miércoles, 3 de noviembre de 2010

RESPUESTA AL COMPAÑERO CÉSAR LÉVANO, DIRECTOR DE LA PRIMERA



Compañero César Lévano:

Porque tanto Ud. cuanto nosotros estamos en la brega antineoliberal es que lo consideramos compañero, pero ahora tenemos el deber de aplicarle las armas de la crítica porque acaba de vertir Ud. esto, refiriéndose al senderismo: “En Vórtice, revista que exhibe su vínculo con Guzmán, han lanzado un documento en que atacan sañudamente a profesores como Zenón de Paz (SIC), al ex rector Manuel Burga y, de pasada, a mí. Dime a quién atacas y te diré a quién sirves” (LA PRIMERA, 23/08/10, P. 2).

Siendo el blanco el neoliberalismo, compañero Lévano, alevosamente nos imputa el haber vehiculado un escrito que, bajándolo de Internet, publicáramos con el único fin de criticarlo, buscando que sus autores se enmienden, como se puede ver en la p. 5 de nuestra edición # 22, y como lo ha reconocido el profesor Zenón Depaz (LA PRIMERA, 24/08/10, P. 6).

Pero, compañero César, el odio que aceza en Ud. no es principalmente contra VÓRTICE. En todo caso, es ínfima y derivada la inquina que Ud. nos dedica, la cual, no obstante, con la mayor cordialidad le solicitamos cesar. Por quien siente Ud. ansias insatisfechas de verlo destruido, es por el compañero Abimael; el odio que Ud. rezuma y que lo desequilibra es en contra de él. Sin la menor erubescencia denigra consuetudinariamente de ese hombre a sabiendas de que hace dieciocho años él no puede defenderse. Eso no es decente. Más aún, ese odio es estéril e inconducente, compañero Lévano. Esa no es la levadura que el pueblo necesita. La salud histórica de nuestra nación demanda una actitud de reconciliación. De seguir por ese rumbo Ud., el destino le va a deparar cada vez más amarguras al ver cómo los senderistas metabolizan cuanto proyectil se les lanza y continúan remontando sus problemas. La juventud, por de pronto, y pese a cuanto se demoniza al compañero Abimael en esta sociedad enaromada de radicalidad, está crecientemente curiosa por el pensamiento Gonzalo, el cual, nosotros, a fuerza de no encontrar ningún otro paradigma para una reconciliación sin humillación, adherimos también.

Mas dice Ud., compañero, que lo grave es que los senderistas no discuten. Nosotros, que a lo que hemos llegado es a pensamientistas Gonzalo, le proponemos algo práctico: un debate. Octubre o la fecha que Ud. proponga. San Marcos. Temas: 1) ¿Es verdad o no que fue un acierto histórico del Dr. Guzmán no permitir que el camino del pueblo sea hipotecado al proceso de Velasco, como lo prueba el que Dionisio Romero, uno de los que se encumbró con Velasco, ahora es parte de quienes acaparan las tierras cerrando el ciclo previsto por Abimael? 2) Lo dicho por la compañera Elena Yparraguirre en entrevista de EFE: “Me pregunto sin descanso cómo se hace una revolución con menos costos”. Claro que puede proponer otros temas y, en fin, otro lugar.

Pero es Ud. el que va a eludir el debate y no nos va a responder, compañero Lévano, en prueba de la levedad de su proceder. Hasta es posible que ya esté debatiéndose en el arrepentimiento y aparente escudarse en su estatus para no polemizar. Pero nuestro país tampoco necesita de arrepentidos, que luego se arrepienten de arrepentirse. En todo caso, si Ud. ni tan siquiera asume una autocrítica, de la que tanto se habla, estaría sujetándose a Aldo M., como le dice Raúl Wiener al subvástago que le salió a José Carlos Mariátegui, quien ofende pero no encara ningún debate.

Ya ve, pues, compañero César Lévano. Así como la universalidad reside en la particularidad (Hegel), así esto puede servir para reconstruir desde el presente, considerando quién empezó los ataques, cómo se han tejido las leyendas negras en el pasado reciente. Y junto con sugerirle, a Ud. que ha leído mucho más que nosotros, que relea Memorias de Adriano, de Yourcenar, pertinente para apostar por la reconciliación pese a supuestos o reales fanatismos e hipocresías, le damos la seguridad de que cuando le extendamos la mano en franca cordialidad, y esa mano sólo estreche frustración, sabremos redoblar nuestra paciencia, pues tampoco queremos erigirnos en jueces de Ud. Con lo cual le anunciamos que desde ya le concedemos la amnistía.
¡ ÚLTIMO NÚMERO !

