al poder de Carlos II, marcaba el aparente retorno de los Estuardo al poder y la instauración del absolutismo en Inglaterra, sin  embargo el sentido de la historia señalaba el rumbo ineluctable hacia el triunfo final de la burguesía inglesa la cual se concretizó en la Revolución Gloriosa de 1688, en la cual tras una aparente lucha religiosa entre la instauración del catolicismo por parte del monarca la burguesía buscaba acabar con un régimen que pretendía volver al Antiguo Régimen para en su lugar colocar un monarca que se subordinara a su poder político, ello quedó  concretizado con la firma de la denominada “Declaración de Derechos”, que restringía el poder de los reyes y los enmarcaba a los designios de la burguesía que pasaba en la concreto a conducir las riendas del estado ingles. Ello queda demostrado con dos de los principales puntos de esta declaración:
I - Que el pretendido poder de suspender las leyes y la aplicación de las mismas, en virtud de la autoridad real y sin el consentimiento del Parlamento, es ilegal.
IV - Que toda cobranza de impuesto en beneficio de la Corona, o para su uso, so pretexto de la prerrogativa real, sin consentimiento del Parlamento, por un período de tiempo más largo o en forma distinta de la que ha sido autorizada, es ilegal.
De esta manera se produjo el ascenso de la burguesía al poder político en Inglaterra, casi un siglo antes que en Francia (1789), acaso tendrá relación este hecho con la llegada a mediados del siglo XVIII de la llamada Primera Revolución Industrial, ¿Por qué esta revolución industrial tuvo su foco de desarrollo en Inglaterra? ¿Por qué el Humanismo y Renacimiento tuvo su foco en las republicas italianas del siglo XV y XVI? Preguntas que parecen no tener relación pero que guardan íntimo nexo por que en ambos procesos, la burguesía que radicaba allí era la burguesía más desarrollada, aquella llamada a delinear el camino de esta clase social en su obtención del poder político.
Volviendo a la Revolución Francesa debemos precisar que las  coyunturas convertidas en etapas como es el caso de: Monarquía, Republica y Era Napoleónica). Marcan no solo momentos de un proceso revolucionario, sino también niveles de desarrollo íntimamente ligados de esta revolución. La monarquía guarda aun la imagen del monarca, su temor al rompimiento absoluto con lo viejo, su grado de conservadurismo, al conservar la imagen del rey y su institución, limitada por la promulgación de la Constitución de 1791 y la abolición de los derechos feudales, pero solo llegara a su fin cuando en Guerra contra Austria se demuestre que el rey francés incluso conspiraba contra su propio pueblo en aras de retornar al control del poder absoluto.
La República por otro lado se encuentra marcada por la pugna al interior de la clase burguesa de los sectores Girondinos (Gran Burguesía) y Jacobino (pequeña burguesía) principalmente en el marco no sólo de una guerra por la continuación de la Revolución sino ante la amenaza externa de países que ven como un mal ejemplo y un elementos perturbador del Régimen Absolutista Europeo a Francia, ello explica el Régimen de Maximiliano Robespierre (denominado Gobierno del Terror) quien lejos de ser satanizado en las clases de Historia debería ser analizado a la luz de su contexto,  y no ser juzgado como si la historia fuese un tribunal y los historiadores jueces y fiscales quienes señalan quienes fueron inocentes o culpables, la Historia se encarga de analizar  y sintetizar los hechos de la historia para así llegar a un alto nivel de comprensión de ellos.
La Era Napoleónica significó  para Francia la exportación de su revolución a Europa, la respuesta a los intentos de los regímenes absolutistas que conspiran contra Francia, y donde resalta la figura de un estratega militar como fue Napoleón con sus águilas Imperiales, las cuales fueron las encargadas de llevar no solo sus armas  sino de irradiar los principios de la revolución en Europa. 
La derrota de Napoleón en Waterloo (1815)  no marcó el fin de la Revolución Francesa, la Restauración Borbónica (1815 – 1830) significó el intento del régimen monárquico de volver al poder, de instaurar nuevamente el Antiguo Régimen, de un regreso al viejo sistema, como si la historia concibiera regresiones o retrocesos. El aparente retorno del Antiguo Régimen fue acompañado del Terror Blanco, la persecución y asesinato a los que había participado activamente en la Revolución, así como la instauración de la llamada Santa Alianza la cual agrupó a los países absolutistas europeos que tenían como objetivo velar por el statu quo, que no vuelva a surgir en país alguno un revolución burguesa como la francesa,  por ello la Santa Alianza bajo el pretexto de defender a la Iglesia Católica, armó un ejercito multinacional con el objetivo de erradicar de Europa cualquier intento de revolución burguesa.
La Revolución de 1830 es el retorno de la Burguesía al poder político significó el triunfo de la gran burguesía que logró nuevamente la instauración de un régimen político subordinado a sus designios. Culminaría este proceso con el  gran movimiento  de la burguesía en Francia (1848) con aquella gran irrupción de masas de artesanos y campesinos quienes junto a la pequeña burguesía buscaron mejores condiciones  de vida y mayores accesos en el ámbito político, y que a pesar de ser derrotados al final del la insurrección popular, como diría Marx, los resultados llevarían al proletariado, a comprender que su emancipación dependería de ellos mismo como clase que dirija el proceso futuro.
Analizar la revolución francesa implica tener en consideración que  “….como toda revolución debe ser entendida como un proceso, debemos tener en cuenta que hay momentos de restauración de contrarrevolución, momentos en que pareciese que se está volviendo nuevamente a las formas antiguas, pero cuando las masas han vislumbrado el porvenir, el proceso revolucionario marcha  irremediablemente hacia su triunfo final”. Y  justamente partiendo de esta premisa es que postulamos que los acontecimientos posteriores a la derrota de Napoleón no son ajenos del todo al gran proceso de la revolución Francesa, por ello planteamos que  la Restauración Borbónica (1815 – 1830) fue el momento de contrarrevolución, de aparente regreso al antiguo régimen, del “retroceso en la historia”, en su marcha ineluctable hacia un nuevo momento para la humanidad. Significó este aparente regreso un momento  contrarrevolucionario que buscaría la restauración del la aristocracia y la monarquía en el poder político,  caracterizada  por  el llamado “Terror Blanco” el regreso de la política absolutista y la persecución hacia aquellos que habían sido protagonistas, participado y/o colaborado durante la revolución francesa; el terror Blanco fue la persecución y venganza de los monárquicos contra los que apoyaron a la revolución.
Sin embargo el retorno de la vieja monarquía no significó la derrota de la revolución Francesa, muy por el contrario la historia demostraría una vez mas como el proceso histórico, ese movimiento  de ascenso en espiral, que en algunas coyunturas pareciere que se detiene o retrocede sigue un curso ineluctable, quizá ello no quieran ver quienes durante las ultimas décadas se han desvivido en demostrar que el socialismo y  la instauración de regímenes alternativos y opuestos al capitalismo han sido derrotados y nunca se instauraran por que el capitalismo a vencido, que paradójico planteamiento, partiendo de la premisa que fue la burguesía, la clase hoy contrarrevolucionaria y retardataria aquella que en el siglo XVIII marcaba la pauta e iba al ritmo de la historia, marchaba en el mismo sentido.
Por tanto, concebir la revolución francesa ajena a los movimientos liberales, burgueses de 1830 y 1848 significa de alguna manera un análisis que soslaya las múltiples relaciones que se establecen entre los movimientos burgueses de 1830 y 1848 y que hacen que estas revoluciones signifiquen la culminación de la Revolución Francesa es decir el triunfo final de la burguesía francesa con la obtención del poder político.
Publicado en Revista Vórtice. Ciencia, Arte y Filosofía desde la Política. (pp. 7 - 9)
Año VI - No 25. Nov - Diciembre 2010, Lima - Perú.

