viernes, 9 de julio de 2010

Cómo Europa encierra a sus vecinos


por Alain Morice y Claire Rodier
Europa ha cambiado de muros. Hace veinte años, en Berlín, los representantes de las naciones democráticas recibían de forma unánime la caída del muro como una victoria de la libertad. “Toda persona tiene derecho a salir libremente de cualquier país, inclusive del propio”: al fin podría aplicarse el artículo 13 de la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948.
En una resolución de 1991, el Consejo Europeo se regodeaba: “Hoy, ciertos cambios políticos permiten que las personas se desplacen libremente por Europa, lo que constituye una condición esencial para la subsistencia y el desarrollo de las sociedades libres y las Culturas florecientes” (sic). Libertad cuyas recaídas no tardaron en temerse. Primero, se recordó que “el derecho a desplazarse libremente, como lo prevén los convenios internacionales, no implica la libertad de instalarse en otro país”. También hubo preocupación por “el espectacular aumento de la cantidad de solicitantes de asilo en Europa occidental y algunos países de Europa central, tentados de utilizar el Convenio de Ginebra para sortear las restricciones a la inmigración”. (1)
El fin de la guerra fría hizo que aparecieran nuevas líneas de frente a lo largo de las cuales surgieron de la tierra o balizaron los mares otras murallas, reales o virtuales, pero más estancas y muy sangrientas. En el Este, la Unión Europea supo negociar su ampliación a cambio de que los nuevos miembros se comprometieran a vigilar sus fronteras. Cada uno debería construir su propio muro de Berlín. En las costas del Mediterráneo, la cumbre europea de Tampere preconizó desde 1999 una “cooperación regional entre los Estados miembros y los terceros países limítrofes de la Unión en materia de lucha contra la criminalidad organizada”, lo cual incluía la “trata de seres humanos”.
Recurrentemente calificados de “clandestinos” y “víctimas” y reprimidos como “pasadores” de envergadura internacional, puesto que se ayudan entre sí, (2) los inmigrantes serían, de allí en más, el blanco de un discurso que justifica que se los combata para protegerlos mejor. La cumbre de jefes de Estado de Sevilla (junio de 2002) consagraría la lucha contra la inmigración ilegal como una prioridad absoluta de la Unión en sus negociaciones con los Estados vecinos.
Así pues, de allí en más, el Viejo Continente, considerándose capaz de controlar sus fronteras, comenzó a derivar metódicamente esa tarea –ignorando los acuerdos internacionales existentes– a los países de proveniencia o de tránsito. (3) Migreurop, una red de investigadores (léase, a continuación, “Las fuentes”), popularizaría el concepto de “externalización”, tomado de los economistas, para calificar esas trabas a la libertad de circular prevista por los textos internacionales.
Las fronteras exteriores del espacio Schengen (véase el mapa) se beneficiaron de allí en más de una segunda muralla, exterior, que requiere la colaboración de los terceros países. Bautizada de forma eufemística “dimensión exterior de la política de inmigración y de asilo” por el programa de La Haya de 2004, (3) la “externalización” acarrea todo un cortejo de subterfugios ideológicos. En los hechos, se trata de hacer que la responsabilidad de controlar las fronteras recaiga sobre los Estados no europeos, en el marco de una cooperación tan oscura como injusta, pero los dirigentes de los Veintisiete se ven forzados a presentar el asunto como una “gestión concertada de los flujos migratorios”.
La “externalización” consiste en instaurar un dispositivo flexible, cada vez un poco más alejado de las fronteras. Sus dos formas principales son la deslocalización de los controles y la subcontratación de la “lucha contra la inmigración ilegal”. Los grandes perdedores son: el ejercicio del derecho de asilo, que sin embargo todos los países de la Unión se comprometieron a respetar al ratificar el Convenio de Ginebra sobre los refugiados, y el derecho a salir de “cualquier país, inclusive del propio” proclamado por varios textos internacionales.
 Ya desde los años 1990, la Unión envió asesores técnicos, en especial a los futuros Estados miembros, para encauzar las migraciones en el país de origen. En 2004, se instauró formalmente una red de “funcionarios de enlace de inmigración” con el objetivo de “contribuir a la prevención de la inmigración ilegal y a la lucha contra ese fenómeno, al regreso de los inmigrantes ilegales y a la gestión de la inmigración ilegal”. Así, la inmigración se ve calificada de “ilegal” aun antes de haberse producido. La principal tarea de estos funcionarios de enlace es ayudar a las autoridades locales a controlar en los aeropuertos la validez de los documentos de viaje, lo cual, en la práctica, los lleva a no respetar, en ciertos casos, la soberanía del país de partida.
En 2001, una directiva de la Unión instauró un sistema de sanciones financieras para las empresas de transporte culpables de trasladar a personas cuyos pasaportes o visas no son válidos. Muy disuasivas –las multas pueden alcanzar los 500.000 euros y las compañías deben hacerse cargo del traslado de regreso de las personas interceptadas–, obligan a un personal sin competencia a efectuar una selección de los pasajeros antes del embarque. Esa privatización de los controles reduce el trabajo de filtraje en el momento de la llegada. Tiene importantes consecuencias cuando las partidas se justifican por una necesidad de protección; puesto que, si bien, en principio, a los solicitantes de asilo no se les puede objetar la irregularidad de su situación o la falta de visa una vez llegados al país de acogida, tienen que haber podido llegar hasta allí. Así pues, siete pescadores tunecinos fueron inculpados y encarcelados en agosto de 2007 por un juez italiano por “ayudar a la inmigración ilegal”, y sus barcos fueron confiscados porque habían salvado del naufragio a una embarcación y llevado a sus pasajeros a Lampedusa (Sicilia), el puerto más cercano, como sin embargo está previsto por los reglamentos marítimos. (5)
Desde 2005, una agencia de la Unión Europea, llamada Frontex, (6) coordina las operaciones de intercepción marítima entre la costa africana y las islas Canarias, y también en el canal de Sicilia. A fines de 2009, José Luis Rodríguez Zapatero, el primer ministro español, se jactó de haber reducido a la mitad los arribos “ilegales” por mar a España. Sin embargo, todo indica que, por su parte, la mortalidad de los inmigrantes, tanto en el mar como en el desierto, no ha disminuido (véase el mapa en la página de al lado). Aunque el refuerzo de los obstáculos no frena las partidas, obliga a recurrir a rutas migratorias indirectas, más peligrosas. Nadie sabe en qué condiciones se lleva a cabo (o no), durante las intervenciones de Frontex, la identificación de eventuales solicitantes de asilo, un procedimiento en principio obligatorio según las normas europeas de acceso al territorio de los Estados miembros. Más allá del hecho de que se desarrolla al abrigo de todo control democrático, esta deslocalización, de la cual Frontex se ha vuelto el símbolo, permite que los países europeos se sustraigan a las exigencias impuestas en su territorio por sus compromisos en el ámbito de los derechos fundamentales.
La externalización del control de las fronteras constituye la trama de la “cooperación global con los países de origen y de tránsito” consagrada por el Pacto Europeo de Inmigración y Asilo, firmado por los Veintisiete en 2008, por iniciativa de Francia, que entonces ejercía la presidencia de la Unión y había convertido la lucha contra la “inmigración sufrida” en su caballito de batalla. En nombre de la “sinergia entre las migraciones y el desarrollo”, el texto coloca a los países de proveniencia y de tránsito de los inmigrantes en ruta hacia la Unión Europea en la posición de guardias de frontera obligados. Así pues, están encargados de proteger a la distancia las fronteras europeas a cambio de contrapartidas, que a veces son económicas y, otras, políticas.
 