Singular diálogo entre Noam Chomsky y su público


por Chomsky
Presente en París del 28 de mayo al 1º de junio, el lingüista y militante estadounidense Noam Chomsky pronunció varias conferencias ante salas colmadas, en particular en el teatro de la Mutualité, invitado por Le Monde diplomatique, y en el Collège de France. Tras sus exposiciones, los debates con el público dieron lugar a ricos intercambios sobre cuestiones de actualidad. He aquí algunos extractos.
Un participante se pregunta acerca de la ausencia del costado social en las actuales políticas económicas europeas. Chomsky le propone analizar la situación de manera diferente.
En los hechos, la política económica europea obedece a un proyecto social. Al igual que todos los proyectos sociales, el que adopta Europa está concebido para favorecer a ciertas personas en detrimento de otras. El propio Martin Wolf (1), un economista liberal, observó: este programa sirve a los bancos y perjudica a las poblaciones. Sin embargo, suscita preguntas en el plano puramente económico. Se saben muy pocas cosas de economía, pero al menos se conoce la lección de Keynes: cuando la demanda es escasa y cuando el sector privado no invierte, el único medio para estimular el crecimiento es el gasto público. Hay que reactivar la economía, aceptar un déficit temporal para volver a dar trabajo a la gente.
Es bueno para ellos, bueno para la economía y, al fin y al cabo, eso permite colmar el déficit inicial. Evidentemente, existe el riesgo de inflación. Ahora bien, a los banqueros no les gusta la inflación. Quieren reducirla al máximo. Incluso cuando es muy poca, como ocurre hoy. Incluso si implica frenar la economía y hacer sufrir a la población. Pero todo eso constituye un programa social. Para un país como Grecia, la otra solución consistiría en negarse a pagar su deuda. En otras partes se menciona la expresión “deuda odiosa” para significar que no tiene ninguna legitimidad, que no fue contraída por la población, que el dinero se le prestó a una pequeña camarilla, en favor de la gente más rica: los que no pagan sus impuestos.
Lógicamente, tendrían que ser ellos los que reembolsaran la deuda.Interrogado sobre la utilidad de la violencia en la lucha política, Chomsky responde analizando las motivaciones que subyacen en ese tipo de acción. Olvidemos un instante los principios y concentrémonos en la táctica. Tienen que elegir una táctica que tenga una chance de tener éxito, si no, todo lo que hagan será gesticular. Si buscan una táctica que permita llegar a un resultado, no deben aceptar el terreno de combate que prefiere el enemigo.
El poder estatal adora la violencia: tiene su monopolio. Poco importa el grado de violencia de los manifestantes, el Estado desplegará uno mayor. Esa es la razón por la que desde los años 60, cuando yo hablaba de militantismo a los estudiantes, les aconsejaba no llevar cascos en las manifestaciones. Por cierto, la policía es violenta, pero si llevan un casco, lo será más aún. Si llegaran con un fusil, ellos vendrían con un tanque, si ustedes vinieran con un tanque, ellos llegarían con un B52: es una batalla que forzosamente ustedes van a perder. Cada vez que tomen decisiones tácticas, tienen que hacerse la pregunta: “¿A quién intentamos ayudar?” ¿Pretenden tener la conciencia tranquila? ¿O es que intentan ayudar a la gente, hacer algo por ella? La respuesta conduce a elecciones tácticas diferentes. Supongamos que la cuestión sea la del boicot de la Universidad de Haifa (2). Con ese tipo de acción, le hacen un regalo a los extremistas.
De inmediato dirán, y con razón, que ustedes son unos perfectos hipócritas: “¿Por qué no boicotean la Sorbona, Harvard u Oxford? ¡Sus países están implicados en peores atrocidades! Entonces, ¿por qué boicotear la Universidad de Haifa?” Es pues un regalo que hacen a los extremistas, que podrán desacreditar el contenido ideológico del boicot. Puede permitir tener la conciencia tranquila a los que lo aplican, pero, finalmente, perjudica a los palestinos. Durante la guerra de Vietnam, me chocó que los vietnamitas no apreciaran acciones como la de los Weathermen (3). Se trataba de jóvenes simpáticos, los admiraba, me sentía cerca de ellos. Su manera de oponerse a la guerra consistía en salir a la calle y romper vidrieras. Los vietnamitas se oponían totalmente a esta clase de acciones. Querían sobrevivir: se burlaban de que a estudiantes estadounidenses les gustara ese tipo de cosas. Con bastante rapidez comprendieron que desfilar por las calles con pancartas para romper vidrieras fortalecía la causa de los que deseaban la guerra. Es lo que pasó. La táctica que privilegia la conciencia tranquila del que actúa puede perjudicar a las víctimas. Por el contrario, los vietnamitas admiraban las manifestaciones silenciosas de mujeres que se arrodillaban delante de las tumbas. Para ellos, era el tipo de cosas que debíamos hacer. Sucede lo mismo en la actualidad: si quieren ayudar a los palestinos, reflexionen sobre las consecuencias de la táctica que adopten.
A propósito de la debilidad de las movilizaciones populares en torno a un programa de izquierda, Chomsky menciona el movimiento radical de derecha “Tea Party” (4), en Estados Unidos.