LA ERA DE LA REVOLUCION OCCIDENTAL (1770 – 1848): A PROPOSITO DEL 220 ANIVERSARIO DE LA REVOLUCION FRANCESA



 Alberto Rivera

Las revoluciones de 1648 y de 1789 no fueron revoluciones ni inglesa, ni francesa; fueron revoluciones de estilo europeo…En ellas había triunfado la burguesía; pero la victoria de la burguesía significaba entonces el triunfo de un nuevo régimen social, el triunfo de la propiedad burguesa sobre la propiedad feudal, de la nación sobre el provincialismo, de la concurrencia sobre los gremios, de la partición sobre el mayorazgo, del sometimiento de la tierra al propietario sobre el sometimiento del propietario a la tierra, de la ilustración sobre la superstición, de la familia sobre el linaje, de la industria sobre la pereza heroica, del derecho burgués sobre los privilegios medievales…Esas revoluciones expresaban mucho más las necesidades del mundo de entonces que las necesidades de aquellas partes del mundo en que se habían desarrollado, es decir, de Inglaterra y Francia”. (Karl Marx)

                                                                                       
La revolución Francesa, marcó el hito más desarrollado de la Era de la Revolución Occidental (1770 – 1848), donde la burguesía conquistó el poder político en varios estados europeos instaurándose definitivamente y conjurando incluso contrarrevoluciones como en el caso francés, donde la restauración monárquica de 1815 a 1830 pretendió hacer retroceder la historia. Este 14 de Julio se celebró el 220 aniversario de la Revolución Francesa,  hecho histórico que llevó a la burguesía al control y dominio del Estado, mediante un proceso violento que puso fin al régimen señorial y marcó el inicio de una nueva era donde Francia reiteró al mundo cual era la perspectiva  del desarrollo social, el sistema capitalista.
Analizar el proceso de la Revolución Francesa, implica un análisis donde converjan tanto factores externos como factores internos, es decir un análisis que no deseche ninguno de estos aspectos, y tampoco sobredimensione sólo factores externos.
En el proceso de la revolución Francesa los factores externos constituyen, el marco referencial y los elementos coadyuvantes que en coincidencia con los factores internos (factor principal) generaron y motivaron todo el proceso de la caída del Antiguo Régimen en Francia.
Cuando se analiza la  Revolución Francesa, es necesario tener en cuenta todas las implicancias, ya que ningún hecho social se encuentra aislado, por ello debemos desagregarlo en sus múltiples relaciones para poder llegar al nivel último del conocimiento, la comprensión, es decir sacar síntesis del proceso; que acertado fue enseñarnos  “El análisis nos permite desmenuzar, separar elementos para lograr una mejor comprensión…la síntesis, ésta es la que nos permite comprender la esencia del conocimiento..”.
Dentro de los factores externos que formaron parte de este periodo de la Revolución Occidental, merece resaltarse, la revolución Americana, o Independencia de las Trece Colonias (1776), revolución política que llevó a los colonos americanos a liberarse del dominio de la corona británica e implementar, en una primera fase un sistema burgués capitalista, pero donde aún se desenvolvían formas pre capitalista de explotación (esclavitud en los estados del Sur), para finalmente luego de la Guerra de Secesión (1865),  romper las trabas pre capitalistas e impulsar el capitalismo en su vertiente liberal.
Este gran acontecimiento produjo gran repercusión en Europa, creando el “mito americano”, la imagen de una nueva sociedad muy próxima a la descrita por Rousseau, generando que muchos países vieran la revolución política Americana como una experiencia emulable. Pero las Colonias inglesas americanas no fueron las únicas que buscaron su independencia también irradió su influencia, los desórdenes revolucionarios de Gran Bretaña, que terminaron con asalto a mansiones, impulsado por amotinados, asalariados o pequeños artesanos en las dos últimas décadas del siglo XVIII.
En los países Bajos holandeses, la revolución se produjo entre los años 1780 a 1787, dos sectores en pugna, por un lado el pueblo contra el poder de tendencias “despóticas” del gobernador (estatúder). Y que finalmente terminó con un pacto entre los sectores privilegiados con sectores demócratas, renunciando a una alianza con los sectores de los campesinos y los que serian los “sans culottes” de las ciudades.
Al estudiar la Revolución Francesa, muchos jóvenes estudiantes intentan memorizar las etapas (Monarquía, República e Imperio Napoleónico) y el gran conjunto de hechos que se suceden durante toda la revolución. Nosotros planteamos que para llegar a comprender y sacar síntesis y lección de la revolución Francesa es necesario encontrar cual es la contradicción principal que se desarrolla al interior de la sociedad francesa de fines del siglo XVIII y cómo se expresa esta contradicción. Y para ello tomaremos una cita del historiador francés Albert Soboul quien mencionó En Francia, en la segunda mitad del siglo XVIII, el desarrollo de la economía capitalista, sobre cuya base se había edificado el poder de la burguesía, se veía frenado por los marcos feudales de la sociedad, por la organización tradicional y reglamentaria de la propiedad, de la producción y de los intercambios. Había que romper esas cadenas...” (Albert Soboul). Encontramos por tanto que la burguesía venía desarrollando nuevas formas de producción, las cuales encontraban en las formas viejas, trabas para su desarrollo, ante ello no quedaba otra opción a la burguesía que barrer esas formas antiguas de producción, trabas para su desarrollo hacia el sistema capitalista. Por tanto, las causas internas de Francia son las causas principales para comprender la Revolución.
Para el siglo XVIII en Francia, la principal contradicción en momentos previos a la revolución francesa fue:  Pueblo – Antiguo Régimen y dentro del pueblo ocupó un lugar dirigente, un sector social altamente politizado y con todo un desarrollo como clase, la burguesía, sector social que en otros lugares del orbe ya había demostrado su papel de sepulturera del Antiguo Régimen. En las colonias inglesas en Norteamérica había dirigido el proceso independentista, debido a su necesidad de buscar mercados nuevos para sus productos y no depender del intervencionismo ingles. 
En  Inglaterra a mediados del siglo XVII, la burguesía, había logrado limitar el poder de la monarquía, asumiendo un papel preponderante el Parlamento, con gran presencia burguesa; logros que vieron por primera vez luz, en la Revolución de Oliverio Cromwell (1648)  y luego con la Revolución Gloriosa de 1688 que llevó finalmente a Inglaterra hacia el desarrollo del sistema capitalista.
La revolución Francesa, significó la toma del poder político y la aplicación de toda una política que llevó a la burguesía al control absoluto del poder estatal, para desarrollar un capitalismo que “…exigía la libertad por que la necesitaba para asegurar su desarrollo. La Libertad en todas sus formas: libertad de la persona, condición del asalariado, libertad de los bienes, condición de su movilidad, libertad de la mente, condición de la investigación y de los descubrimientos técnicos y científicos” (Soboul 1981:14).
Los numerosos conflictos internacionales en los que  había estado implicado el régimen francés desde el siglo XVI, provocaron una militarización del régimen, garantía de su poderío político en el ámbito internacional, frente a ello, la necesidad de garantizar una fuerte recaudación de dinero en las arcas estatales llevaron al establecimiento de una política tributaria basada en la recaudación principalmente en el pueblo.
A comienzo del siglo XVIII Francia era caracterizada como una sociedad donde las clases sociales, presentaban una característica eran estamentales, con profundas desigualdades, y una desproporción abismal en la distribución de la renta nacional y en la política tributaria. No fue la pobreza lo que llevaría al pueblo francés a levantarse contra el antiguo régimen, sino los altos niveles de desigualdad en la distribución de la riqueza.
