sábado, 23 de enero de 2010
viernes, 1 de enero de 2010
EL MOVIMIENTO CLASISTA DE CHICLAYO (1920 – 1932) : A PROPÓSITO DEL PROBLEMA DE LA CRIMINALIZACION DE LA PROTESTA POPULAR
“….el movimiento popular esta saliendo del repliegue político general. Al salir se encuentra con una burguesía extremadamente reaccionarizada que no permite ni siquiera la viabilidad de su democracia burguesa, sino ejerce dictadura de clase abierta con el recurso de declarar cualquier asomo de protesta popular con el epíteto de terrorismo y justificar así la represión sanguinaria a los que somete al pueblo en su conjunto. Debemos bregar con mayor decisión por la democratización de esta sociedad peruana, por la defensa de los derechos fundamentales de las personas y para ello necesitamos entrar a la guarida y usando sus micrófonos gritarles y enrostrarles las miserias materiales y morales en las que tiene sumidos al pueblo” (Vórtice, No3, 2006, pp.3)
A fines de la última década del siglo XX, el movimiento popular en el Perú, inició la superación del repliegue político general en que se encontraba, ello se concretiza en las acciones y luchas que desarrolla el pueblo, y que hasta la actualidad (2009) demanda la forja de una dirección que brinde orientación y perspectiva al movimiento popular.
Esta dirección es imperativa construir, fundamental para otorgar cohesión y sentido a las luchas del pueblo; sin dirección, las movilizaciones y luchas, son movimientos espasmódicos rápidamente reprimidos y desarticulados por las clases dominantes. Por ello una dirección nunca debe improvisarse, necesita tiempo para consolidarse y se forja siempre en lucha de clases, al interior del movimiento popular.
Partiendo de esta premisa, fue la lucha de clases, en las primeras décadas del siglo XX, donde se gestó las condiciones concretas para que José Carlos Mariátegui forme el partido del proletariado, dotando de orientación marxista leninista al movimiento popular, con el objetivo de dirigir y conducir las masas hacia la toma del poder.
La creación del Partido Comunista del Perú (PCP), y la conformación de una dirección, bajo los lineamientos de Mariátegui, hicieron posible que el proletariado se reconociera no sólo como clase social diferente a la explotadora, sino también como la llamada a realizar la transformación social, es decir se elevó de una clase en si hacia una clase para si.
La segunda década del siglo XX, marcó el auge del movimiento popular, obreros, campesinos y sectores medios urbanos y regionales, hicieron frente en un primer momento a la “Patria Nueva”, conformada por la burguesía financiera aliada del imperialismo y luego al denominado “Tercer Militarismo”, que representaba la restauración en el poder del sector terrateniente comercial aliado del imperialismo.
Hacia fines de 1929, los obreros de Chiclayo desplegando nuevas formas de lucha y organización, conformaron luego de varios intentos, la Primera Unión Sindical de Trabajadores de Lambayeque (USTL), en su intento por articular de forma centralizada los diversos sindicatos conformados en Lambayeque.
La creación de sindicatos en haciendas fue vista como foco de organización y canal de reclamo frente a los hacendados; por ello, utilizando la fuerza policial y autoridades asequibles a su poder político, los hacendados, lograban ubicar, detectar y erradicar a los supuestos “instigadores de malas ideas” ó “personajes dañinos a la tranquilidad del pueblo”. Llegando al extremo, de expulsar a los implicados fuera del departamento e “indisponerlos”, para que no sean recibidos en ninguna hacienda. Esta forma represiva, es constante en el accionar del estado a lo largo de nuestro proceso histórico; aun más acentuada cuando se pretende acallar los planteamientos e ideales de liberación del pueblo peruano. ¿Acaso no es ese el objetivo actual del estado peruano cuando criminaliza la protesta popular?
Sin embargo, la organización obrera en haciendas como Cayaltí, Pucalá, Pátapo, etc. demostraba la necesidad de organización de los obreros en Chiclayo, quienes empezaron a tomar conciencia de su papel al interior del proceso histórico peruano. En una entrevista el dirigente obrero Arbulú Miranda recordando ese momento mencionó “…Lucio Benavente, fogoso polemista, militante sindical de marítimos y portuarios, y José Azalde de tripulantes, explicaron que aquí en el departamento de Lambayeque debería empezar una movilización de trabajadores para organizarse sindicalmente. Traían la palabra de José Carlos Mariátegui. Se leyó en la conferencia el comunicado este, entonces la masa allí presente ovacionó tremendamente a estos dos delegados y la contestación fue esta ¡Vamos a organizar la Unión Sindical¡ ¡Vamos a organizar los sindicatos¡
Fue en este contexto que se emitió el decreto del 28 de mayo (D.S.7166) , que prohibía y declaraba toda huelga ilegal, produciendo la suspensión de garantías constitucionales en donde se desarrollase; en ese momento se producían también huelgas y movimientos en Cuzco, Arequipa, Mollendo y Talara.