Se tiende a ridiculizar el movimiento “Tea Party”. Y en ese tema muchas cosas son ridículas. Pero esa gente plantea cuestiones verdaderas. Contentarse con ironizar sobre eso no conduce a nada. De los líderes, puede ser: por ejemplo, burlarse de Sarah Palin. Pero la gente que fue atraída por el movimiento sufrió durante los treinta últimos años. No por fuerza comprenden el porqué. Si escuchan los programas de radio donde se expresan, en general escuchan esto: “Hice todo lo necesario. Soy un obrero blanco, un buen cristiano. Serví a mi país bajo la bandera. Hice todo lo que se esperaba de mí. ¿Por qué mi vida se viene abajo? ¿Por qué se transforma mi país? ¿Por qué dejan pisotear los valores que me son caros? ¿Y por qué no tengo trabajo cuando los banqueros colapsan bajo los dólares?” Son preocupaciones auténticas. Quizás estén mal formuladas, pero se justifican. Y no sirve de nada burlarse de ellas. Esa gente es precisamente a la que la izquierda debería organizar. Y no lo hace.
Un participante objeta a Chomsky que a menudo postule que existe una manera racional de analizar las políticas, mientras que no habría nada de racional en el comportamiento de Israel cuando multiplica las colonias, incluso en Jerusalén Este. Tampoco habría nada de racional cuando el gobierno estadounidense sostiene de facto una ocupación, que por otra parte condena verbalmente y que sólo puede perjudicar su relación con el mundo árabe.
El apoyo de Washington a Israel es bien racional. Data de 1967, cuando Estados Unidos tomó el relevo de Francia. En esa época un conflicto oponía dos fuerzas del mundo árabe: el fundamentalismo musulmán, sostenido por Estados Unidos, y el nacionalismo laico, considerado como el principal enemigo de las potencias occidentales. Es decir, Arabia Saudita contra Nasser. Ahora bien, Israel destruyó el nacionalismo laico, sostuvo y consolidó el fundamentalismo musulmán junto con Estados Unidos. Washington apoyó militarmente a Israel; el Estado hebreo se tornó más o menos sagrado, lo que no era el caso antes.
En 1970, otro importante regalo. Conforme a los deseos de Estados Unidos y de Israel, Jordania aplastó la resistencia palestina durante lo que se llamó el “Septiembre Negro”. Siria había hecho saber que podría intervenir para defender a los palestinos. Ahora bien, Estados Unidos estaba todavía atascado en el sudeste asiático. Apeló pues a Israel para pedirle que movilizara sus tropas para impedir que Siria interviniera del lado de los palestinos. Siria retrocedió. El reino Hachemita, aliado de Estados Unidos, se consolidó, así como Arabia Saudita. Entonces, la ayuda estadounidense a Israel se multiplicó por cuatro. Y todo siguió de la misma manera.
El marco estratégico estadounidense, llamado alianza periférica, se basa en dirigentes árabes y dictadores que controlan sus países y el petróleo. Tienen que protegerse de su propia población. Para lograrlo, Washington recurrió a una periferia de gendarmes, de preferencia no árabes, ya que [son] más competentes cuando se trata de matar a árabes. En primer lugar, la periferia estaba constituida por Irán, en ese entonces gobernada por el Sha, Turquía y Pakistán. A comienzos de los años 1970, Israel se unió a ese grupo, convirtiéndose así en miembro de la gendarmería. Nixon los llamaba “los polis en patrulla” (“cops on the beat”). Comisarios locales, una sede de la policía en Washington: he aquí la estructura que debía controlar la región.
En 1979, el sha fue derrocado; Irán estaba “perdido”. De nuevo aumentó el rol de Israel. En esa época, Israel prestaba varios servicios a través del mundo. El Congreso estadounidense impedía el apoyo directo de Washington a un terrorismo de Estado en el poder en Guatemala, en Sudáfrica y en otros lugares. Estados Unidos recurrió pues a una red de países amigos que comprendía Taiwán, Israel, Gran Bretaña (y probablemente Francia), para de alguna manera hacer el trabajo sucio.
En ese plan, Israel es muy eficaz. Sociedad industrial rica, dotada de técnicas vanguardistas, de una mano de obra muy calificada, el Estado hebreo atrae las inversiones de las empresas estadounidenses de alta tecnología. Algunas industrias militares israelíes estrecharon vínculos con Estados Unidos, donde transfirieron una parte de su logística; desde los años 1950, los servicios de información de ambos países trabajan en buena inteligencia. Para la industria militar estadounidense, Israel constituye un maná financiero: cuando Estados Unidos gasta miles de millones de dólares al año para ayudar a Tel Aviv, Lockheed Martin embolsa una parte. Y cuando Lockheed Martin vende aviones militares de última generación a Israel, Arabia Saudita replica diciendo: “también nosotros los queremos”. Entonces Lockheed Martin vende equipos de menor calidad a Arabia Saudita, la que no siempre sabe usarlos, pero que compra por toneladas. En resumen, doble beneficio.
¿Qué pueden ofrecerles los palestinos a Estados Unidos? Son débiles, están dispersados, no disponen de ningún recurso y de casi ningún apoyo en el mundo árabe.