La revolución Francesa, debe ser entendida como el proceso de cambios radicales ocurridos en Francia, que fue dirigido por la burguesía en una alianza con los sectores populares (campesinos y artesanos y demás sectores populares) a quienes direccionó y subordinó en función de sus intereses  con el objetivo de  tomar las riendas del estado francés, logrando barrer el Antiguo Régimen e instaurando un gobierno que respondiera a sus intereses  de clase impusiera un régimen capitalista.
Y como toda revolución debe ser entendida como un proceso, debemos tener en cuenta que hay momentos de restauración de contrarrevolución, momentos en que pareciese que se está volviendo nuevamente a las formas antiguas, pero cuando las masas han vislumbrado el porvenir, el proceso revolucionario marcha  irremediablemente hacia su triunfo final.
En el siglo XVII, en Inglaterra la llamada Revolución de 1648 con Oliverio Cromwell a la cabeza, produjo la instauración de la República, un gobierno que tuvo en la burguesía al sector que dinamizó las mayores demandas y marcó el rumbo de la revolución; pero derrotada se produce la restitución del régimen monárquico, parecería que la contrarrevolución daba la estocada final, sin embargo nueva coyuntura y correcto manejo de correlación de fuerzas  harán que la burguesía triunfe de forma definitiva en Inglaterra en 1688 en la llamada Revolución Gloriosa, transformando la monarquía absoluta de los Estuardo en una monarquía constitucional y parlamentaria.
En el proceso de la Revolución Francesa, ocurre algo análogo, luego de la Monarquía (1789 – 1792), donde se produjo el asalto a la Bastilla (14 de Julio de 1789), símbolo de la represión del Antiguo Régimen.  El 04 de Agosto de 1789 se decretó la abolición del régimen feudal y señorial, al suprimir el diezmo (impuesto eclesiástico) y otras leyes como la venta de cargos públicos y exención tributaria a los estamentos privilegiados (nobleza y clero), para finalmente promulgar la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (Agosto de 1789) sintetizados más tarde en tres principios, 'Liberté, Égalité, Fraternité' ('Libertad, Igualdad, Fraternidad') las cuales quedaron consagradas en la Constitución de Francia.
Las monarquías defensoras del viejo orden no podían permitir la victoria de la revolución y la probable expansión en sus países, esta fue la razón por la cual Prusia seria la primera potencia extranjera en enfrentar militarmente a Francia; el ejército francés al mando del general François Dumouriez ante el asombro del mundo obtuvo la victoria en la batalla de Valmy (septiembre de 1792).
La traición de Luis XVI al verse descubierta su alianza con los países enemigos de la revolución, precipitaron su ejecución y el establecimiento de La República (1792 -1799), momento en el cual la revolución tendrá que hacer frente a nuevos retos, como fueron enfrentar la primera coalición internacional  y en el plano interno la rebelión de los campesinos de La Vendée (1793 – 1796), que tuvo como causa principal, el reclutamiento forzoso para engrosar el ejercito francés.
Todo este conjunto de amenazas internas y externas llevó a que se produjera el triunfo en la Convención Nacional del sector jacobino, los republicanos miembros de la pequeña burguesía, que teniendo como uno de sus principales lideres a Maximiliano Robespierre instauró  el “Régimen del Terror” mediante el Comité de Salvación Pública (diciembre de 1793) siendo derrocados en la Reacción Termidoriana (julio 1794), instaurándose un gobierno representante de los girondinos (gran burguesía), quienes lograron culminar la primera etapa de guerras contra Francia y establecer un nuevo gobierno.
El Directorio (1795 – 1799), no pudo sofocar el descontento social, convergieron intentos de la pequeña burguesía de tomar el poder como el de los monarquistas en su intento de restituir el viejo orden, así como el inicio de las guerras contra potencias extranjeras y las derrotas del ejercito francés, todo ello sumado a la crisis económica y los desordenes sociales llevaron finalmente a la instauración del gobierno dictatorial que tuvo en Napoleón Bonaparte a su más destacada figura.
La Era Napoleónica (1799 – 1815), representó la expansión de los ideales de la revolución a Europa utilizando las armas, las tropas napoleónicas fueron el instrumento de la gran burguesía francesa para irradiar por los territorios conquistados los postulados y principios revolucionarios, en memorables batallas, donde Napoleón hizo gala de gran estratega militar y estadista. Napoleón consolidó el poder de Francia en Europa, supo de reveses, campañas a España y Rusia, en donde la defensa del pueblo español (aplicando guerra de guerrillas) y ruso (tierra arrasada) infligieron serias derrotas a los ejércitos napoleónicos.
La derrota final de Napoleón, en su gobierno de los “Cien Días” (1815) en la batalla de Waterloo (Bélgica), para los monarquistas y contrarrevolucionarios marcó el final de la Revolución Francesa, ya que la instauración del régimen monárquico y el intento de hacer retroceder la historia fueron los elementos más representativos del gobierno de Luis XVIII y Carlos X, sin embargo la rueda de la historia sigue su curso y el viejo sistema se hunde ineluctablemente dando paso al nuevo sistema.
A MANERA DE CONCLUSION
La revolución francesa es un proceso social, complejo para el análisis, sin embargo es fundamental poder identificar la contradicción principal que se desenvuelve en cada uno de los periodos para lograr comprender la esencia de la revolución. La burguesía revolucionaria en el siglo XVIII apeló a la violencia revolucionaria para imponer su modelo económico y político, hoy la gran burguesía se escandaliza del empleo de la violencia revolucionaria en diferentes lugares del mundo que buscan transformar la realidad económica social por un sistema justo para las inmensas mayorías. Y aplica penas como las aplicó el Antiguo Régimen con sus enemigos políticos sólo por el hecho de haber intentado transformar la realidad, parece olvidar que su clase llegó al poder aplicando ese mismo principio que hoy condena. La defensa de los derechos fundamentales y el derecho a la felicidad del pueblo.
El proceso de la revolución francesa no acabó con la contrarrevolución triunfante en 1815 y la vuelta de la monarquía, la burguesía ya había conquistado el poder,  y con la experiencia de una revolución en sus hombros tuvo que esperar la coyuntura propicia (la política reaccionaria de Luis XVIII) en 1830 para establecer nuevamente banderas reivindicativas y dirigir junto al pueblo un nuevo proceso esta vez en defensa de la libertad de prensa y de derecho a elecciones, en las célebres “tres jornadas gloriosas” (27,28 y 29 de julio), tomando el control de toda la ciudad de Paris y logrando la abdicación del rey y el establecimiento de una monarquía limitada  representada por Luis Felipe, duque de Orleans, quien el 9 de agosto fue proclamado rey de Francia con el nombre de Luis Felipe I.
Sin embargo aún la burguesía francesa tenía preparada otra jornada (febrero de 1848) con la experiencia de dos revoluciones y un mayor nivel político, levantando banderas de carácter liberal democrático (exigieron el voto universal) y nacionalista, la burguesía reclamó un gobierno constitucional y representativo y apoyado por trabajadores y campesinos  logró derrocar a Luis Felipe Orleans  y proclamar la II República. De esta manera la restauración monárquica marcó sólo un periodo transitorio en la obtención final del poder por parte de la burguesía. En este mismo sentido debemos reparar que las restauraciones o las contrarrevoluciones sólo son periodos transitorios en la marcha de la historia hacia una transformación social que busque el beneficio de las inmensas mayorías de los pueblos del mundo.

