“Las revoluciones de 1648 y de 1789 no fueron revoluciones ni inglesa, ni francesa; fueron revoluciones de estilo europeo…En ellas había triunfado la burguesía; pero la victoria de la burguesía significaba entonces el triunfo de un nuevo régimen social, el triunfo de la propiedad burguesa sobre la propiedad feudal, de la nación sobre el provincialismo, de la concurrencia sobre los gremios, de la partición sobre el mayorazgo, del sometimiento de la tierra al propietario sobre el sometimiento del propietario a la tierra, de la ilustración sobre la superstición, de la familia sobre el linaje, de la industria sobre la pereza heroica, del derecho burgués sobre los privilegios medievales…Esas revoluciones expresaban mucho más las necesidades del mundo de entonces que las necesidades de aquellas partes del mundo en que se habían desarrollado, es decir, de Inglaterra y Francia”. (Karl Marx)
http://www.rebanadasderealidad.com.ar/vortice-09-10.htm
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Alberto Rivera
(betorh58@hotmail.com)
La Revolución Francesa llevó a la burguesía al control y dominio del Estado, mediante un proceso violento que puso fin al régimen señorial y reiteró al mundo cual era la perspectiva y hacia donde se encaminaba la humanidad.
La revolución Francesa, marcó el hito más desarrollado de la Era de la Revolución Occidental (1770 – 1848), donde la burguesía conquistó el poder político en varios estados europeos instaurándose definitivamente y conjurando incluso contrarrevoluciones como en el caso francés, donde la restauración monárquica de 1815 a 1830 pretendió hacer retroceder la historia, restableciendo el Antiguo Régimen.
Para comprender la historia universal, debemos tener un método de estudio, el que proponemos implica visualizar la historia como un proceso en auto movimiento necesario y donde no puede llegarse a comprender a cabalidad ningún hecho histórico sino captamos como la contradicción se va desenvolvimiento en el hecho. Este método es el materialismo histórico, el cual consiste en abordar los problemas en todas su implicancias y visualizando la sociedad en su movimiento, sólo así captaremos la realidad concreta a partir del análisis y síntesis.
Cuando se analiza la Revolución Francesa, es necesario tener en cuenta todas las implicancias, ya que ningún hecho social se encuentra aislado, por ello debemos desagregarlo en sus múltiples relaciones para poder llegar al nivel último del conocimiento, la comprensión, es decir sacar síntesis del proceso; que acertado fue enseñarnos “El análisis nos permite desmenuzar, separar elementos para lograr una mejor comprensión…la síntesis, ésta es la que nos permite comprender la esencia del conocimiento..”.
Al estudiar la Revolución Francesa, muchos jóvenes estudiantes intentan memorizar las etapas (Monarquía, República e Imperio Napoleónico) y el gran conjunto de hechos que se suceden durante toda la revolución. Nosotros planteamos que para llegar a comprender y sacar síntesis y lección de la revolución Francesa, es necesario encontrar cual es la contradicción principal, que se desarrolla al interior de la sociedad francesa de fines del siglo XVIII y cómo se expresa esta contradicción. Y para ello tomaremos una cita del historiador francés Albert Soboul quien mencionó “En Francia, en la segunda mitad del siglo XVIII, el desarrollo de la economía capitalista, sobre cuya base se había edificado el poder de la burguesía, se veía frenado por los marcos feudales de la sociedad, por la organización tradicional y reglamentaria de la propiedad, de la producción y de los intercambios. Había que romper esas cadenas...” (Albert Soboul).
Encontramos, por tanto, que la burguesía venía desarrollando nuevas formas de producción, las cuales encontraban en las viejas formas, trabas para su desarrollo, ante ello no quedaba otra opción a la burguesía que barrer esas formas antiguas de producción, obstáculos para su desarrollo hacia el sistema capitalista.
Para el siglo XVIII en Francia, la principal contradicción en momentos previos a la revolución francesa fue: Pueblo – Antiguo Régimen y dentro del pueblo ocupó un lugar dirigente, un sector social altamente politizado y con todo un desarrollo como clase, la burguesía, sector social que en otros lugares del orbe ya había demostrado su papel de sepulturera del Antiguo Régimen.
La revolución Francesa, significó la toma del poder político y la aplicación de toda una política que llevó a la burguesía al control absoluto del poder estatal, para desarrollar un capitalismo que “…exigía la libertad por que la necesitaba para asegurar su desarrollo. La Libertad en todas sus formas: libertad de la persona, condición del asalariado, libertad de los bienes, condición de su movilidad, libertad de la mente, condición de la investigación y de los descubrimientos técnicos y científicos” (Soboul 1981:14).
Los numerosos conflictos internacionales en los que había estado implicado el régimen francés desde el siglo XVI, provocaron una militarización del régimen, garantía de su poderío político en el ámbito internacional, frente a ello, la necesidad de garantizar una fuerte recaudación de dinero en las arcas estatales llevaron al establecimiento de una política tributaria basada en la recaudación principalmente del pueblo.
A comienzo del siglo XVIII Francia era caracterizada como una sociedad donde las clases sociales, presentaban una característica, era estamental, con profundas desigualdades, y una desproporción abismal en la distribución de la renta nacional y en la política tributaria. No fue la pobreza lo que llevó al pueblo francés a levantarse contra el antiguo régimen, sino los altos niveles de desigualdad en la distribución de la riqueza.