Los derechos son proporcionales al poder. Israel es un país poderoso, lo que le confiere ventajas; por lo tanto, tiene derechos. Los palestinos son débiles, no tienen ningún aliado; por lo tanto, no tienen derechos. Apoyar a los poderosos así como su propio interés, revela una política perfectamente racional. Se puede objetar que el apoyo que aporta a Israel causa oposiciones, manifestaciones en los países árabes, pero eso nunca fue considerado como un problema. Contamos con las dictaduras para aplastar a las poblaciones, y les suministramos las armas para hacer realidad ese objetivo. Ustedes pueden alegar que no es la decisión correcta, pero no pueden decir que es irracional. Por otra parte, está en perfecta coherencia con las políticas que llevaron a cabo en Latinoamérica, en el Sudeste asiático y en otras partes del mundo. A veces no sale bien, la planificación imperialista no es perfecta.
En la actualidad, las cosas son un poco diferentes, no por Obama sino porque Israel giró muy a la derecha. Allí sopla un viento de paranoia, de ultranacionalismo, de histeria, etc., que contribuye a banalizar los actos destructores, irracionales. Ahora bien, hoy Estados Unidos tiene ejércitos in situ, en Irak y en Afganistán. La irracionalidad de las acciones israelíes los puso en peligro. El general David Petraeus acaba de alertar contra el riesgo que la intransigencia israelí hace pesar sobre las tropas estadounidenses. Y no puede excluirse un viraje de la política de Estados Unidos: es un país muy chovinista donde, cuando alguien se atreve a perjudicar a nuestros valientes soldados, hay bastante disposición a quitárselos de encima. Israel juega pues un juego muy peligroso. 