Esta política de corte represivo desencadenó el rechazo popular; en Lima se produjo una movilización de la FEP (Federación de Estudiantes del Perú) en conjunto con los obreros, el 3 de junio de 1931. En su afán de hacer frente a la movilización popular, el gobierno militar denunció “un complot revolucionario”, con el objetivo de legitimar, una ley marcial, por la cual las fuerzas armadas….durante la vigencia del estado de sitio podrán hacer uso de sus armas para reprimir cualquier manifestación pública....”.
En Chiclayo, el desconocimiento de un acuerdo firmado entre el sindicato de la hacienda Pátapo y sus propietarios, devino en la arbitraria detención de los representantes del sindicato de Pátapo, contando con la complicidad de la policía y del prefecto de Chiclayo.
En rechazo a esta política represiva se produjo una movilización departamental, el 12 de Junio de 1931, que demandó la puesta en libertad de los detenidos y movilizó 20 bases sindicales y gremios; cumpliendo destacado papel los gremios de choferes y trabajadores del mercado central de Chiclayo, participaron también los cañeros de Pátapo, Tumán y Pomalca quienes se movilizaron en el tren recorriendo las haciendas.
Ante el desplazamiento de los huelguistas hacia la ciudad de Chiclayo, el prefecto Hernán R. Delgado movilizó a miembros del ejército para detenerlos y obligar a los trabajadores a regresar a sus haciendas; ante la negativa de los obreros y su férrea resistencia, los miembros del ejército ametrallaron a los obreros obligándolos a dispersarse dejando algunos cadáveres (15 obreros aproximadamente).
En su informe el mayor Manuel Castillo, jefe del batallón de seguridad del norte describió “...tome las disposiciones tácticas para impedir el ingreso de las masas que venían de las referidas haciendas, las que una vez en los alrededores de esta ciudad en número más o menos de 1200 hombres con machetes, calabozos, hoces, etc. y ostentando banderas rojas con inscripciones comunistas trataron de hacer su campamento entre las líneas del ferrocarril a Pomalca y el camino carretero a las haciendas”(Gómez Cumpa –Bazán Inés 1989:189)
La respuesta represiva del estado, no sólo consistió en la detención de los dirigentes sino también en la clausura del principal vocero de los obreros (El Trabajador) como lo dejó en evidencia una carta enviada por la administración de la hacienda Cayaltí en la cual “se comunicó que el gobierno va a eliminar a todos los cabecillas y que se ha clausurado el periódico…” (Huertas V.1974:189).
A MANERA DE CONCLUSION
El movimiento sindical clasista en Chiclayo durante las primeras décadas del siglo XX, logró articular amplios sectores sociales, dotando de dirección clasista a las luchas de los obreros de las haciendas de Chiclayo (Cayaltí, Tumán, Pátapo, etc.).
Fue en la segunda década del siglo XX que al interior del movimiento popular a nivel nacional, surgió la necesidad de la constitución de una dirección marxista leninista que se despliegue en nuevas formas y responda a los problemas candentes del movimiento popular.
La caída del régimen de Leguía y el retorno de la facción oligárquica (civilista) al poder, de manera abierta y expresa en el denominado 3er. Militarismo, significó la instauración de una política represiva; única vía por la cual optaba la facción oligárquica contra el desbordante movimiento popular. En la actualidad una política represiva similar es aplicada por la facción de la burguesía compradora a quien defiende y representa el presidente Alan García.
El clima de confrontación política y descontento social en Chiclayo tuvo su punto más alto durante las jornadas del 12 de Junio de 1931, cuando la gendarmería y el ejército iniciaron un proceso de represión generalizada que buscó desarticular y dispersar al movimiento sindical clasista en Chiclayo.
La conformación del Partido del proletariado (1928) gestado al interior del movimiento popular para dirigirlo y proporcionarle dirección marxista leninista marcó el punto más alto de organización al que llegó el movimiento popular. Sin embargo, el proletariado y su flamante partido recién iniciaban el largo camino hacia su objetivo final. La prematura muerte de Mariátegui contribuyó a acrecentar los problemas de dirección, que asociado ha una incorrecta aplicación de la línea política, fueron el aspecto principal en la derrota no sólo del movimiento sindical clasista en Chiclayo, sino del movimiento popular en su conjunto.