El “estatuto avanzado” que Marruecos obtuvo ante la UE en 2008 recompensa a un país que no escatimó esfuerzos por cumplir el papel que se espera de él en la gestión de las migraciones. En el otoño de 2005, mientras se producían los repetidos intentos por cruzar los “alambrados” que cierran la frontera entre España y Marruecos (7) en Ceuta y Melilla, unas veinte personas de origen subsahariano fallecieron, por caída, asfixia, o bajo las balas del ejército marroquí. Esa masacre y los sanguinarios traslados posteriores hacia la zona desértica en la frontera con Argelia, sin embargo cerrada, fueron ampliamente mediatizados por un gobierno marroquí preocupado por mostrar su preocupación. Menos comentado por la prensa fue el drama que se produjo el 28 de abril de 2008 en las costas de Alhucemas (noreste de Marruecos): unas treinta personas, cuatro de las cuales eran niños, fallecieron ahogadas después de que las fuerzas del orden, según testimonios que coinciden, pincharan su embarcación neumática de forma voluntaria. (8) Ninguna investigación independiente permitió arrojar luz sobre este hecho.
Los acuerdos de “readmisión” firmados con los países vecinos constituyen un elemento clave del dispositivo. Para poder expulsar a un extranjero que se encuentra en situación irregular en el suelo europeo, es necesario que su país de origen, o el último país que atravesó, lo reconozca. Conscientes del hecho de que los terceros países no tienen ningún interés en aceptar el regreso de sus ciudadanos –y mucho menos el de los inmigrantes que sólo estuvieron en tránsito en sus países–, los Estados europeos se embarcaron en un ciclo interminable de negociaciones, cuya lógica alimenta una floreciente corrupción y un retroceso generalizado de los derechos fundamentales. De ese modo, en Senegal, Ucrania o ciertos países de los Balcanes, se realizan devoluciones de “clandestinos” sin ninguna formalidad o garantía de protección a cambio de diversas “facilitaciones”. (9)
El derecho de asilo es la víctima directa de esa guerra conducida por la Unión y sus Estados miembros contra los candidatos al exilio. Rechazados o retenidos en los “países tampón” encargados de proteger la fortaleza Europa, las personas que podrían acceder al estatuto de refugiado se ven privadas de la posibilidad de solicitarlo. En nombre de un supuesto “reparto de la carga”, la UE finge creer que los solicitantes de asilo que ella ya no quiere recibir serán recibidos en buenas condiciones por países aliados cuya colaboración ha sabido aprovechar. De ese modo, alienta, en países que no tienen ni la capacidad logística para integrar refugiados ni la voluntad política de hacerlo (por ejemplo los países del Magreb), los brotes xenófobos contra una población que no es aceptada y que es forzada a llevar una vida precaria. (10)
También incita al desarrollo de una multitud de campos de detención –que ella financia–, como en Ucrania desde 2004. Aunque se trata de un país signatario del Convenio de Ginebra sobre los refugiados. No es el caso de Libia, donde los maltratos infligidos a los inmigrantes y refugiados están ampliamente documentados. (11) Sin embargo, desde mayo de 2009, Italia rechaza embarcaciones de inmigrantes para entregarlos a las autoridades libias. De esa forma, viola a la vez el derecho marítimo internacional y el principio de no rechazo, que prohíbe devolver a personas susceptibles de necesitar protección. (12) Esas violaciones de principios por parte de la UE respecto de los derechos fundamentales fueron cometidas por un Estado miembro sin suscitar ninguna reacción, salvo la búsqueda de soluciones para permitirle seguir actuando de ese modo. En julio de 2009, la Comisión Europea le proponía a Libia entablar una “cooperación para lograr una gestión conjunta y equilibrada de los flujos migratorios”, mientras que el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) ofrecía sus buenos servicios para una “gestión humanitaria” de los centros de detención.
Más allá de la cuestión del ataque a los derechos de los refugiados, la instrumentalización por parte de la UE de la cooperación con los terceros países constituye una peligrosa amenaza contra una libertad primordial: la de ir y venir. También afecta los flujos migratorios de aquellos que no desean particularmente ir a Europa... El concepto de “codesarrollo”, que puede parecer una excelente idea, puesto que asocia migración y desarrollo, está, de hecho, al servicio de esa regresión. Puesto que, si bien oficialmente sólo constituyen una parte de ese concepto, las cuestiones ligadas a la seguridad de las fronteras ocupan un lugar preponderante dentro de una trampa para ingenuos: muchas de las medidas consideradas y de los financiamientos prometidos conciernen a la lucha contra la “inmigración ilegal”, es decir, visto desde los países de partida, contra la emigración.
El discurso del codesarrollo permite hacer que poblaciones de pronto calificadas de “actores de su propio desarrollo” acepten decisiones europeas unilaterales y, simultáneamente, propagar la idea –en Europa, pero también en los lugares de partida– de que el desarrollo de los países de origen va a frenar la inmigración ilegal. Doble engaño: pues el despegue económico de un país tiende más bien a favorecer la movilidad de sus ciudadanos; en cuanto a la “ayuda”, a menudo es malversada por ciertos dirigentes. Pero es un engaño eficaz, pues, para asegurar su misión de filtraje, los países abroquelan sus fronteras y se transforman en carceleros de sus propios conciudadanos. Esos son los resultados tangibles de la cooperación instaurada, por ejemplo, entre España y algunos de sus vecinos de África: en Argelia y Marruecos, la ley convierte la “emigración ilegal” en un delito, mientras que Senegal la sanciona en los hechos. Las poblaciones no son ingenuas respecto de ese bloqueo inverso. En abril de 2010, el presidente de Mali supo escuchar a su diáspora cuando cuestionó “las devoluciones sistemáticas a la frontera”. Como intitulaba sobriamente el diario senegalés Le Soleil el día previo a la conferencia euroafricana de Rabat de 2006: externalización significa “Europa cierra nuestras fronteras”.