jueves, 30 de diciembre de 2010

PRONUNCIAMIENTO

Amigos y Amigas de las ciencias Sociales y especialmente de la Arqueología.
A raiz de la muerte de nuestro Amigo Roy, debemos reflexionar sobre problemas de fondo como son:
1. Hasta cuando seguirán o seguiremos permitiendo que sigan funcionando empresas "services" como la denominada " ARMEDIAM", hasta donde se sabe dirigida por la Lic. Lucy Palacios, quien subcontrata estudiantes de arqueología , quienes por una necesidad justa de trabajo arriesgan diariamente su vida en viajes al interior del país sin ningún tipo de seguro social ni reconocimientos laborales, que deberían ponerse a discusión y evaluación.
2. Dentro del campo laboral del arqueólogo hoy día se a venido gestando la visión del llamado "arqueólogo empresario o arqueólogo gestor", entiendo que hay muchos hoy día, quienes en una opcion valida generan empresas validadas por SUNAT, las cuales en muchos casos tomando las palabras del arqueólogo Jorge Luis Barcellos "...aquí muchos no hemos sabido de nuestros derechos contractuales, cuantos abusos habrá habido, cuanto desconocimiento jurídico- laboral hemos tenido, cuantos habremos sido engañados y estafados laboralmente y cuantos no habremos sabido reclamar nuestros derechos laborales, muchas veces nuestra profesional ha sido paupérrima por que hemos desconocido o no hemos querido entender que en el Perú existen normas y leyes....".
3. La madre del cordero esta en la necesidad de contar hoy con los expedientes para CIRAS (Certificados de Inexistencia de Restos Arqueológicos)requerimientos que forman parte del saneamiento que necesitan los proyectos privados y publicos en el interior del pais (Municipios, Gobiernos Regionales, Mineras, pequeñas empresas, etc.), y que por lo general son ofertas laborales que básicamente casi todos los arqueólogos logran buscar como un medio para atenuar la carencia de ámbito laboral en la investigación o proyectos extranjeros de arqueología.
4. Si embargo estas Services como el caso de ARMEDIAM; con bajos presupuestos y riesgos diversos sobre todo para los estudiantes de arqueología e incluso los arqueólogos que participan en en esta empresa ponen diariamente su vida en juego, sabemos y es público por ejemplo que los envían a lugares recónditos sin mas identificación que sus documento de identidad, carecen de un seguro de vida o las mínimas consideraciones de seguridad y preocupación por la persona o el ser humano
5. Si bien es cierto que la necesidad económica empuja a Arqueólogos dedicados a evaluaciones arqueológicas (PEA), lamentablemente estas solo duran sólo algunas semanas; luego de lo cual sigue la espera para los estudiantes de arqueología de otros trabajos, cuando se regulara esta situación??
6. Acaso no existe un colegio de arqueólogos?? cual es la posición de ellos sobre esta problemática o es que los principales directivos del colegio de arqueólogos también tienen intereses creados o en el peor de los casos son dueños de empresas como ARMEDIAM.
7. 7. Que la muerte de nuestro amigo Roy así como la de otros amigos y colegas no quede como simple estadística de casos de accidentes sino como el inicio de una toma de reflexión y posición sobre estos problemas y abra discusión sobre seguramente mas problemas sobre ello, creo que personas como Roy se meceren ello.No esperemos estar lamentando la muerte de otros compañeros universitarios jóvenes, demandemos mejores condiciones laborales y mayores responsabilidades para quienes lucran con la necesidad de los estudiantes y arqueólogos.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

RESPUESTA AL COMPAÑERO CÉSAR LÉVANO, DIRECTOR DE LA PRIMERA



Compañero César Lévano:

Porque tanto Ud. cuanto nosotros estamos en la brega antineoliberal es que lo consideramos compañero, pero ahora tenemos el deber de aplicarle las armas de la crítica porque acaba de vertir Ud. esto, refiriéndose al senderismo: “En Vórtice, revista que exhibe su vínculo con Guzmán, han lanzado un documento en que atacan sañudamente a profesores como Zenón de Paz (SIC), al ex rector Manuel Burga y, de pasada, a mí. Dime a quién atacas y te diré a quién sirves” (LA PRIMERA, 23/08/10, P. 2).

Siendo el blanco el neoliberalismo, compañero Lévano, alevosamente nos imputa el haber vehiculado un escrito que, bajándolo de Internet, publicáramos con el único fin de criticarlo, buscando que sus autores se enmienden, como se puede ver en la p. 5 de nuestra edición # 22, y como lo ha reconocido el profesor Zenón Depaz (LA PRIMERA, 24/08/10, P. 6).

Pero, compañero César, el odio que aceza en Ud. no es principalmente contra VÓRTICE. En todo caso, es ínfima y derivada la inquina que Ud. nos dedica, la cual, no obstante, con la mayor cordialidad le solicitamos cesar. Por quien siente Ud. ansias insatisfechas de verlo destruido, es por el compañero Abimael; el odio que Ud. rezuma y que lo desequilibra es en contra de él. Sin la menor erubescencia denigra consuetudinariamente de ese hombre a sabiendas de que hace dieciocho años él no puede defenderse. Eso no es decente. Más aún, ese odio es estéril e inconducente, compañero Lévano. Esa no es la levadura que el pueblo necesita. La salud histórica de nuestra nación demanda una actitud de reconciliación. De seguir por ese rumbo Ud., el destino le va a deparar cada vez más amarguras al ver cómo los senderistas metabolizan cuanto proyectil se les lanza y continúan remontando sus problemas. La juventud, por de pronto, y pese a cuanto se demoniza al compañero Abimael en esta sociedad enaromada de radicalidad, está crecientemente curiosa por el pensamiento Gonzalo, el cual, nosotros, a fuerza de no encontrar ningún otro paradigma para una reconciliación sin humillación, adherimos también.

Mas dice Ud., compañero, que lo grave es que los senderistas no discuten. Nosotros, que a lo que hemos llegado es a pensamientistas Gonzalo, le proponemos algo práctico: un debate. Octubre o la fecha que Ud. proponga. San Marcos. Temas: 1) ¿Es verdad o no que fue un acierto histórico del Dr. Guzmán no permitir que el camino del pueblo sea hipotecado al proceso de Velasco, como lo prueba el que Dionisio Romero, uno de los que se encumbró con Velasco, ahora es parte de quienes acaparan las tierras cerrando el ciclo previsto por Abimael? 2) Lo dicho por la compañera Elena Yparraguirre en entrevista de EFE: “Me pregunto sin descanso cómo se hace una revolución con menos costos”. Claro que puede proponer otros temas y, en fin, otro lugar.

Pero es Ud. el que va a eludir el debate y no nos va a responder, compañero Lévano, en prueba de la levedad de su proceder. Hasta es posible que ya esté debatiéndose en el arrepentimiento y aparente escudarse en su estatus para no polemizar. Pero nuestro país tampoco necesita de arrepentidos, que luego se arrepienten de arrepentirse. En todo caso, si Ud. ni tan siquiera asume una autocrítica, de la que tanto se habla, estaría sujetándose a Aldo M., como le dice Raúl Wiener al subvástago que le salió a José Carlos Mariátegui, quien ofende pero no encara ningún debate.