Finalmente debemos mencionar que al interior del movimiento popular la forja de una dirección, que recogiera el legado de Mariátegui y bajo la premisa “una dirección siempre necesita tiempo para cuajar y jamás se improvisa”, buscaría reconstituir la dirección proletaria en el Partido y dotarla nuevamente de una correcta línea política. Esta nueva reconstitución del Partido de Mariátegui tendría que esperar la década de los 60 para el surgimiento de una nueva dirección que en las últimas décadas del siglo pasado inició un gran proceso social que abrió brecha en la historia de nuestro país….…pero eso es materia de una historia aún por escribir.
BIBLIOGRAFIA
Castillo O. (1979) Chiclayo: 50 Años en la Historia de la Lucha Obrera. En Marka No 134. Año V.
Gómez C. – Bazán I. (1989) Capitalismo y Formación Regional. Chiclayo entre los siglos XIX y XX. Instituto de Investigación y Capacitación
Huertas V. (1974) Capital Burocrático y Lucha de Clases en el sector Agrario (Lambayeque, Perú, 1920 –1950). Seminario de Historia Rural Andina.
Mariátegui J. (1973) Ideología y Política. Biblioteca Peruana. Peisa
Fuentes Hemerográficas
Revista MARKA, Año VI. 1980,27 de Noviembre.
Revista MARKA, Año V. 1979, 29 de Noviembre.
IMPORTANCIA DE LA HISTORIA CIENCIA: A PROPÓSITO DE LA NEUTRALIDAD EN LA HISTORIA
“La neutralidad en la ciencias histórico sociales en una sociedad signada por la lucha necesaria de intereses es una ficción” (Morote E. 1983:9)
I. Introducción
A pesar de la derrota en el plano teórico de la moda posmoderna,evidenciado en la práctica social - inaplicabilidad de sus “teorías”- y en la irracionalidad de sus planteamientos (al cuestionar el grado de ciencia de la historia).
Aún es común escuchar a los difusores de los planteamientos posmodernos y neopositivistas “hacer historia carente de ideología”, sin embargo estas posiciones ocultan un trasfondo ideológico, pretenden enmascarar con “novísimos” conceptos, el aparato conceptual empleado en las ciencias sociales y que a sido forjado a la largo del proceso histórico.
Estos “novísimos” planteamientos refieren que la historia en las últimas décadas se ha enriquecido con la inserción de nuevos temas antes no tratadas, debido a que el quehacer histórico por aquellos años respondió a una ideología y por tanto carecía de objetividad, al reducir todo al conflicto y las luchas sociales, es decir ver solamente los enfrentamientos, las contradicciones.
Frente a estas posturas relativistas y aparentemente “neutras”, el presente ensayo busca demostrar que los denominados “neutrales” en la historia, responden a intereses ocultos aún más peligrosos para la historia ciencia y la sociedad. Dado que estos personajes ocultan su apuesta por el orden existente y se han convertido en los defensores de un orden económico social excluyente para las grandes mayorías.
El presente ensayo reflexiona acerca de la importancia de la historia concebida como ciencia y pone al descubierto que la pretendida neutralidad de los “novísimos” planteamientos obedecen a una ideología que busca legitimar el orden económico capitalista que se pretende único.
II. Importancia de la Historia como Ciencia
La historia, como lo definió el historiador español Pierre Vilar, no sólo se constituye en el estudio del pasado (lo sucedido), sino representa el análisis, es decir el conocimiento de los hechos realizados por los hombres; no, en realizaciones individuales sino colectivas, factor de suma importancia que asigna a la historia la categoría de ciencia social.
Asi como también en lograr ver las causas ocultas de los procesos y no tan sólo las aparentes.
Bajo esta perspectiva concebimos la historia como el proceso y el grado de evolución de las relaciones sociales de producción de los hombres que han devenido en el tiempo, relaciones sociales que generan la dinámica y que tienen en la contradicción entre las clases sociales, el motor del proceso histórico.
La historia como proceso de desarrollo social evidencia un carácter dinámico, prueba esta afirmación, el análisis de las diversas formaciones económico sociales desarrolladas a lo largo del devenir histórico.
Bajo estos lineamientos generales podríamos mencionar que la historia entendida como ciencia es importante por que:
- Mediante el análisis de los procesos sociales, se demuestra el carácter dinámico de la sociedad y la transitoriedad de los modelos económico sociales.