1  Conclusiones de la cuarta Conferencia de Ministros Europeos Responsables de las Cuestiones de Migración, Luxemburgo, 1991.
2  Léase el dossier “Passeurs d’étrangers”, Plein Droit, n° 84, marzo de 2010.
3  Jelle Van Buuren, “Quand l’Union européenne s’entoure d’un cordon sanitaire”, Le Monde Diplomatique, enero de 1999.
4  Plan de cinco años que establece las diez prioridades de la Unión Europea.
5  Léase Philippe Rekacewicz, “Migrants, sauvetage en mer et droits humains”, Visions Cartographiques, 27 de septiembre de 2009. http://blog.mondediplo.net/
6  Léase Jean Ziegler, “Réfugiés de la faim”, Manière de voir 108 “Indispensable Afrique”, diciembre de 2009-enero de 2010.
7  Migreurop (libro coordinado por Emmanuel Blanchard y Anne Sophie Wender), Guerre aux migrants. Le livre noir de Ceuta et Melilla, Sillepse, París, 2007.
8  Loubna Bernichi, “La marine royale enfoncée”, Maroc Hebdo, 16 de mayo de 2008.
9, Claudia Charles, “Accords de réadmission et respect des droits de l’homme dans les pays tiers”, nota informativa del Parlamento Europeo, septiembre de 2007. También véase el dossier dedicado por la red Migreurop a los acuerdos de readmisión: http://migreurop.org/article1348.html
10  Sobre Marruecos, léase GADEM (Grupo Antirracista de Seguimiento y Defensa de Extranjeros y Emigrantes), “Rapport relatif à l’application par le Maroc de la Convention internationale sur la protection des droits de tous les travailleurs migrants et des membres de leur famille”, Rabat, febrero de 2009: http://www.migreurop.org/article1395.html
11  Véase ASGI (Associazione per gli Studi Giuridici sull’Immigrazione), “I respingimenti di migranti in Libia violano il diritto d’asilo, le norme nazionali, comunitarie e internazionali”, Bolonia, junio de 2009: http://www.asgi.it/home_asgi.php?n=314&l=it
12  Informe sobre Italia del Comité para la Prevención de la Tortura y las Penas o Tratos Inhumanos o Degradantes (CPT) del Consejo Europeo, 28 de abril de 2010.

domingo, 4 de julio de 2010

ESQUEMA DE ESTUDIO DEL MATERIALISMO DIALECTICO

SILABUS: ESQUEMA PARA EL ESTUDIO DE LA FILOSOFIA MARXISTA

CAPITULO I: MATERIALISMO FILOSOFICO
 SESIONI. MATERIALISMO E IDEALISMO. LA FILOSOFIA MARXISTA
 SESION II. MATERIA Y MOVIMIENTO, ESPACIO Y TIEMPO
 SESION III. LIBERTAD Y NECESIDAD
BIBLIOGRAFIA
-          Engels: Antiduhuring, Filosofía, Capi V – VI. XI
-          Engels: Ludwig Feuerbach, Cap. II y IV
-          Lenin: Materialismo y Empiriocriticismo, Cap. VI.4
-          Carlos Marx: El Materialismo filosófico; La Dialéctica
-          Mao Tse Tung: Sobre la Contradicción
-           
 CAPITULO II: EL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO
 SESION I. EL PROCESO DEL CONOCIMIENTO.
 SESION II. EL PROBLEMA DE LA VERDAD
 SESION III. LA CIENCIA. LOS INTELECTUALES
BIBLIOGRAFIA
-          Engels: Antiduhuring, Filosofía, Cap. III y IX
-          Engels: La Contribución a la Critica de la Economía Política de Carlos Marx. Obras Escogidas Tomo I.
-          Lenin: Sobre el significado del materialismo militante
-          Mao Tse Tung: Sobre la Práctica
-          Mao Tse Tung: ¿De donde provienen las ideas correctas?
-          Marx: El Capital, postfacio a la segunda edición.

 CAPITULO III: LA DIALECTICA
 SESION I. LA DIALECTICA. LA DIALECTICA MARXISTA.
 SESION II. LA LEY DE LA CONTRADICCION
BIBLIOGRAFIA
-          Engels: Antiduhuring, Filosofía, Cap. XII y XIII
-          Engels: Dialéctica de la naturaleza, dialéctica y dialéctica; a) problemas generales de la dialéctica.
-          Lenin: En torno a la cuestión de la dialéctica
-          Lenin: Cuadernos Filosóficos. Resumen del libro de Hegel “Ciencia de la Lógica” (estudiar a fondo los ”elementos de la dialéctica”)
-          Mao Tse Tung: Sobre la Contradicción



 CAPITULO IV: APLICACIÓN DE LA DIALECTICA MATERIALISTA A LA SOCIEDAD
 SESION I. BASE Y SUPERESTRUCTURA
 SESIONII LAS CLASES Y LA LUCHA DE CLASES
 SESION III. LA IDEOLOGIA
BIBLIOGRAFIA
-          Engels: Antiduhuring, Socialismo, Cap. I
-          Engels: Dialéctica de la naturaleza, el trabajo de la Transformación del mono a Hombre
-          Engels: Antiduhuring, Cinco ultimas cartas de Engels. Obras escogidas Marx – Engels. Tomo II (con excepción de la carta de Danielson)
-          Lenin: Carlos Marx. Concepción materialista de la historia y la lucha de clases.
-          Marx: Prologo a la contribución de la economía política
-          Marx- Engels: La ideología alemana, Cap. I