Ya ve, pues, compañero César Lévano. Así como la universalidad reside en la particularidad (Hegel), así esto puede servir para reconstruir desde el presente, considerando quién empezó los ataques, cómo se han tejido las leyendas negras en el pasado reciente. Y junto con sugerirle, a Ud. que ha leído mucho más que nosotros, que relea Memorias de Adriano, de Yourcenar, pertinente para apostar por la reconciliación pese a supuestos o reales fanatismos e hipocresías, le damos la seguridad de que cuando le extendamos la mano en franca cordialidad, y esa mano sólo estreche frustración, sabremos redoblar nuestra paciencia, pues tampoco queremos erigirnos en jueces de Ud. Con lo cual le anunciamos que desde ya le concedemos la amnistía.
¡ ÚLTIMO NÚMERO !

Singular diálogo entre Noam Chomsky y su público


por Chomsky
Presente en París del 28 de mayo al 1º de junio, el lingüista y militante estadounidense Noam Chomsky pronunció varias conferencias ante salas colmadas, en particular en el teatro de la Mutualité, invitado por Le Monde diplomatique, y en el Collège de France. Tras sus exposiciones, los debates con el público dieron lugar a ricos intercambios sobre cuestiones de actualidad. He aquí algunos extractos.
Un participante se pregunta acerca de la ausencia del costado social en las actuales políticas económicas europeas. Chomsky le propone analizar la situación de manera diferente.
En los hechos, la política económica europea obedece a un proyecto social. Al igual que todos los proyectos sociales, el que adopta Europa está concebido para favorecer a ciertas personas en detrimento de otras. El propio Martin Wolf (1), un economista liberal, observó: este programa sirve a los bancos y perjudica a las poblaciones. Sin embargo, suscita preguntas en el plano puramente económico. Se saben muy pocas cosas de economía, pero al menos se conoce la lección de Keynes: cuando la demanda es escasa y cuando el sector privado no invierte, el único medio para estimular el crecimiento es el gasto público. Hay que reactivar la economía, aceptar un déficit temporal para volver a dar trabajo a la gente.
Es bueno para ellos, bueno para la economía y, al fin y al cabo, eso permite colmar el déficit inicial. Evidentemente, existe el riesgo de inflación. Ahora bien, a los banqueros no les gusta la inflación. Quieren reducirla al máximo. Incluso cuando es muy poca, como ocurre hoy. Incluso si implica frenar la economía y hacer sufrir a la población. Pero todo eso constituye un programa social. Para un país como Grecia, la otra solución consistiría en negarse a pagar su deuda. En otras partes se menciona la expresión “deuda odiosa” para significar que no tiene ninguna legitimidad, que no fue contraída por la población, que el dinero se le prestó a una pequeña camarilla, en favor de la gente más rica: los que no pagan sus impuestos.
Lógicamente, tendrían que ser ellos los que reembolsaran la deuda.Interrogado sobre la utilidad de la violencia en la lucha política, Chomsky responde analizando las motivaciones que subyacen en ese tipo de acción. Olvidemos un instante los principios y concentrémonos en la táctica. Tienen que elegir una táctica que tenga una chance de tener éxito, si no, todo lo que hagan será gesticular. Si buscan una táctica que permita llegar a un resultado, no deben aceptar el terreno de combate que prefiere el enemigo.
El poder estatal adora la violencia: tiene su monopolio. Poco importa el grado de violencia de los manifestantes, el Estado desplegará uno mayor. Esa es la razón por la que desde los años 60, cuando yo hablaba de militantismo a los estudiantes, les aconsejaba no llevar cascos en las manifestaciones. Por cierto, la policía es violenta, pero si llevan un casco, lo será más aún. Si llegaran con un fusil, ellos vendrían con un tanque, si ustedes vinieran con un tanque, ellos llegarían con un B52: es una batalla que forzosamente ustedes van a perder. Cada vez que tomen decisiones tácticas, tienen que hacerse la pregunta: “¿A quién intentamos ayudar?” ¿Pretenden tener la conciencia tranquila? ¿O es que intentan ayudar a la gente, hacer algo por ella? La respuesta conduce a elecciones tácticas diferentes. Supongamos que la cuestión sea la del boicot de la Universidad de Haifa (2). Con ese tipo de acción, le hacen un regalo a los extremistas.
De inmediato dirán, y con razón, que ustedes son unos perfectos hipócritas: “¿Por qué no boicotean la Sorbona, Harvard u Oxford? ¡Sus países están implicados en peores atrocidades! Entonces, ¿por qué boicotear la Universidad de Haifa?” Es pues un regalo que hacen a los extremistas, que podrán desacreditar el contenido ideológico del boicot. Puede permitir tener la conciencia tranquila a los que lo aplican, pero, finalmente, perjudica a los palestinos. Durante la guerra de Vietnam, me chocó que los vietnamitas no apreciaran acciones como la de los Weathermen (3). Se trataba de jóvenes simpáticos, los admiraba, me sentía cerca de ellos. Su manera de oponerse a la guerra consistía en salir a la calle y romper vidrieras. Los vietnamitas se oponían totalmente a esta clase de acciones. Querían sobrevivir: se burlaban de que a estudiantes estadounidenses les gustara ese tipo de cosas. Con bastante rapidez comprendieron que desfilar por las calles con pancartas para romper vidrieras fortalecía la causa de los que deseaban la guerra. Es lo que pasó. La táctica que privilegia la conciencia tranquila del que actúa puede perjudicar a las víctimas. Por el contrario, los vietnamitas admiraban las manifestaciones silenciosas de mujeres que se arrodillaban delante de las tumbas. Para ellos, era el tipo de cosas que debíamos hacer. Sucede lo mismo en la actualidad: si quieren ayudar a los palestinos, reflexionen sobre las consecuencias de la táctica que adopten.
A propósito de la debilidad de las movilizaciones populares en torno a un programa de izquierda, Chomsky menciona el movimiento radical de derecha “Tea Party” (4), en Estados Unidos.
Se tiende a ridiculizar el movimiento “Tea Party”. Y en ese tema muchas cosas son ridículas. Pero esa gente plantea cuestiones verdaderas. Contentarse con ironizar sobre eso no conduce a nada. De los líderes, puede ser: por ejemplo, burlarse de Sarah Palin. Pero la gente que fue atraída por el movimiento sufrió durante los treinta últimos años. No por fuerza comprenden el porqué. Si escuchan los programas de radio donde se expresan, en general escuchan esto: “Hice todo lo necesario. Soy un obrero blanco, un buen cristiano. Serví a mi país bajo la bandera. Hice todo lo que se esperaba de mí. ¿Por qué mi vida se viene abajo? ¿Por qué se transforma mi país? ¿Por qué dejan pisotear los valores que me son caros? ¿Y por qué no tengo trabajo cuando los banqueros colapsan bajo los dólares?” Son preocupaciones auténticas. Quizás estén mal formuladas, pero se justifican. Y no sirve de nada burlarse de ellas. Esa gente es precisamente a la que la izquierda debería organizar. Y no lo hace.
Un participante objeta a Chomsky que a menudo postule que existe una manera racional de analizar las políticas, mientras que no habría nada de racional en el comportamiento de Israel cuando multiplica las colonias, incluso en Jerusalén Este. Tampoco habría nada de racional cuando el gobierno estadounidense sostiene de facto una ocupación, que por otra parte condena verbalmente y que sólo puede perjudicar su relación con el mundo árabe.
El apoyo de Washington a Israel es bien racional. Data de 1967, cuando Estados Unidos tomó el relevo de Francia. En esa época un conflicto oponía dos fuerzas del mundo árabe: el fundamentalismo musulmán, sostenido por Estados Unidos, y el nacionalismo laico, considerado como el principal enemigo de las potencias occidentales. Es decir, Arabia Saudita contra Nasser. Ahora bien, Israel destruyó el nacionalismo laico, sostuvo y consolidó el fundamentalismo musulmán junto con Estados Unidos. Washington apoyó militarmente a Israel; el Estado hebreo se tornó más o menos sagrado, lo que no era el caso antes.
En 1970, otro importante regalo. Conforme a los deseos de Estados Unidos y de Israel, Jordania aplastó la resistencia palestina durante lo que se llamó el “Septiembre Negro”. Siria había hecho saber que podría intervenir para defender a los palestinos. Ahora bien, Estados Unidos estaba todavía atascado en el sudeste asiático. Apeló pues a Israel para pedirle que movilizara sus tropas para impedir que Siria interviniera del lado de los palestinos. Siria retrocedió. El reino Hachemita, aliado de Estados Unidos, se consolidó, así como Arabia Saudita. Entonces, la ayuda estadounidense a Israel se multiplicó por cuatro. Y todo siguió de la misma manera.
El marco estratégico estadounidense, llamado alianza periférica, se basa en dirigentes árabes y dictadores que controlan sus países y el petróleo. Tienen que protegerse de su propia población. Para lograrlo, Washington recurrió a una periferia de gendarmes, de preferencia no árabes, ya que [son] más competentes cuando se trata de matar a árabes. En primer lugar, la periferia estaba constituida por Irán, en ese entonces gobernada por el Sha, Turquía y Pakistán. A comienzos de los años 1970, Israel se unió a ese grupo, convirtiéndose así en miembro de la gendarmería. Nixon los llamaba “los polis en patrulla” (“cops on the beat”). Comisarios locales, una sede de la policía en Washington: he aquí la estructura que debía controlar la región.
En 1979, el sha fue derrocado; Irán estaba “perdido”. De nuevo aumentó el rol de Israel. En esa época, Israel prestaba varios servicios a través del mundo. El Congreso estadounidense impedía el apoyo directo de Washington a un terrorismo de Estado en el poder en Guatemala, en Sudáfrica y en otros lugares. Estados Unidos recurrió pues a una red de países amigos que comprendía Taiwán, Israel, Gran Bretaña (y probablemente Francia), para de alguna manera hacer el trabajo sucio.
En ese plan, Israel es muy eficaz. Sociedad industrial rica, dotada de técnicas vanguardistas, de una mano de obra muy calificada, el Estado hebreo atrae las inversiones de las empresas estadounidenses de alta tecnología. Algunas industrias militares israelíes estrecharon vínculos con Estados Unidos, donde transfirieron una parte de su logística; desde los años 1950, los servicios de información de ambos países trabajan en buena inteligencia. Para la industria militar estadounidense, Israel constituye un maná financiero: cuando Estados Unidos gasta miles de millones de dólares al año para ayudar a Tel Aviv, Lockheed Martin embolsa una parte. Y cuando Lockheed Martin vende aviones militares de última generación a Israel, Arabia Saudita replica diciendo: “también nosotros los queremos”. Entonces Lockheed Martin vende equipos de menor calidad a Arabia Saudita, la que no siempre sabe usarlos, pero que compra por toneladas. En resumen, doble beneficio.
¿Qué pueden ofrecerles los palestinos a Estados Unidos? Son débiles, están dispersados, no disponen de ningún recurso y de casi ningún apoyo en el mundo árabe.