No existe modelo económico social eterno e inmutable como hoy pretenden hacernos creer los defensores del sistema capitalista, cuando con sus postulados de haber llegado al fin de la historia, pretenden hacernos creer que el ser humano a llegado al desarrollo final de la sociedad. Planteamiento que pretende legitimar el orden existente al negar el progreso y la dinámica social.
- Permite demostrar el importante papel que cumplieron y cumplen los amplios sectores sociales, quienes son los verdaderos gestores de las grandes transformaciones económicas, culturales, sociales, ideológicas etc, que han sucedido en el mundo. Posición contraria a quienes visualizan la historia como el estudio de los grandes hechos realizados por las individualidades, grandes figuras, individuos, y que no representan a los verdaderos gestores de la historia.
- Permite acercanos de manera objetiva a la realidad concreta a los problemas que depara el momento histórico en el que nos desarrollamos.
De esta manera el análisis histórico permite formar en nosotros una conciencia social que nos explique las relaciones de explotación y las luchas de liberación emprendidas por los pueblos en el devenir de la historia. La historia como ciencia vincula al hombre con su momento histórico responde a los problemas de su momento histórico social y no esta desvinculado de la realidad concreta como hoy pretenden pretende hacernos creer
- Forma en nosotros una conciencia social en los niveles del “en sí” y el “para si”.
Es decir no sólo permite reconocernos dentro de un sector social sino también brinda los elementos para poder ser portadores de una conciencia libre de prejuicios, y observar la humanidad dentro de un sentido más universal, humano y solidario, aportando para la construcción de un mundo en beneficio de los más y no en función de unos cuantos.
El historiador como agente cognoscente es decir sujeto que pretende captar la realidad comprenderla analizarla y describirla, pero desde una óptica contemplativa sino de transformación concreta de la realidad es decir conocer para trasformar cumple un papel importante en la sociedad.
En primer termino el historiador como sujeto cognoscente y miembro de una clase social responde a los intereses de las respectivas clases sociales de donde proviene o con las que se identifica así en una sociedad escindida en clases sociales; unos se identificaran con los sectores sociales dominantes y se convertirán en los defensores del régimen que defiende el estatuo quo de la sociedad harán suyos sus principios y defenderán la sociedad vigente como la sociedad ideal y a lo sumo estarán dispuestos a algunas reformas que no cuestione su posición dentro de la estructura social. El segundo grupo, estará conformado por los historiadores que conscientes de su procedencia social y del papel que les toca jugar en su momento histórico harán suyas las demandas y requerimientos de los grupos sociales dominados y verán en ellos a los gestores del proceso y desarrollo histórico verán a estos grupos sociales como las clases que hacen la historia que están generando la dinámica social con sus lucha constantes y cotidianas y conjuntamente con ellas intentaran contribuir con sus análisis a desentrañar las causas de sus derrotas y victorias en sus luchas buscando crear una conciencia histórica que los libere de la historia tradicional que busca marginarlos de la historia y desidentificarlos no haciéndolos participes de los grandes cambios de la sociedad.
III LA OBJETIVIDAD EN LA HISTORIA
La historia como menciona Josep Fontana (1982) desde sus comienzos siempre a tenido una función social, legitimar el orden establecido, pero a lo largo de su devenir y producto de la dinámica social y las leyes que la rigen, la historia ha ido adquiriendo una obligación social, no se constituye más, en un mero academicismo de sólo un grupo de especialistas, que discuten y son los dueños de la verdad, la historia ciencia debe estar al servicio de la sociedad y sus mayorías, y servir para analizar, descubrir y señalar las causas de la explotación de los mas en manos de los menos.
La historia ciencia, integrante de las llamadas ciencias sociales, se desarrolla al interior de un orden económico social, al respecto Lenin mencionó: “....en una sociedad erigida sobre la lucha de las clases no puede haber una ciencia social “imparcial”. De un modo o de otro toda ciencia oficial defiende la esclavitud asalariada...”. Planteamiento que refleja una realidad concreta, las ciencias sociales erigidas en una sociedad dividida en clases responden a ese orden o estructura social. O sirven para mantener el orden existente en una clara opción estatista o reformista o se sirve al cambio como diría Efraín Morote (1983:6) “... se trabaja para zurcir o recoser ese orden, sin comprometer su esencia, o se trabaja para poner el mundo al revés”.