1 Editorialista del Financial Times.
2 La cuestión de la eventual utilidad de una protesta contra la política de Israel en los territorios ocupados a través de un boicot en la Universidad de Haifa, acusada de discriminar a los estudiantes palestinos, acababa de ser mencionada durante el intercambio con el público.
3 Organización de estudiantes para una “nueva izquierda”, fundada en 1969 en ocasión de la guerra de Vietnam.
4 TEA por Taxed Enough Already: “ya basta de impuestos”.
En internet
Las transcripciones y grabaciones de las intervenciones de Noam Chomsky se encontrarán en el sito de Chomsky.fr, así como en el de Le Monde diplomatique (http://www.monde.diplomatique.fr/carnet/2010-05-31-Chomsky)
Noam Chomsky.

Israel y la tercera amenaza


por Thomas Keenan y Eyal Weizman
 El asalto de comandos militares israelíes a la flotilla de ayuda humanitaria para la Franja de Gaza y la muerte de nueve pasajeros provocaron una fuerte condena internacional. Lejos de ser un simple error, este ataque confirma el giro radical tomado por las autoridades israelíes respecto del derecho humanitario internacional y las organizaciones de defensa de los derechos humanos.
Aún deben esclarecerse numerosos detalles de la manera en la que un comando de la marina israelí se apoderó del Mavi Mármara, el buque insignia de la flotilla de ayuda humanitaria para la Franja de Gaza, la madrugada del 31 de mayo de 2010. Cualesquiera sean los resultados de la investigación, este ataque israelí muestra dos nuevos desarrollos en el conflicto, a la vez paralelos y ligados: la creciente politización de la asistencia humanitaria y la mayor desconfianza de las autoridades israelíes respecto de las organizaciones de defensa de los derechos humanos y el derecho internacional.
Salvo raras excepciones, los ataques directos y programados contra agentes humanitarios o militantes de los derechos humanos (incluso aquellos que no respetaron el principio de neutralidad) fueron sobre todo obra de milicias rebeldes, bandas de criminales y Estados policiales. Entre ellos, los talibanes, el ejército de la República Serbia de Bosnia, los insurgentes iraquíes y los responsables de las “guerras sucias” en América Latina. Con el asalto mortífero contra el barco turco, el gobierno israelí ¿decidió acaso seguir las huellas de estos últimos?
Para responder a esta pregunta, es necesario retroceder en el tiempo. Este ataque en el Mediterráneo –seguido, el 5 de junio, por la inspección no violenta del buque humanitario MV Rachel Corrie– es el sangriento apogeo de un proceso a lo largo del cual el gobierno israelí y organizaciones privadas sumisas comenzaron a considerar a las organizaciones humanitarias y de defensa de los derechos humanos –así como al derecho humanitario internacional– como “enemigos” o amenazas para la existencia misma del Estado judío.
Antes de la partida de la flotilla, el viceministro de Relaciones Exteriores israelí Danny Ayalon declaraba: “No existe crisis humanitaria en Gaza”; la flotilla no tenía pues una misión de asistencia sino que era “una provocación tendiente a deslegitimar a Israel”. El servicio de prensa gubernamental envió incluso por correo electrónico a periodistas el menú de un restaurante de Gaza, para mostrarles que allí se alimentaban bien. Después del asalto, los dichos de Ayalon sobre “la armada de odio y violencia en favor de la organización terrorista Hamas” simplemente confirmaban esta percepción oficial (1).

La campaña comenzó en el verano boreal de 2009, tras la publicación de informes provenientes de organizaciones de defensa de los derechos humanos que criticaban la conducta del ejército durante la operación Plomo Fundido en Gaza, de diciembre de 2008–enero de 2009 (2). El primer ministro Benjamin Netanyahu –cuya reputación de halcón se había reafirmado en su anterior mandato (1996-1999)– y su flamante gobierno reaccionaron muy duramente a estas conclusiones y cuestionaron seriamente a sus autores y su lógica.
“Vamos a dedicar tiempo y hombres para combatir a estos grupos; no nos vamos a quedar aquí sin hacer nada y dejar que estos grupos de defensa de los derechos humanos disparen contra nosotros con total impunidad”, declaraba Ron Dermer, uno de los responsables del gabinete de Netanyahu, a Jerusalem Post. “Cada ONG que participa en esto echa leña al fuego y sirve a la causa de Hamas –agregaba–. Es exactamente lo que quiere Hamas” (3).