Los derechos son proporcionales al poder. Israel es un país poderoso, lo que le confiere ventajas; por lo tanto, tiene derechos. Los palestinos son débiles, no tienen ningún aliado; por lo tanto, no tienen derechos. Apoyar a los poderosos así como su propio interés, revela una política perfectamente racional. Se puede objetar que el apoyo que aporta a Israel causa oposiciones, manifestaciones en los países árabes, pero eso nunca fue considerado como un problema. Contamos con las dictaduras para aplastar a las poblaciones, y les suministramos las armas para hacer realidad ese objetivo. Ustedes pueden alegar que no es la decisión correcta, pero no pueden decir que es irracional. Por otra parte, está en perfecta coherencia con las políticas que llevaron a cabo en Latinoamérica, en el Sudeste asiático y en otras partes del mundo. A veces no sale bien, la planificación imperialista no es perfecta.
En la actualidad, las cosas son un poco diferentes, no por Obama sino porque Israel giró muy a la derecha. Allí sopla un viento de paranoia, de ultranacionalismo, de histeria, etc., que contribuye a banalizar los actos destructores, irracionales. Ahora bien, hoy Estados Unidos tiene ejércitos in situ, en Irak y en Afganistán. La irracionalidad de las acciones israelíes los puso en peligro. El general David Petraeus acaba de alertar contra el riesgo que la intransigencia israelí hace pesar sobre las tropas estadounidenses. Y no puede excluirse un viraje de la política de Estados Unidos: es un país muy chovinista donde, cuando alguien se atreve a perjudicar a nuestros valientes soldados, hay bastante disposición a quitárselos de encima. Israel juega pues un juego muy peligroso. 


1 Editorialista del Financial Times.
2 La cuestión de la eventual utilidad de una protesta contra la política de Israel en los territorios ocupados a través de un boicot en la Universidad de Haifa, acusada de discriminar a los estudiantes palestinos, acababa de ser mencionada durante el intercambio con el público.
3 Organización de estudiantes para una “nueva izquierda”, fundada en 1969 en ocasión de la guerra de Vietnam.
4 TEA por Taxed Enough Already: “ya basta de impuestos”.
En internet
Las transcripciones y grabaciones de las intervenciones de Noam Chomsky se encontrarán en el sito de Chomsky.fr, así como en el de Le Monde diplomatique (http://www.monde.diplomatique.fr/carnet/2010-05-31-Chomsky)
Noam Chomsky.