El historiador que asuma como ciencia la historia, tiene la obligación de analizar a los hombres en concretos en sus relaciones sociales con otros hombres , no a los individuos ni al hombre aislado de su base económico social, el análisis de la historia ciencia, logra comprender el desarrollo de los fenómenos sociales, estudiándolos en su dinámica interna y sus relaciones con la realidad que la rodea, dado que cualquier fenómeno social no se desarrolla aislado de una realidad concreta, una formación económico social, una forma de producir etc.
De esta manera resulta absurdo analizar por ejemplo la vida cotidiana, las llamadas mentalidades, si es que antes no se ha logrado entender la dinámica económico social donde los hombres se desarrollan, es decir la base concreta, el llamado ser social , aquel concepto sustancial para entender las manifestaciones restantes del hombre, su política, su religiosidad, etc.
Un análisis que prescinda de la base económica social en la que se desarrollan los hombres, o contiene un análisis fragmentado o en su defecto esta buscando la mera descripción de aspectos aislados de la totalidad y pretendería desvincular al hombre de la realidad. Es deber del historiador analizar los fenómenos sociales por tanto en su dialéctica interna y externa. Analizarlos en sus relaciones con otros procesos y fenómenos y considerarlos como parte del devenir histórico en interconexión con otros fenómenos sociales.
La pretendida objetividad difundida y defendida por “un grupo de intelectuales” que intentan desconocer el carácter de ciencia a la historia, pretendiendo vendernos la idea de que la historia es una forma de literatura donde el historiador nunca llega a conocer la realidad y recrea a su libre imaginación el pasado; habiendo por tanto tantas historias y verdades como historiadores hay, forma parte de un grupo de intelectuales que buscarían como menciona el historiador español J.J. Carrera: “no sólo debilitar el estatuto epistemológico de la historia, sino despojarla también de su función critica en un mundo cambia y frente a un futuro difícil..”.
Su pretendida historia objetiva carente de ideología y que ahora, aborda nuevos temas como el genero, mentalidades, análisis de discurso reduciéndolo como menciona Fontana al plano formal; obedecen a pretensiones de reducir el análisis histórico “a la mera descripción, al mero relato....separan las premisas formuladas por el hombre de su propio pensamiento, el leguaje del pensamiento. Manipulando el análisis aristotélico, elevan el lenguaje a la dimensión ontológica, independientemente del pensamiento del hombre que los formulo, pues es evidente que una premisa es planteada por un hombre histórico y socialmente determinado”
Alejan de la realidad el análisis, y esto obedece a una apuesta por alejar al hombre de su base concreta alejarlo de sus problemas reales para reducirlo al análisis semántico y lingüístico. Y la intención es exprofesa, pretenden vendernos una historia sin conflicto como si la lucha de clases fuera un hecho inexistente en la historia, postulando que esta nueva forma de hacer historia es objetiva, dado que la otra es ideologizada, sin embargo, su visión de historia al desconocer el conflicto desconoce una ley de la historia la ley de la contradicción, expresada en la historia con la denominada lucha de clases, concepto que refleja la contradicción que se produce entre dos clases antagónicas cuando luchan por sus intereses de clase, y que se expresa en la lucha económica, cuando un obrero se enfrenta a la patronal por mejores condiciones de vida, la lucha ideológica al nivel de los planteamientos que legitiman el orden existente o lo cuestionan, y la lucha política al nivel de la estructura política cuando una clase lucha por obtener el poder político.
Pretender obviar o desconocer un aspecto tan sustancial del proceso histórico insertado en el devenir y que genera la dinámica social como pretenden los “novísimos” planteamientos obedece a posturas que buscan legitimar el orden existente y quitarle a la historia su carácter de ciencia y reducirla a una disciplina que no contribuya a la transformación social.
III. Reflexiones Finales
La historia concebida como ciencia juega un papel capital en estos momentos en el devenir del proceso histórico, pues sus análisis y sus planteamientos deben servir a la sociedad a las grandes mayorías que son las gestoras de la historia. Allí radica la función subversiva de la historia, tan temidas por los defensores de un sistema que se pretende hegemónico y único, y desconoce el carácter dinámico de la historia. La tan difundida “imparcialidad” en los análisis de los novísimos planteamientos en la teoría y filosofía de la historia sólo expresan una visión idealista encubierta que pretende negar el carácter dinámico de la historia y busca alejar a la historia ciencia de los problemas reales y concretos, cumpliendo una clara función conciente o inconcientemente, legitimar el orden existente, un sistema económico que evidencia ser excluyente para las grandes mayorías. Por tanto planteamientos de moda como la tan llamada posmodernidad han cumplido durante estas décadas ese papel de sostenedoras del sistema hegemónico capitalista.
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