LA CRISIS DEL MODELO COLONIAL HISPANO Y EL COLAPSO DEL ANTIGUO REGIMEN ESPAÑOL (1760 – 1820)


ALBERTO RIVERA

.. a fin de comprender el desarrollo de una cosa, debemos estudiarla por dentro y en sus relaciones con otras cosas, dicho de otro modo, debemos considerar que el desarrollo de las cosas es un automovimiento, interno y necesario, y que, en su movimiento, cada cosa se encuentra en interconexión e interacción con las cosas que la rodean”
(M.T.T)

El colonialismo ibérico, expresión final de un sistema económico de antiguo régimen, definido por Pierre Vilar parafraseando a Lenin “como la última etapa del feudalismo”, fue la expresión más moderna de una época que llegaba a su ocaso, representó el fin y colapso de un modelo económico. El imperio colonial Ibérico representó al antiguo régimen feudal, el cual  transitaba en lenta e inexorable agonía y cuya característica principal fue que era:
“… un sistema antiguo, establecido en el interior de los territorios conquistados y destinado exclusivamente a extraer materias primas” (Flores Galindo 1987:8).

El conocimiento que no es sino el reflejo de la realidad material en las ideas, refleja la realidad y se aproxima a una verdad que se va desarrollando, cada vez más profunda, más verdadera, una verdad que se desarrolla, lo cual permite comprender mejor los fenómenos sociales.
En la actualidad cuando una crisis financiera (crisis inmobiliaria Norteamérica) coloca nuevamente el tema del hundimiento y caída de los imperios[1], surge la necesidad de analizar como surgen y se hunden los imperios en el proceso histórico para fundamentar como un imperio cae y otro sistema se levanta y genera otro proceso social.
En su momento Roma fue la expresión mejor acabada de un sistema económico social, el esclavismo, basado en la explotación  de unos hombres sobre inmensas masas de hombres a través de la apropiación de su trabajo y todo lo producido incluso su vida misma. En este sentido Roma representó la forma más alta y final del sistema esclavista. Análogamente el feudalismo tuvo en el imperio Español la forma más alta y final de este modo de producción.
Como señaló Ruggiero Romano en América los españoles establecen
…Un sistema colonial basado esencialmente en la apropiación de tierras (y de minas) y en la explotación de estas a través de un trabajo coactivo (compulsivo, dicen en bellas palabras los historiadores sudamericanos) de las poblaciones aborígenes y de esclavos importados de África. El hecho es que el nuevo continente, los españoles durante la conquista concentraron (o mas bien enfrentaron) con sistemas de organización política y social totalmente distintos…” (Ruggiero Romano 1992:216)

La conquista de América entregaría a España ingentes materias primas y un flujo de metales preciosos importantes para su economía, que no supo capitalizar y desarrollar desde la perspectiva capitalista; para los siglos XVII y sobre todo el XVIII, aparecerán los holandeses y luego los ingleses. Desenvolviéndose una crisis en el modelo de antiguo régimen español y trayendo en paralelo el traslado de la hegemonía hacia del capitalismo que ira consolidando en el escenario mundial a Inglaterra como nueva potencia en el orbe.