En agosto de 2009, durante una reunión con colonos, Moshe Yaalon, ex jefe del Estado Mayor del Ejército y ministro de Asuntos Estratégicos, calificaba de “virus” a los activistas del sin embargo muy moderado movimiento Paz Ahora: “Nos enfrentamos de nuevo al problema del virus Paz Ahora –los elitistas, si se quiere– que causó muchos daños” (4).
Aunque condenada por el primer ministro, esta declaración, después de las expresiones militantes de Dermer, marcó el tono de la campaña que se desarrolla desde entonces. Ésta se intensificó luego de la publicación, en septiembre de 2009, del informe sobre la guerra en la Franja de Gaza presentado por la comisión designada por el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas y presidida por el juez sudafricano Richard Goldstone. Dicho informe acusaba a Israel (y a Hamas) de graves violaciones a los derechos humanos y al derecho humanitario internacional, de “actos asimilables a crímenes de guerra y, quizás, en determinadas circunstancias, a crímenes contra la humanidad”.

El gobierno israelí habría podido ignorar este informe o denunciarlo atribuyéndolo a los sospechosos “antiisraelíes” de siempre. Pero tomó las acusaciones muy en serio, haciendo caso omiso de las recomendaciones de la comisión. Decidió “combatir” el informe y el fenómeno calificado en su totalidad de “goldstonismo” o de “efecto Goldstone”, que encarnaba, según él, una tendencia internacional a deslegitimar a Israel y negar su derecho a existir (5).
En noviembre de 2009, durante una conferencia en el Saban Forum, uno de los institutos estratégicos más importantes del país, Netanyahu en persona identificó “tres desafíos para la seguridad de Israel” (6). El primero, un “Irán nuclear” que amenaza con “borrar a Israel del mapa”. El segundo, los ataques de cohetes y misiles de las organizaciones islamistas como Hamas o Hezbollah. Y ¿cuál era la tercera amenaza, después de estos importantes aunque tradicionales adversarios? “El tercer desafío para la paz es el intento de negar a Israel su derecho a la autodefensa. Tal es el objetivo del informe Goldstone de la ONU sobre Gaza”.
Para el primer ministro, el problema no se limitaba al juez Goldstone o a organizaciones humanitarias, e Israel no era el único país en la mira: “Estén seguros de que este informe de la ONU –continuaba– no es un problema exclusivo de Israel. Amenaza con atar de manos a todos los Estados que luchan contra el terrorismo”. Así, el problema iba mucho más allá de la simple violación al derecho humanitario internacional (las leyes de la guerra), motivada por razones ideológicas o políticas. Radicaba en la propia definición de estas leyes que, según sostenía, acordaban una protección injustificada a “terroristas infiltrados en zonas civiles que lanzan deliberadamente ataques contra inocentes”, socavando la posición moral y jurídica de los Estados que los combaten.
Netanyahu exigía una reforma radical del derecho humanitario internacional para hacer frente a esta “amenaza”. “Paradójicamente –afirmó– es posible que una respuesta firme de dirigentes y eminentes juristas internacionales a este informe moralmente desviado acelere la revisión de las leyes de la guerra en la era del terrorismo”.
Una cosa es criticar las Convenciones de Ginebra y el derecho humanitario internacional; otra es violarlas o ignorarlas: los actores estatales y no estatales lo hacen permanentemente. Pero sigue siendo muy distinto ver en estas mismas leyes y en sus defensores una amenaza a la existencia de un Estado, y de querer combatirlas sistemáticamente. Esta interpretación explica por qué documentos jurídicos como el informe Goldstone –que tiene la facultad de limitar la capacidad de Israel para actuar de “manera desproporcionada”– pueden percibirse como una amenaza existencial.
A la luz de estos elementos, el ataque contra el Mavi Mármara ilustra lo que el gobierno israelí entiende por el fin de la “impunidad” para las ONG y otros militantes internacionales, acusados de representar una amenaza estratégica, al igual que las armas nucleares iraníes o los misiles y cohetes capaces de alcanzar el territorio israelí.