La burguesía francesa en alianza con los sectores populares (campesinos y artesanos y demás sectores populares) a quienes direccionó y subordinó en función de sus intereses, tuvo como objetivo, tomar las riendas del estado francés, para barrer el Antiguo Régimen e instaurar un gobierno que respondiera a sus intereses de clase.
Y como toda revolución debe ser entendida como un proceso, comprender ello nos lleva a un problema: el de los proceso de los sistema sociales, cómo surgen y cómo se hunden. Pero no se reduce el análisis, a la formación y el colapso de un sistema social, sino debemos hoy más que nunca analizar y reflexionar sobre la contradicción restauración – contra restauración, ley que expresa cómo se estabiliza y consolida una clase en el poder. Cómo se expresó en el proceso histórico estos momentos de restauración de contrarrevolución, períodos en que pareció que se estaba volviendo nuevamente a las formas antiguas, pero cuando las masas han vislumbrado el porvenir, el proceso revolucionario marcha irremediablemente hacia su triunfo final.
En esta perspectiva debemos entender los actuales momentos de restauración del régimen capitalista, como momentos transitorios en la marcha irremediable de la historia hacia una sociedad donde el ser humano sea el verdadero protagonista, una sociedad sin explotación para las inmensas mayorías.
En este sentido nos reafirmamos en que el imperialismo marcha en inexorable y lenta agonía, y lo prueban cada una de las crisis que a su interior se van produciendo y cómo a medida que trascurren los años, las desigualdades sociales se van acentuando, generando un abismo entre los que tienen todo y los que no tienen nada.
La burguesía revolucionaria en el siglo XVIII apeló a la violencia revolucionaria para imponer su modelo económico y político, hoy la gran burguesía se escandaliza del empleo de la violencia revolucionaria en diferentes lugares del mundo, que buscan transformar la realidad económica social hacia un sistema justo para las inmensas mayorías. Y aplica penas (Derecho Penal del Enemigo), como las aplicó el Antiguo Régimen con sus enemigos políticos sólo por el hecho de haber intentado transformar la realidad existente, parece olvidar que su clase llegó al poder aplicando ese mismo principio que hoy condena. La defensa de los derechos fundamentales y el derecho a la felicidad del pueblo.
La contradicción restauración – contra restauración, podemos encontrarlo en el análisis de la Revolución Francesa, ya que este proceso no acabó con la triunfante Revolución de 1789 -1815, sino que la clase burguesa tuvo que defender su conquista, incluso momentáneamente ser derrotada, con la contrarrevolución triunfante en 1815 y la vuelta de la monarquía. La burguesía francesa había conquistado el poder, y con la experiencia de una revolución en sus hombros tuvo que esperar la coyuntura propicia (la política reaccionaria de Carlos X) en 1830 para establecer nuevamente banderas reivindicativas y dirigir junto al pueblo un nuevo proceso esta vez en defensa de la libertad de prensa y de derecho a elecciones, en las célebres “tres jornadas gloriosas” (27,28 y 29 de julio), tomando el control de toda la ciudad de París y logrando la abdicación del rey y el establecimiento de una monarquía limitada representada por Luis Felipe, duque de Orleans, quien el 9 de agosto fue proclamado rey de Francia con el nombre de Luis Felipe I.
Sin embargo aún la burguesía francesa tenía preparada otra jornada (febrero de 1848), con la experiencia de dos revoluciones y un mayor nivel político, levantando banderas de carácter liberal democrático (exigieron el voto universal) y nacionalista, la burguesía reclamó un gobierno constitucional y representativo y apoyado por trabajadores y campesinos logró derrocar a Luis Felipe Orleans y proclamar la II República. De esta manera la restauración monárquica marcó sólo un periodo transitorio en la obtención final del poder por parte de la burguesía.
En este mismo sentido debemos reparar que las restauraciones o las contrarrevoluciones sólo son periodos transitorios en la marcha de la historia hacia una transformación social que busque el beneficio de las inmensas mayorías de los pueblos del mundo.
A MANERA DE CONCLUSIÓN
La contradicción restauración – contra restauración se presenta en el proceso histórico, y llama a la reflexión, sobre todo para responder a quienes en su intento de ver las cosas estáticas y no permitir el desarrolló de la ciencia, niegan explícita e implícitamente el carácter dinámico del proceso social.
La restauración del capitalismo en el mundo actualmente se desarrolla dentro de “la globalización”, que no es otra cosa que el imperialismo de finales del siglo XX; el cual se desarrolla en un contexto de ofensiva ideológica, buscando imponer su modelo económico y de sociedad al mundo, para ello busca acabar con modelos alternos al hegemónico, utilizando para ello la vía pacífica a través de sus Tratados de Libre Comercio y demás tratados comerciales y la vía violenta a través de la invasión y agresión a los pueblos como es el caso de Afganistán, Irak, Yugoslavia, etc.
Por ello rechazamos los planteamientos de moda en la actualidad, denominados posmodernos, “planteamientos que pretenden presentarse como novísimos” y “carentes de carga ideológica”, y demostramos en la práctica social, que la ideología que los impulsa es propia de una visión colonizadora, que resalta el individualismo, glorificando y propiciando el éxito personal, individual sobre el colectivo, todo ello para no tener mayor obstáculo en su avance hacia la implementación de un neoliberalismo depredador propio del periodo imperialista en el que nos desarrollamos cuya base es el fundamentalismo de mercado.
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