1.    EL COLAPSO  DEL ANTIGUO REGIMEN ESPAÑOL

El denominado Antiguo Régimen es el concepto utilizado para designar al feudalismo, el cual desarrolló en su seno tres fuerzas sociales; los campesinos feudatarios, (siervos libres y siervos de la gleba), sector más explotado del orden feudal, el segundo la burguesía, sector emergente compuesto por banqueros y mercaderes, que hacia finales del siglo XII iniciaban un proceso lento de nacimiento como clase, y que en perspectiva se convertían en la clase revolucionaria del régimen feudal (siglos XVII en el caso ingles y XVIII para el francés), finalmente el sector noble, clase reaccionaria, defensora de un orden feudal que para el siglo XIV y XV se vislumbraba como caduco ( Rivera H. 2006: 7).
El antiguo régimen como todo sistema económico y social a su interior desenvolvió una constante lucha económica, política, social e ideológica; cuya característica mas resaltante entre los siglo X – XIII, siglos previos a la aparición de las denominadas ideologías burguesas, fue la de tener en el campesinado europeo a la principal fuerza social que luchó por su emancipación  en diversos movimientos campesinos como el Husita, Jacquerie, taboritas, etc.
Estos numerosos movimientos campesinos europeos de los siglos XIV y XV son muestras de las luchas antifeudales por parte de los campesinos, buscando que se les devolviera las tierras; sin embargo la fuerte represión por parte de los nobles feudales, sumado a la falta de organización política de los campesinos hizo posible que la burguesía asumiera un papel preponderante en los futuros movimientos antiufeudales, dotándolos de nuevas formas de lucha. Las derrotas militares de los campesinos  también enseñaría a la burguesía que enfrentar al orden feudal no se podría dar sólo en el terreno militar sino también en el plano de las ideas, de esta manera no sólo el desarrollo económico social de las emergentes ciudades italianas contribuyen al surgimiento de nuevas ideas sino también, las ideologías burguesas surgen del entendimiento de la burguesía de desplegarse en nuevas formas.
Durante los siglos XIV – XV  en Europa, la región más progresista era Italia, constituida por varias nacientes repúblicas (Venecia, Génova y Florencia entre las principales), estas ciudades por su rica actividad económica gestaron una burguesía emergente (industriales, banqueros y mercaderes);  clase que impulsó una nueva etapa en la historia de la humanidad, el nacimiento de la primera fase del capitalismo, el mercantilismo.
La dictadura de ideas impuesta por la clase feudal (nobles y clero) en el mundo medieval, tuvo como características principales: su sentido providencial (todo sucede por disposición de Dios), su teocentrismo (todo gira en torno a Dios) y los modelos morales (ejemplos de ello, la vida de los santos y los personajes de la Iglesia).
Frente a ello la lucha de clases entre los siglos XIV y XV tuvo al sector feudal enfrentado al sector popular, esta vez dirigido por la clase progresista de ese momento, la burguesía, la cual se desplegó en nuevas formas en su enfrentamiento con la clase feudal, se expresó en lucha de ideas; la burguesía buscó desplazar el sistema de ideas que sustentaba el feudalismo y sus principales postulados, defendido por la clase de los señores feudales y el clero; mientras el sector popular liderado por la burguesía iniciaba una revolución en las ideas; en donde el hombre ya no era un ser pasivo, impotente a la voluntad divina; sino muy por el contrario, el hombre  empezaba su emancipación de la providencia; surge así la idea del Humanismo, el cual rechazó las viejas ideas religiosas defensoras del orden feudal y su visión providencial reivindicando la dignidad y el valor de la persona como ser racional que por su misma capacidad puede hallar la verdad y practicar el bien.
Hacia el siglo XV, Italia fue el foco de difusión del movimiento artístico, cultural denominado Renacimiento y por el cual, la burguesía retomando el modelo greco latino, produjo no sólo cambios estéticos sino la sustitución de los modelos tradicionales feudales, soporte de la clase señorial. Esta ideología burguesa buscó resaltar los modelos y estudios clásicos para desplazar el modelo providencial y  hacer de la antigüedad clásica una pauta y modelo a seguir en toda la actividad cultural.
Las ideologías burguesas que acabamos de señalar el Humanismo y Renacimiento, marcan el primer hito del desarrollo de una clase social, la burguesía, que entre los siglos XIV y XV inicia su proceso su gestación  y desarrollo; un nuevo momento de maduración en su camino a la obtención del poder político y la instauración del régimen capitalista como formación económica dominante, será el movimiento de la Reforma Protestante el segundo momento de desarrollo de la burguesía, este movimiento aparentemente religioso esconde, los deseos de una clase burguesa que busca desplazar y disminuir el poder político de la Iglesia mediante la secularización de sus bienes y supresión de sus rentas, en beneficio de los príncipes y reyes. Finalmente la clase burguesa ya madura políticamente desencadenaría el movimiento de la Ilustración, en el cual se encuentran las bases y principios políticos del futuro estado burgués, elaborado acorde a sus necesidades como clase.
Para finales del siglo XV e inicios del XVI la historia en Occidente en el contexto del descubrimiento y conquista de América transitaba hacia el nacimiento  de un nuevo sistema, el capitalista, que en su primera fase mercantilista se empezaba a dibujar como el sistema que se implantaría en el mundo, sin embargo el Imperio Español por este tiempo se constituía en el defensor del feudalismo, condenado a su colapso y posterior destrucción.
España que había logrado su unidad política mediante la unión política y militar de Castilla y Aragón[2] a través del matrimonio de Isabel y Fernando en 1469, lejos de desplegar como modelo, el naciente modelo que esbozaba la burguesía europea, tomó como modelo el antiguo régimen[3]. Se establece de esta forma un Imperio Español que sólo entendía la soberanía absoluta de un individuo siendo de esta manera tributaria de la experiencia del Imperio Romano (Bonilla Heraclio 2005:402).
Como lo refiere Wolf Eric (1987) luego de la disgregación de la unidad política romana en la zona de Hispania y la conquista por parte de los pueblos bajo el signo del Islam, algunos pequeños estados sobrevivieron en el norte, consolidándose gradualmente en estados (Castilla, León, Aragón).
De estos nacientes estados españoles dos jugarían el papel importante en el proceso de reunificación de la Península: Castilla y Aragón.
Para el caso del reino de Castilla podemos señalar que la ocupación dominante en este territorio fue la ganadería, sobre todo la cría de ovejas, cuya lana de merino iba a dar a Holanda, donde se convertía en finas telas.
En torno a Aragón podremos mencionar que su territorio también comprendía el Principado de Cataluña, muy orientado al comercio, frente a un Aragón predominantemente rural. Fue en los siglos XIII y XIV en que Cataluña se convertiría en un próspero estado comercial con conexiones marítimas que llegaron incluso hasta el Levante.
La unión de Castilla y Aragón por tanto si bien fue la unión d e dos socios desiguales y aseguro el predominio de Castilla. Sino que principalmente fue la unión de dos formas de desarrollo y apuesta de modelos económicos; la primera de marcada orientación feudal, la segunda  con un naciente desarrollo industrial (Cataluña), que termino ahogado por el predominio Castellano.
De esta forma la España unificada bajo la dirección de un solo monarca tuvo en la guerra y el apoderamiento de pueblos y recursos y no en el desarrollo comercial e industrial, el modelo dominante de reproducción social y económica.
La riqueza mineral, principalmente la plata del Nuevo Mundo acrecentó las arcas estatales de la corona y  costearon las operaciones militares de España en Europa y el crecimiento de una burocracia real que excedía con mucho las posibilidades de la corona española. Teniendo como fondo los ingentes ingresos de los minerales provenientes de América, la corona española ingreso a compensar los déficit en sus gastos mediante préstamos de financieros extranjeros a quienes prometía el costear estos préstamos con futuras importaciones de plata o sobre impuestos que cobraría por la venta de lana.
Fue así que la política económica española fue ingresando a la vorágine de crisis de su antiguo régimen que la llevaría al colapso. Mientras tanto su enorme burocracia se limitaba a actuar como conductora de la riqueza hacia los cofres de Italia, el sur de Alemania y los Países Bajos.
Un acontecimiento importante deterioro aun mas la economía española, la expulsión de los árabes de la Península entre los años de 1609 y 1614 (aproximadamente 250,000 árabes no conversos), esto debilito aun mas la agricultura del país pues detuvo los pagos por renta a los señores, los cuales a su vez no pudieron pagar sus deudas e hipotecas.
Para el siglo XVII el ingreso en el ámbito comercial mundial de Inglaterra, cambiaría la correlación de fuerzas comerciales a favor de los productos ingleses que desplazaban a los españoles en sus propias colonias
La España de 1600 era ya un “mundo en descomposición y desencanto que Miguel de Cervantes describe tan magistralmente en el Quijote. La economía española se había transformado en un simple vehiculo de riqueza comercial destinado a otras economías.. (Wolf, E. 1987: 146)
De esta forma España había entrado el siglo XVIII[4], como lo refiere la historiadora Salas Olivari (2004: 139)
 “…en forma acentuada una desastrosa situación económica frente de los pujantes países periféricos a ella que son el oro y la plata habían logrado crear fuentes de riqueza estable. Se volvió a pensar que era inútil la posesión de metales precioso sin industria pues lo que habían hecho habría sido fomentar esta en el extranjero”

Esta crisis se acentuó hacia el periodo de 1760 hasta la independencia política del Perú, y corresponde al periodo también denominada liberal de las Reformas Borbónicas, y que según Lazo García se caracteriza debido a que
Las medidas tomadas acrecentaron la oferta de objetos europeos y contribuyeron a su abaratamiento, intensificando de este modo el comercio y consumo de estos artículos, y con ello fortalecieron las líneas de crecimiento económico ya existentes, promoviendo directamente, la elevación de los ingresos fiscales, y el aumento de las rendiciones mineras y monetarias (Lazo García 2006:170)

De esta manera el Imperio Español ingresó para el siglo XVIII en un siglo de crisis que devendría en colapso de su hegemonía como imperio colonial hacia el siglo siguiente.