En enero de 2010, el think tank israelí Reut Institute expresó su preocupación por la “guerra de deslegitimación” lanzada contra Israel. Su director Gidi Grinstein declaraba en las columnas del diario Haaretz: “Nuestro personal político y militar se ve amenazado por procedimientos judiciales y de detención cada vez que viaja al extranjero; las campañas de boicot contra nuestros productos se multiplican y nuestra propia existencia está cuestionada en instituciones académicas y círculos intelectuales. El país está cada vez más aislado. Hasta hoy, Israel no ha sabido reconocer en este proceso la amenaza estratégica, potencialmente existencial, que representan para el país” (7).
Este “reconocimiento” ya ha sido adquirido. El gobierno israelí y un grupo de organizaciones amigas lanzaron un proyecto en varias etapas de “contra-deslegitimación”. Retomando las palabras de uno de sus miembros, se trata de “poner fin a la práctica de algunas ONG ‘supuestamente humanitarias’ tendiente a explotar la etiqueta de ‘los valores universales de los derechos humanos’ para promover reivindicaciones hostiles a Israel, motivadas por razones políticas e ideológicas” (8). Paralelamente, grupos israelíes lanzaron campañas contra el New Israel Fund, una organización con sede en Estados Unidos que financia a militantes israelíes de la sociedad civil (y ONG) acusados de socavar los cimientos del Estado contribuyendo a investigaciones para la comisión Goldstone (9).
Este clima condujo a dos medidas. En febrero de 2010, el Parlamento aprobó en primera lectura, por aplastante mayoría, una ley que priva a los grupos apoyados por gobiernos extranjeros (es el caso de la mayoría de las organizaciones humanitarias y de defensa de los derechos humanos) del derecho a beneficiarse de exenciones impositivas. Por otra parte, en abril de 2010 se presentó un proyecto de ley tendiente a cerrar ONG implicadas en los procedimientos judiciales intentados contra altos funcionarios u oficiales en el exterior.
Por su parte, el ejército comenzó a enfrentar a los militantes internacionales, principalmente europeos, con un renovado vigor y celo, invadiendo ciudades palestinas para detenerlos. Otros fueron rechazados en las fronteras o encerrados en el nuevo centro de detención construido a tal efecto en el aeropuerto de Tel Aviv.

En una carta abierta de enero de 2010, un grupo de trece organizaciones israelíes defensoras de los derechos humanos exhortó al gobierno a “denunciar los crecientes ataques contra las organizaciones de defensa de los derechos humanos y del cambio social en Israel”, mencionando “una serie de comentarios injuriosos de representantes oficiales que desean deslegitimar a las organizaciones de la sociedad civil”. Entre estas invectivas, los dichos de Yaalon que denunciaban a “nuestros enemigos del interior”. Según esta lógica, las ONG internacionales serían, en cambio, “enemigos del exterior” (10).
Este clima permite comprender la envergadura de la operación ordenada contra la flotilla; recordemos que varios barcos de ayuda humanitaria fueron autorizados en el pasado a atracar en Gaza. Y también por qué la reacción de los soldados fue tan desproporcionada, aun cuando algunos pasajeros del barco se resistieran violentamente a la inspección.
Si Israel se empecina en querer reescribir el derecho humanitario y reglamentar la provisión de ayuda en la región, y si organizaciones internacionales responden con mayores desafíos legales y otras con el reiterado envío de barcos, el incidente del Mavi Mármara quedará en la memoria como el primer disparo de esta nueva batalla contra el derecho humanitario internacional. 

1 “Seizure of the Gaza flotilla: Press conference with Dep FM Ayalon”, 31-5-10 (www.mfa.gov.il).
2 B’tselem, “Operation Cast Lead, 27 December 2008 to 18 January 2009”; léase también Breaking the Silence (Shovrin Shtika), “Soldiers Testimonies from Operation Cast Lead, Gaza 2009”, 15-7-09.
3 Herb Keinon, “Diplomacy: Israel vs. Human Rights Watch”, The Jerusalem Post, 16-7-09 (actualizado el 18-7-09).
4 “Ya’alon calls Peace Now ‘a virus”, Ynetnews, 19-8-09; Attila Somfalvi, “Netanyahu: Ya’alon remarks unacceptable”, Ynetnews, 19-8-09. 
5 Alastair MacDonald, “After Goldstone, Israel seeks to sharpen PR weapon”, Reuters, 2-2-10. 
6 “PM Netanyahu addresses the Saban Forum”, 15-11-09.
7 Gidi Grinstein, “Israel delegitimizers threaten its existence”, Haaretz, 14-1-10. 
9 New Israel Fund, “NIF Under Attack” (www.nif.org/media-center/nif-under-attack.html).
10 Association for Civil Rights in Israel, “Targeting of Human Rights Organizations Destroys Israeli Democracy”.