Israel y la tercera amenaza


por Thomas Keenan y Eyal Weizman
 El asalto de comandos militares israelíes a la flotilla de ayuda humanitaria para la Franja de Gaza y la muerte de nueve pasajeros provocaron una fuerte condena internacional. Lejos de ser un simple error, este ataque confirma el giro radical tomado por las autoridades israelíes respecto del derecho humanitario internacional y las organizaciones de defensa de los derechos humanos.
Aún deben esclarecerse numerosos detalles de la manera en la que un comando de la marina israelí se apoderó del Mavi Mármara, el buque insignia de la flotilla de ayuda humanitaria para la Franja de Gaza, la madrugada del 31 de mayo de 2010. Cualesquiera sean los resultados de la investigación, este ataque israelí muestra dos nuevos desarrollos en el conflicto, a la vez paralelos y ligados: la creciente politización de la asistencia humanitaria y la mayor desconfianza de las autoridades israelíes respecto de las organizaciones de defensa de los derechos humanos y el derecho internacional.
Salvo raras excepciones, los ataques directos y programados contra agentes humanitarios o militantes de los derechos humanos (incluso aquellos que no respetaron el principio de neutralidad) fueron sobre todo obra de milicias rebeldes, bandas de criminales y Estados policiales. Entre ellos, los talibanes, el ejército de la República Serbia de Bosnia, los insurgentes iraquíes y los responsables de las “guerras sucias” en América Latina. Con el asalto mortífero contra el barco turco, el gobierno israelí ¿decidió acaso seguir las huellas de estos últimos?
Para responder a esta pregunta, es necesario retroceder en el tiempo. Este ataque en el Mediterráneo –seguido, el 5 de junio, por la inspección no violenta del buque humanitario MV Rachel Corrie– es el sangriento apogeo de un proceso a lo largo del cual el gobierno israelí y organizaciones privadas sumisas comenzaron a considerar a las organizaciones humanitarias y de defensa de los derechos humanos –así como al derecho humanitario internacional– como “enemigos” o amenazas para la existencia misma del Estado judío.
Antes de la partida de la flotilla, el viceministro de Relaciones Exteriores israelí Danny Ayalon declaraba: “No existe crisis humanitaria en Gaza”; la flotilla no tenía pues una misión de asistencia sino que era “una provocación tendiente a deslegitimar a Israel”. El servicio de prensa gubernamental envió incluso por correo electrónico a periodistas el menú de un restaurante de Gaza, para mostrarles que allí se alimentaban bien. Después del asalto, los dichos de Ayalon sobre “la armada de odio y violencia en favor de la organización terrorista Hamas” simplemente confirmaban esta percepción oficial (1).

La campaña comenzó en el verano boreal de 2009, tras la publicación de informes provenientes de organizaciones de defensa de los derechos humanos que criticaban la conducta del ejército durante la operación Plomo Fundido en Gaza, de diciembre de 2008–enero de 2009 (2). El primer ministro Benjamin Netanyahu –cuya reputación de halcón se había reafirmado en su anterior mandato (1996-1999)– y su flamante gobierno reaccionaron muy duramente a estas conclusiones y cuestionaron seriamente a sus autores y su lógica.
“Vamos a dedicar tiempo y hombres para combatir a estos grupos; no nos vamos a quedar aquí sin hacer nada y dejar que estos grupos de defensa de los derechos humanos disparen contra nosotros con total impunidad”, declaraba Ron Dermer, uno de los responsables del gabinete de Netanyahu, a Jerusalem Post. “Cada ONG que participa en esto echa leña al fuego y sirve a la causa de Hamas –agregaba–. Es exactamente lo que quiere Hamas” (3).

En agosto de 2009, durante una reunión con colonos, Moshe Yaalon, ex jefe del Estado Mayor del Ejército y ministro de Asuntos Estratégicos, calificaba de “virus” a los activistas del sin embargo muy moderado movimiento Paz Ahora: “Nos enfrentamos de nuevo al problema del virus Paz Ahora –los elitistas, si se quiere– que causó muchos daños” (4).
Aunque condenada por el primer ministro, esta declaración, después de las expresiones militantes de Dermer, marcó el tono de la campaña que se desarrolla desde entonces. Ésta se intensificó luego de la publicación, en septiembre de 2009, del informe sobre la guerra en la Franja de Gaza presentado por la comisión designada por el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas y presidida por el juez sudafricano Richard Goldstone. Dicho informe acusaba a Israel (y a Hamas) de graves violaciones a los derechos humanos y al derecho humanitario internacional, de “actos asimilables a crímenes de guerra y, quizás, en determinadas circunstancias, a crímenes contra la humanidad”.

El gobierno israelí habría podido ignorar este informe o denunciarlo atribuyéndolo a los sospechosos “antiisraelíes” de siempre. Pero tomó las acusaciones muy en serio, haciendo caso omiso de las recomendaciones de la comisión. Decidió “combatir” el informe y el fenómeno calificado en su totalidad de “goldstonismo” o de “efecto Goldstone”, que encarnaba, según él, una tendencia internacional a deslegitimar a Israel y negar su derecho a existir (5).
En noviembre de 2009, durante una conferencia en el Saban Forum, uno de los institutos estratégicos más importantes del país, Netanyahu en persona identificó “tres desafíos para la seguridad de Israel” (6). El primero, un “Irán nuclear” que amenaza con “borrar a Israel del mapa”. El segundo, los ataques de cohetes y misiles de las organizaciones islamistas como Hamas o Hezbollah. Y ¿cuál era la tercera amenaza, después de estos importantes aunque tradicionales adversarios? “El tercer desafío para la paz es el intento de negar a Israel su derecho a la autodefensa. Tal es el objetivo del informe Goldstone de la ONU sobre Gaza”.
Para el primer ministro, el problema no se limitaba al juez Goldstone o a organizaciones humanitarias, e Israel no era el único país en la mira: “Estén seguros de que este informe de la ONU –continuaba– no es un problema exclusivo de Israel. Amenaza con atar de manos a todos los Estados que luchan contra el terrorismo”. Así, el problema iba mucho más allá de la simple violación al derecho humanitario internacional (las leyes de la guerra), motivada por razones ideológicas o políticas. Radicaba en la propia definición de estas leyes que, según sostenía, acordaban una protección injustificada a “terroristas infiltrados en zonas civiles que lanzan deliberadamente ataques contra inocentes”, socavando la posición moral y jurídica de los Estados que los combaten.
Netanyahu exigía una reforma radical del derecho humanitario internacional para hacer frente a esta “amenaza”. “Paradójicamente –afirmó– es posible que una respuesta firme de dirigentes y eminentes juristas internacionales a este informe moralmente desviado acelere la revisión de las leyes de la guerra en la era del terrorismo”.
Una cosa es criticar las Convenciones de Ginebra y el derecho humanitario internacional; otra es violarlas o ignorarlas: los actores estatales y no estatales lo hacen permanentemente. Pero sigue siendo muy distinto ver en estas mismas leyes y en sus defensores una amenaza a la existencia de un Estado, y de querer combatirlas sistemáticamente. Esta interpretación explica por qué documentos jurídicos como el informe Goldstone –que tiene la facultad de limitar la capacidad de Israel para actuar de “manera desproporcionada”– pueden percibirse como una amenaza existencial.
A la luz de estos elementos, el ataque contra el Mavi Mármara ilustra lo que el gobierno israelí entiende por el fin de la “impunidad” para las ONG y otros militantes internacionales, acusados de representar una amenaza estratégica, al igual que las armas nucleares iraníes o los misiles y cohetes capaces de alcanzar el territorio israelí.

En enero de 2010, el think tank israelí Reut Institute expresó su preocupación por la “guerra de deslegitimación” lanzada contra Israel. Su director Gidi Grinstein declaraba en las columnas del diario Haaretz: “Nuestro personal político y militar se ve amenazado por procedimientos judiciales y de detención cada vez que viaja al extranjero; las campañas de boicot contra nuestros productos se multiplican y nuestra propia existencia está cuestionada en instituciones académicas y círculos intelectuales. El país está cada vez más aislado. Hasta hoy, Israel no ha sabido reconocer en este proceso la amenaza estratégica, potencialmente existencial, que representan para el país” (7).
Este “reconocimiento” ya ha sido adquirido. El gobierno israelí y un grupo de organizaciones amigas lanzaron un proyecto en varias etapas de “contra-deslegitimación”. Retomando las palabras de uno de sus miembros, se trata de “poner fin a la práctica de algunas ONG ‘supuestamente humanitarias’ tendiente a explotar la etiqueta de ‘los valores universales de los derechos humanos’ para promover reivindicaciones hostiles a Israel, motivadas por razones políticas e ideológicas” (8). Paralelamente, grupos israelíes lanzaron campañas contra el New Israel Fund, una organización con sede en Estados Unidos que financia a militantes israelíes de la sociedad civil (y ONG) acusados de socavar los cimientos del Estado contribuyendo a investigaciones para la comisión Goldstone (9).
Este clima condujo a dos medidas. En febrero de 2010, el Parlamento aprobó en primera lectura, por aplastante mayoría, una ley que priva a los grupos apoyados por gobiernos extranjeros (es el caso de la mayoría de las organizaciones humanitarias y de defensa de los derechos humanos) del derecho a beneficiarse de exenciones impositivas. Por otra parte, en abril de 2010 se presentó un proyecto de ley tendiente a cerrar ONG implicadas en los procedimientos judiciales intentados contra altos funcionarios u oficiales en el exterior.
Por su parte, el ejército comenzó a enfrentar a los militantes internacionales, principalmente europeos, con un renovado vigor y celo, invadiendo ciudades palestinas para detenerlos. Otros fueron rechazados en las fronteras o encerrados en el nuevo centro de detención construido a tal efecto en el aeropuerto de Tel Aviv.