2. EL MODELO COLONIAL HISPANO
“..un sistema colonial conlleva la articulación de un conjunto de factores: el trabajo, la tierra, la población agrícola e industrial, la distribución comercial, las exigencias fiscales, la capacidad industrial del centro, y mucho mas”
(Ruggiero Romano 1992: 23)

La estructuración del modelo colonial fue el producto de la guerra y la conquista. Este proceso a su vez develó una dicotomía: conquistador – conquistado, blancos europeos -  indios. Se entroncan de esta forma en palabras de Bonilla
“…una estructuración de clase con una estructuración étnica, siendo predominantes las relaciones derivadas de las últimas” (Bonilla 2005: 407)
La  conquista peruana forma parte del proceso de conquista emprendida en América por
 “la burguesía, los artesanos, sobre todo los marinos españoles que fueron los que aportaron el contingente mas valiosa de la conquista (Colon), pero la realización del descubrimiento fue obra del pueblo” (Choy Emilio 1987:264).
La participación popular española en la conquista de América quedó evidenciado cuando se promulgó la temprana provisión real que suspendió las causas criminales de quienes viajaban con Colón y la cédula que convertía a la Isla de la Española en un presidio o colonia penal (Iwasaki Cauti 1989: 13).
Como consecuencia de la conquista en el siglo XV el
Tahuantinsuyo se convirtió en un espacio colonial subordinado, en lo político, a la corona castellana y en lo económico, a los centros manufactureros mercantilistas de Europa. Sobre este espacio se instauró una sociedad feudal que entroncó en su ser elementos feudales provenientes de los ordenamientos señoriales hispano e inca “(Lazo García 2005:.23).
Para poder comprender el modelo colonial español[5] haremos nuestro el lineamiento del historiador Carlos Lazo García (2005) quien logró visualizar dos líneas de desarrollo sistema feudal entroncadas y desarrolladas en el Perú Colonial, una primera oficial y cortesana dirigida desde Madrid y Lima, con sede en las ciudades españolas del virreinato, y articuladas sobre el eje económico Lima – Potosí, y cuyos miembros erigidos en hacendados absentistas constituían los mayores beneficiarios en la distribución de las rentas fiscales, el repartimiento de indios cédulas y en la venta en propiedad renunciable de los oficios reales de mayor autoridad (desde 1626).
En segundo término este feudalismo converge y entra en contradicción  con un feudalismo no oficial alejado del poder de la corte limeña y de los negocios que esa corte promovía. Un feudalismo con sede en las haciendas  situadas  en las provincias interiores del país, directamente administradas por sus propietarios residentes en ellas, quienes tienen por costumbre emparentar de modo ilícito con sus siervos indígenas y ejercer sobre estos, de modo personal, una suerte de señorío doméstico y una autoridad jurisdiccional correctiva, en especial sobre sus adscripticios solariegos (yanaconas) y sobre sus trabajadores mingados, previamente convertidos en adscripticios forzados por el camino de la deuda contraída  en los almacenes del patrón.
En esta convergencia y contradicción la organización y curso del feudalismo oficial fue obra de la corona, que vio en este el medio eficaz para tener una efectiva presencia arbitral en el espacio colonial, con el fin de lograr un poder permanente para supeditar a su autoridad la distribución de tierras de alimentación y granjerías, la concesión de minas, el repartimiento de indios mitayos, la administración de justicia, el planteamiento y ejecución de planes de crecimiento económico a favor de sus reales arcas, el liderazgo de la capitalización de la economía interna a través  de una redistribución de sus ingresos fiscal, y el mantenimiento de un mercado macro de consumo sostenido en los ejes de producción y comercio Lima – Potosí y  Lima –Sevilla – Europa manufactureros.  Convergencia y contradicción características sui generis del feudalismo peruano – colonial[6].
Este desarrollo feudal implementando por la corona entra en contradicción con el feudalismo provinciano el cual logra desestabilizarlo en  todo el siglo XVII, en diversos campos (Ver: Cuadro 1)











CUADRO No 1.

AMBITO LABORAL
AMBITO PRODUCTIVO
AMBITO POLITICO
Desarticulación del régimen mitayo potosino (reducción en más de 80%)
Creo y desarrollo circuitos regionales de producción y comercio dotados de centros mineros propios y rutas para trafico ilegal de mercancías y el extravió de dinero en barras sin quintar.
Tendencia de actuar con independencia del eje Lima – Potosí.
Los empresarios coloniales regionales habían dado vida a un concepto de patria aristocrática anticolonial, al entender que en el Perú (riquezas y fuerza laboral india) debía ser para los peruanos, quienes esforzadamente y si apoyo del gobierno de Lima había colonizado las provincias interiores del país, creando en ellas centro de producción para el comercio, y dando conveniente protección a la población indígena frente a los excesos que contra ella cometían españoles, sacerdotes, corregidores, capitanes de mita, titulares indios, cedulas y autoridades en general.