*Respectivamente: Profesor asociado de literatura comparada y Director del Human Rights Project en la Universidad de Bard (Nueva York); Director del Centro de Investigación Arquitectónica, Instituto Goldsmiths, Universidad de Londres.

La voluntad respetada

Por Manuel Burga
Terminó la dramática espera: Susana Villarán es la nueva alcaldesa de Lima y la sorpresa, para enojo del gobierno y preocupación del alcalde saliente, se ha consumado. Este proceso electoral nos ha dejado la inquietante experiencia de una ONPE y un JNE lentos, casi inoperantes, y cuatro JEE de Lima más que sospechosos. El fraude electoral, que la prensa y los ciudadanos movilizados nunca se cansaron de prevenir, ha quedado final y afortunadamente bien derrotado.
La voluntad electoral se ha respetado y esta lección sanciona a los que no hacen lo mismo con la democracia.  La ocasión me parece oportuna para recordar que los sanmarquinos que observaron el proceso electoral interno del 25 de mayo pasado, para elegir representantes docentes a la Asamblea Universitaria, han tenido la desagradable experiencia de vivir un fraude. Esa noche, al cierre de las mesas de sufragio, se declaró ganadora a la lista de oposición.  Unas horas más tarde, en la madrugada del 26, el Comité Electoral de San Marcos, en un acto de flagrante manipulación, anuló el voto de los profesores principales de Medicina y con esta maniobra la lista oficialista se convirtió en ganadora.
La lista ganadora reclamó ante el mismo Comité Electoral, copado por representantes oficialistas, que respondió que el acta anulada tenía errores materiales irremediables, los que curiosamente no fueron detectados al cierre de la mesa electoral correspondiente. Acudieron inútilmente a la ONPE, también a la ANR, institución que se declaró incompetente para intervenir en este caso. Iniciaron en el Poder Judicial, un mes después, dos expedientes, uno contencioso administrativo y otro penal, los que en tiempo récord fueron desestimados: el fraude había sido consumado.
Que en las elecciones municipales haya prevalecido la voluntad de los electores,  que el fantasma del fraude haya sido derrotado finalmente, nos deja un hálito de esperanza. La impotencia ante el fraude y la impunidad de los corruptos producen desasosiego, escepticismo y desmovilización en los afectados. Tenemos la sensación, en los últimos meses, que ese mismo fantasma asedia a muchas universidades públicas, y a algunas en particular, como la UNPRG de Lambayeque  y la UNFV de Lima.
La elección municipal acaba de darnos una lección: la democracia necesita prensa libre y opinión pública movilizada. ¿Pero cómo hacer finalmente en las universidades públicas, donde ambas no existen?  ¿O cómo simplemente defender la verdad? El tema está de nuevo en manos del Congreso, tanto a nivel nacional, como de la universidad peruana. En este segundo caso, hace dos días, la Comisión de Educación, en un acto que seguramente incomoda de nuevo al gobierno, aprobó por unanimidad, insistir en la “Ley que democratiza la elección de las autoridades de la Universidad Pública Peruana”.
Esta vez se trata solamente de la pública, no de la privada y los 13 artículos de esta norma proponen la elección de autoridades a través del voto universal, aplicando el factor ponderado tradicional y dejando de lado el sistema de representación delegada.  También proponen un cambio en la naturaleza y tamaño de los órganos de gobierno, lo que es urgente y saludable para poner fin al caos y la anarquía que corroe a la universidad pública.
Nadie puede asegurar que el voto universal sea mucho mejor que la representación delegada, ni al revés. Pero se tiene que atender una emergencia, como la vivida en los últimos 26 días en Lima, de denuncias, intranquilidades y sospechas. La insistencia ha sido aprobada por unanimidad en la Comisión de Educación y ahora pasa al pleno para su ratificación, la que podría discutirse el día de hoy, jueves. El Congreso de la República está ante una nueva oportunidad de promover la mejora de la educación universitaria pública peruana.