En una carta abierta de enero de 2010, un grupo de trece organizaciones israelíes defensoras de los derechos humanos exhortó al gobierno a “denunciar los crecientes ataques contra las organizaciones de defensa de los derechos humanos y del cambio social en Israel”, mencionando “una serie de comentarios injuriosos de representantes oficiales que desean deslegitimar a las organizaciones de la sociedad civil”. Entre estas invectivas, los dichos de Yaalon que denunciaban a “nuestros enemigos del interior”. Según esta lógica, las ONG internacionales serían, en cambio, “enemigos del exterior” (10).
Este clima permite comprender la envergadura de la operación ordenada contra la flotilla; recordemos que varios barcos de ayuda humanitaria fueron autorizados en el pasado a atracar en Gaza. Y también por qué la reacción de los soldados fue tan desproporcionada, aun cuando algunos pasajeros del barco se resistieran violentamente a la inspección.
Si Israel se empecina en querer reescribir el derecho humanitario y reglamentar la provisión de ayuda en la región, y si organizaciones internacionales responden con mayores desafíos legales y otras con el reiterado envío de barcos, el incidente del Mavi Mármara quedará en la memoria como el primer disparo de esta nueva batalla contra el derecho humanitario internacional. 

1 “Seizure of the Gaza flotilla: Press conference with Dep FM Ayalon”, 31-5-10 (www.mfa.gov.il).
2 B’tselem, “Operation Cast Lead, 27 December 2008 to 18 January 2009”; léase también Breaking the Silence (Shovrin Shtika), “Soldiers Testimonies from Operation Cast Lead, Gaza 2009”, 15-7-09.
3 Herb Keinon, “Diplomacy: Israel vs. Human Rights Watch”, The Jerusalem Post, 16-7-09 (actualizado el 18-7-09).
4 “Ya’alon calls Peace Now ‘a virus”, Ynetnews, 19-8-09; Attila Somfalvi, “Netanyahu: Ya’alon remarks unacceptable”, Ynetnews, 19-8-09. 
5 Alastair MacDonald, “After Goldstone, Israel seeks to sharpen PR weapon”, Reuters, 2-2-10. 
6 “PM Netanyahu addresses the Saban Forum”, 15-11-09.
7 Gidi Grinstein, “Israel delegitimizers threaten its existence”, Haaretz, 14-1-10. 
9 New Israel Fund, “NIF Under Attack” (www.nif.org/media-center/nif-under-attack.html).
10 Association for Civil Rights in Israel, “Targeting of Human Rights Organizations Destroys Israeli Democracy”.

*Respectivamente: Profesor asociado de literatura comparada y Director del Human Rights Project en la Universidad de Bard (Nueva York); Director del Centro de Investigación Arquitectónica, Instituto Goldsmiths, Universidad de Londres.

La voluntad respetada

Por Manuel Burga
Terminó la dramática espera: Susana Villarán es la nueva alcaldesa de Lima y la sorpresa, para enojo del gobierno y preocupación del alcalde saliente, se ha consumado. Este proceso electoral nos ha dejado la inquietante experiencia de una ONPE y un JNE lentos, casi inoperantes, y cuatro JEE de Lima más que sospechosos. El fraude electoral, que la prensa y los ciudadanos movilizados nunca se cansaron de prevenir, ha quedado final y afortunadamente bien derrotado.
La voluntad electoral se ha respetado y esta lección sanciona a los que no hacen lo mismo con la democracia.  La ocasión me parece oportuna para recordar que los sanmarquinos que observaron el proceso electoral interno del 25 de mayo pasado, para elegir representantes docentes a la Asamblea Universitaria, han tenido la desagradable experiencia de vivir un fraude. Esa noche, al cierre de las mesas de sufragio, se declaró ganadora a la lista de oposición.  Unas horas más tarde, en la madrugada del 26, el Comité Electoral de San Marcos, en un acto de flagrante manipulación, anuló el voto de los profesores principales de Medicina y con esta maniobra la lista oficialista se convirtió en ganadora.
La lista ganadora reclamó ante el mismo Comité Electoral, copado por representantes oficialistas, que respondió que el acta anulada tenía errores materiales irremediables, los que curiosamente no fueron detectados al cierre de la mesa electoral correspondiente. Acudieron inútilmente a la ONPE, también a la ANR, institución que se declaró incompetente para intervenir en este caso. Iniciaron en el Poder Judicial, un mes después, dos expedientes, uno contencioso administrativo y otro penal, los que en tiempo récord fueron desestimados: el fraude había sido consumado.
Que en las elecciones municipales haya prevalecido la voluntad de los electores,  que el fantasma del fraude haya sido derrotado finalmente, nos deja un hálito de esperanza. La impotencia ante el fraude y la impunidad de los corruptos producen desasosiego, escepticismo y desmovilización en los afectados. Tenemos la sensación, en los últimos meses, que ese mismo fantasma asedia a muchas universidades públicas, y a algunas en particular, como la UNPRG de Lambayeque  y la UNFV de Lima.
La elección municipal acaba de darnos una lección: la democracia necesita prensa libre y opinión pública movilizada. ¿Pero cómo hacer finalmente en las universidades públicas, donde ambas no existen?  ¿O cómo simplemente defender la verdad? El tema está de nuevo en manos del Congreso, tanto a nivel nacional, como de la universidad peruana. En este segundo caso, hace dos días, la Comisión de Educación, en un acto que seguramente incomoda de nuevo al gobierno, aprobó por unanimidad, insistir en la “Ley que democratiza la elección de las autoridades de la Universidad Pública Peruana”.
Esta vez se trata solamente de la pública, no de la privada y los 13 artículos de esta norma proponen la elección de autoridades a través del voto universal, aplicando el factor ponderado tradicional y dejando de lado el sistema de representación delegada.  También proponen un cambio en la naturaleza y tamaño de los órganos de gobierno, lo que es urgente y saludable para poner fin al caos y la anarquía que corroe a la universidad pública.
Nadie puede asegurar que el voto universal sea mucho mejor que la representación delegada, ni al revés. Pero se tiene que atender una emergencia, como la vivida en los últimos 26 días en Lima, de denuncias, intranquilidades y sospechas. La insistencia ha sido aprobada por unanimidad en la Comisión de Educación y ahora pasa al pleno para su ratificación, la que podría discutirse el día de hoy, jueves. El Congreso de la República está ante una nueva oportunidad de promover la mejora de la educación universitaria pública peruana.