(Ver: Carlos Lazo García 2005: Pág. 24 – 25)

3 LA CRISIS DEL MODELO COLONIAL HISPANO EN EL PERU
El modelo colonial hispánico durante el desarrollo del siglo XVIII sufrió una crisis, producto no solo de factores endógenos sino también de su convergencia con factores exógenos.
En lo que respecta a los factores endógenos  podemos precisar las coyunturas de convergencia y divergencia de las dos líneas de desarrollo feudal que se desenvolvían en el Perú Colonial, una que priorizaba a Lima y Madrid así como a los hacendados absentitas beneficiarios directos de las rentas fiscales y losa repartimientos de indígenas; y el feudalismo no oficial y situado en las provincias interiores y cuyos representantes eran verdaderos señores feudales en sus haciendas. La coexistencia y contradicción de estos dos desarrollos feudales en el Perú colonial había traído la desestabilización del feudalismo oficial principalmente por parte del sector provinciano el cual para fines del siglo XVII había dañado irreversiblemente al feudalismo oficial.
Por otro lado la aplicación de las denominadas reformas Borbónicas en el Perú Colonial, que tenían por tarea fundamental como refiere la historiadora Salas Olivari, Miriam (2004:140): a) Proteger a su industria mediante la creación de aranceles y la puesta en ejercicio de una serie de restricciones de la industria extranjera; b) La promoción industrial con caudales estatales.
Buscaban revertir la situación de una España que continuaba siendo una importadora de manufacturas extranjeras y exportadora de materia primas y  en ese sentido intentaría suministrar a la Metrópoli  no sólo de oro y plata sino de materia primas para las industrias que buscarían desarrollar ( Salas Olivari 2004, 139 - 144).
Un factor derivado de las  Reformas Borbónicas fueron las nuevas demarcaciones limítrofes entre los virreinatos del Perú y Buenos aires. En la jurisdicción de este ultimo, se generó, un problema en la explotación minera y en la hacienda publica. Además, implantó el libre comercio que afectó a todo el sistema pre existente, que significó: reajustes administrativos y fiscales  que tuvieron el efecto de entrabar notoriamente la prosperidad económica y de desatar odios y rencores que los grupos sociales implicados difícilmente llegaron a olvidar después. En este sentido las reformas agudizaron la crisis colonial, por que no sólo afectaron los aspectos administrativos y económicos, sino también formas de comportamiento social que repercutieron en las relaciones entre los diversos componentes de tejido social.
Establecida la sociedad feudal subordinada a los designios de la metrópoli española en el siglo XVI esta transitó con procesos de convergencia  y divergencia en su desarrollo productivo. Es imprescindible asociar a la etapa de crisis del modelo colonial hispánico la puesta en marcha de las denominadas Reformas Borbónicas.
Fueron  medidas político económico que tuvieron por objetivo modernizar la administración en el Imperio español y sus colonias; debido los problemas estructurales de España.

Debido al desarrollo europeo capitalista liderado por la burguesía Inglesa muchos de los Estados europeos se ven rezagados económicamente, ante aquellos problemas llevan a cabo reformas que afectarían tanto la metrópoli como sus territorios coloniales.
Las primeras reformas datan desde la asunción al gobierno de Felipe V, siendo este no reconocido por los Habsburgo, dando inicio a la Guerra de Sucesión, que duraría de 1702 a 1713.
Durante el proceso de la guerra Francia obtendría una mayor participación en el comercio americano, como lo describe John Fischer; esto trajo como consecuencia que Inglaterra también participe  en el conflicto, pero ello era ya obvio pues esta última necesitaba de mercados ante su gran exportación no tradicional, que constó principalmente de textiles.
Si bien es cierto muchos consideran que las reformas  tiene su origen en luego de la Guerra de Sucesión, y otros lo periodifican con el gobierno de Carlos III, ello es totalmente incorrecto. Pues España del siglo XVIII urgía de una política modernizadora laica, sea la dinastía que fuese, ella estaba obligada por las circunstancia a desarrollar aquellas reformas. Ahora si hemos analizado el objetivo entonces tales reformas se inician con las medidas a favor del comercio francés con América colonial española, se continúan con las medidas que se imponen con el Tratado Utrecht y tiene un gran resplandor durante el gobierno de Carlos III, pero ahí no concluyen sino que continúan hasta el término del Virreinato.

El contrabando había sido una de las formas a través de la cual diferentes potencias europeas habían llevado  a cabo su comercio con las colonias españolas, pero para el siglo XVIII la metrópoli estaba ya muy debilitada debido a su política económica bullonista, que trajo como consecuencia que quede relegada en comparación a otras potencias europeas .

En América las elite locales progresivamente empezaban a obtener una mayor autonomía debido a que se había descuidado el control sobre la administración colonial, es por ello que al siglo XVII se le había denominado el siglo de oro criollo , ello nos expresaría que el régimen virreinal no fue tan lineal como para algunos pareciese ser. Es por ello que otro de los objetivos de la corona fue retomar el control de la administración en las colonias, pues esto en el futuro podría traerle graves problemas, como la consolidación cada vez más del poderío de las elites locales.

Una vez concluida la guerra de sucesión la más beneficiada fue Inglaterra pues consiguió romper el monopolio comercial español, que solo estaba presente en la teoría; pero entonces la pregunta era ¿Qué obtendría Inglaterra? La respuesta es simple, pues ahora era legalizado el transporte y comercialización  de producción manufacturera a las colonias españolas, eso quiere decir que podría desarrollar dos tipos de comercio, uno  legal amparado en los beneficios del tratado de Utrecht  y el ilegal, basado en el comercio  con Buenos Aires y Caracas; mediante ello poco a poco fortalecería su predominio comercial sobre estos nuevos mercados.
El historiador Carlos Lazo García (2006) estableció dos fases muy diferenciadas en las Reformas Borbónicas importantes en el análisis de este conflictivo siglo denominado por Ophelan (1985) como el siglo de las rebeliones anticoloniales. De esta forma las Reformas Borbónicas habían transitado por dos fases:
a)    Una Fase de Corte Mercantilista ( 1728 – 1760), la cual había podido producir un crecimiento en la producción interna
b)    Fase Liberal (1760 – 1800), caracterizada por estar orientada hacia Europa y con un claro crecimiento hacia fuera.
Y es justamente en la segunda fase del desarrollo de las Reformas Borbónicas que se ingresa a una generalizada crisis económica y social[7], que no sólo contribuyó al aislamiento de regiones provincianas. Sino que dejó en evidencia el colapso comercial por saturación de mercado, una escasez monetaria por falta de dinero, una crisis agraria en perjuicio de la mediana agricultura motivada por la concentración de la tierra, una crisis laboral por el debilitamiento del mercado de trabajo urbano artesanal y el aumento del forasterismo rural, una crisis fiscal por aumento de gastos y endeudamiento interno de la Real Hacienda, sumaba a ello la crisis social urbana motivada por la intensificación de la inmigración del campo a la ciudad, la falta de trabajo y el aumento del vagabundaje y la delincuencia, una rearcaización de la relación empresario – trabajador al intensificarse en agravio del indígena de alquiler la ejecución de formulas de adscripción servil a la tierra del patrón.
Todos los factores antes mencionados  permiten comprender con mayor objetividad el importante  estudio de la historiadora Scarlet Ophelan ( 1985), quien logra poner en evidencia las relaciones entre la aplicación de las medidas Borbónicas y los movimientos sociales durante la totalidad del siglo XVIII, teniendo su punto mas álgido y critico en al Revolución de Túpac Amaru II en 1780. Sin embargo Ophelan incide en sobremanera en las Reformas Borbónicas dejando a un lado importantes causales para poder explicar mejor los movimientos sociales y sobre todo uno tan complejo como el de la revolución de Túpac Amaru II.
A los factores internos, se agregaron los externos al sistema colonial, aquellos que son propicios del desarrollo económico de  Europa, cuya vía  fue el capitalismo  y sus formas de producción, que se desarrollo con ventajas sobre el modelo feudal colonial hispánico. Todos los factores, en conjunto, generaron  la crisis del modelo colonial, que se acentuó a fines del siglo XVIII, periodo denominado por algunos autores “el de la descomposición de la dominación hispánica  en el Perú”
Finalmente como refiere Carlos Lazo (2005)
 “A todo esto, en los años 90 del siglo XVIII vino a sumarse la generalización de una crisis económica y social, que contribuyo aun más al aislamiento de las regiones provincianas. Un colapso que se expreso en una crisis comercial por saturación del mercado; una crisis monetaria por escasez de dinero  y el consiguiente incremento del interés financiero, una crisis agraria en agravio de la mediana agricultura, motivada por la concentración de la  tierra al trasladarse hacia ella los capitales desplazados del comercio; una crisis laboral por el debilitamiento del mercado de trabajo urbano artesanal y el aumento del forasterismo rural; una crisis fiscal por aumento de los gastos y el endeudamiento interno de la real hacienda, una crisis social urbana motivada por la intensificación de la migración del campo a la ciudad, la falta de trabajo, y el aumento del vagabundaje y la delincuencia; una crisis social rural por la rearcaización de las relación empresario – trabajador a intensificarse en agravio de los indios de alquiler la ejecución de fórmulas de adscripción servil a la tierra del patrón monopolios de venta con precios encarecidos, pago de los tributos por el propietario de la tierra para luego ser descontado del salario, imposición sinalagmática  de obligaciones vasallático – serviles del orden dominical, domestico y jurisdiccional, etc.).



[1] En una entrevista realizada en el diario Perú 21, el día Domingo 5 de Octubre de 2008, el economista Bruno Seminario con respecto al hundimiento y caída de los imperios identificaría dos tránsitos diferentes: El primero con gran conmoción social, como el que  se produjo de Inglaterra a  EEUU y donde se produjo: la gran depresión, dos guerras mundiales, murieron 200 millones de personas. La segunda modalidad de transito es la de un desplazamiento lento y prolongado, como el que ocurrió con la monarquía española a finales del siglo XVII. España inicio un lento declive como potencia mundial y surgieron un montón de países chicos que comenzaron a crecer pp. 8 - 9
[2] Heraclio Bonilla señala que “… la heterogeneidad existente entre Castilla y Aragón era de tal naturaleza que la hacia poco propicia a la consolidación de un estado. De hecho, no se dieron ni una moneda ni un sistema legal y fiscal común, siendo la Inquisición la única institución unitaria. Se trato mas bien… de una confederación de principalidades vinculadas a través de la persona  de un único soberano ( Bonilla H 2005:402)
[3] Hacia el siglo XV…Castilla que marchaba contra los árabes de Andalucía, acabo aprisionada en un papel militar en que distribuía las tierras conquistadas entre los nobles militares que capitaneaban la conquista. Esto produjo, a fines del siglo XV, una división tal de la propiedad de la tierra en que el 2 o 3 % de la población tenia el 97% de la tierra, por lo común en manos de un puñado de familias..las tierras de la corona de Aragón fueron colonizadas gradualmente por individuos que creaban comunidades pequeñas en que se distribuía la tierra con mucha más uniformidad… (Wolf, Eric 1987:144)
[4] Mientas el siglo XVIII para Inglaterra representaba por medio de la Revolución Gloriosa el alineamiento de los terratenientes, manufactureros y agentes comerciales contra los privilegios mantenidos y defendidos por la corte, la alta nobleza y los comerciantes monopolistas ( Wolf 1987: 156) 
[5]  Otros investigadores caracterizan el modelo colonial como un “feudalismo americano” cuyo gran problema en palabras de uno de sus exponentes, Ruggiero Romano fue “ resolver el dilema de tierras sin hombres, que fue exactamente el problema que se presento durante la decadencia del imperio romano y que origino el feudalismo” (Ruggiero Romano 1992: 18)
[6] Al respecto Miriam Salas Olivari (2004) logra visualizar también en función a los ciclos de producción obrajera ciclos productivos en la Metrópoli Española que convergen y entran en contradicción con la línea productiva colonial de esta forma identifica coyunturas o momentos: a) Nacimiento y aparición de los obrajes masivamente en 1570 dentro de la economía encomendera y la instauración de las grandes minas. A) Crisis temprana desde 1605 aparejada a la de la economía encomendera. C) Auge de 1660 – 1760 producto del descenso de la producción minera y de un cambio de mentalidad en los conductores. D) Crisis final que se desencadeno en 1760 bajo el haz de las reformas Borbónicas y se proyecto hasta 1824. Ver: Joseph Fontana 2004:118)

[7] Al respecto Lazo García (2005: Pág. 29 – 30) menciona “…durante las tres décadas de este periodo liberal, la economía colonial siguió creciendo pero a diferencia del lapso anterior, se trato de un crecimiento económico hacia fuera, que terminó por anular toda posibilidad de capitalización interna; devastó la producción manufacturera local (incluida la de obrajes y obrajillos), desestabilizó el orden laboral de oficiales y aprendices artesanos; abrió un forado en el sector comercial, provocando en el una crisis por sobre abastecimiento de mercado; redujo el fondo circulante  interno de 100 a 5% y dio paso a un déficit en las balanzas comercial y de pagos, al resultar el Perú exportando, de cada 10 valores, uno en productos de la tierra y nueve en dinero valor de compra, e importando nueve valores en efectos europeos a cambio de remitir al viejo continente un valor de producto locales”