sábado, 12 de junio de 2010

IMPORTANCIA DE LA HISTORIA CIENCIA: A PROPÓSITO DE LA POSMODERNIDAD Y SU NEUTRALIDAD EN LA HISTORIA

                              Alberto R
“La neutralidad en la ciencias histórico sociales en una sociedad signada por la lucha necesaria de  intereses es una ficción”
(Morote Best Efraín)

I.              Introducción

A pesar de la derrota en el plano teórico de la moda posmoderna (1), evidenciado en la práctica social - inaplicabilidad de sus “teorías”- y la irracionalidad de sus planteamientos (al cuestionar el grado de ciencia de la historia, el método científico, la objetividad de la historia, conceptos forjados en la realidad social,  etc).
Aún es común escuchar a los difusores de los planteamientos posmodernos y neopositivistas  “hacer historia carente de ideología”, sin embargo estas posiciones ocultan un trasfondo ideológico, pretenden enmascarar con “novísimos” conceptos, un aparato conceptual empleado en las ciencias sociales que esconde planteamientos ideológicos que buscan mantener el statu quo intentando desvirtuar un marco teórico y conceptual forjado a la largo del proceso histórico y que en su dinámica se va perfeccionando con los nuevos aportes de la ciencia y los cambios propios de la realidad.
Estos “novísimos” planteamientos refieren que la historia en las últimas décadas se ha enriquecido con la inserción de nuevos temas antes no tratadas, debido a que el quehacer histórico por aquellos años respondió a una ideología y por tanto carecía de objetividad, al reducir todo al conflicto y las luchas sociales, es decir ver solamente los enfrentamientos, las contradicciones. Planteamientos que buscan reducir el análisis al la descripción  y el análisis hermeneútico  y no indagar en el trasfondo de los procesos  y las causas ocultas.
Frente a estas posturas relativistas y aparentemente “neutras”, el presente trabajo busca demostrar que los denominados “neutrales” en la historia, responden a intereses ocultos, aún más peligrosos para la historia ciencia y la sociedad. Dado que estos personajes ocultan su apuesta por el orden existente y se han convertido en los defensores de un orden económico social excluyente para las grandes mayorías.
El trabajo a sido dividido en  tres partes en la primera a manera de introducción nos acercamos al problema de la posmodernidad y su apuesta por el statu quo. En la segunda parte abordamos la posmodernidad sus planteamientos, algunos de sus expositores y los trasfondos ideológicos y políticos que esconden en sus aparentes “neutrales” planteamientos. En la tercera parte abordamos la forma en que concebimos la historia ciencia sus aspectos teóricos mas importantes  y sus implicancias políticas e ideológicas y la importancia de esta forma de hacer historia para la sociedad.


II.            La Moda Posmoderna: Nihilismo y “Objetividad”

El posmodernismo tiene sus orígenes en la efervescencia ideológica del 68’, donde se desarrollaron corrientes de pensamiento basadas en oposición a un seudo marxismo, entendido como “ formas escolásticas y tendencias que implican una utilización petrificada, fosilizada de los conceptos marxistas” y en una contemporización política “revisionista” muy distante de los planteamientos de Marx y Engels, tendencias que buscaron un reduccionismo económico mecánico de los principales postulados de Marx y Engels quiénes sostendrían: “...el factor que en última instancia determina la historia es la producción y la reproducción de la vida real. Ni Marx ni yo hemos afirmado nunca más que esto. Si alguien lo tergiversa diciendo que el factor económico es el único determinante, convertirá aquella tesis en una frase vacua, abstracta, absurda” (Carta de Engels a J. Bloch 1890).
Esta corriente se manifiesta a partir de la afirmación del  “final de la modernidad” en un claro rechazo del proyecto intelectual ilustrado europeo que se basaba en la racionalidad del conocimiento científico, la idea de progreso - en donde la historia era ejemplo de una evolución progresiva de la humanidad. De esta forma si durante la modernidad se propugnaba la idea de la historia como una totalidad que  evoluciona con sentido y necesidad; bajo la visión posmoderna, en cambio se desconfía de las visiones totalizadoras- la gran historia se disuelve en microhistorias - es decir el hecho histórico se disgrega en el echo migaja o el micro hecho, convirtiéndose en historia infinitesimal..

ASPECTOS TEÓRICOS DE LA POSMODERNIDAD EN LA HISTORIA

En el plano de la historia, tanto el aspecto teórico como en la forma de hacer historia desde los años 70 se  observó un giro en la forma de hacer y entender la historia, es asi que el historiador inglés Lawrence Stone, en su conocido libro El pasado y el presente (1986), escribió un artículo donde analizaba las tendencias de la historiografía y sostenía que durante los años 70’ la manera de hacer historia estaba caracterizada por el “retorno al relato”, a la historia como narrativa, a una explicación que no tenía como preocupación los planos económico y social sino que se basada en el clima, los valores, las costumbres, los ecosistemas.
Esta nueva forma de hacer historia renunciaba a las explicaciones causales (2) (acontecimental, coyuntural, estructural), y se reducía al relato y sólo admitía la hermeneútica en un intento por configurar un paradigma nuevo, “posmoderno (3)”, como sustituto del paradigma racionalista y estructural.
 Esta irrupción de una novedosa forma de entender la historia y de hacer historia durante su ingreso al interior del mundo académico generó para algunos una “crisis”(4), al respecto Topolski opina que dicha crisis no se presentó en nuestra disciplina histórica, sino en la filosofía de la historia y consiste en el desarrollo de un enfoque narrativista (literario).
Sin embargo Topolski a pesar de darse cuenta que “la tesis posmoderna pone en duda la historia como realidad pasada y como narración” no vislumbra la crisis en la historiografía (5).
En los años 70, Lawrence Stone (1986)  calificó como “un retorno al relato”(6), la nueva forma de hacer historia que significaba el retorno del sujeto dado  que por esos años dominaban las investigaciones de historia económica y de las estructuras sociales.
La historia narrativa que emergió como una nueva forma de hacer historia presentaba fundamentalmente dos características. Primero, concedía prioridad al hombre por sobre sus circunstancias, es decir se ocupaba de lo particular y lo específico más que de lo colectivo y estadístico y, en segundo lugar  presentaba una forma descriptiva  no analítica.
Al respecto Fontana sostiene que este retorno a la narrativa “... sería, simplemente una historia que vuelve a ser, como en un pasado creíamos superado, un simple cuento a narrar” (Fontana 1992:23). Historia que intenta presentarse en su modalidad narrativa como forma expositiva neutra, limpia de carga ideológica y que pretende escapar del “contagio de la teoría”.
Actitud que se pone de manifiesto en los planteamientos de Paúl Veyne, quien en su obra  Como se escribe la historia (1972) nos dice: “... El historiador no debe dedicarse a hacer teoría (...). La historia carece de método. La historia no explica nada. La historia no es una ciencia y apenas nada tiene que esperar de la ciencia (...). El relato que surge de la pluma del historiador no es lo que vivieron sus protagonistas es sólo una narración de la misma forma que la novela” (Veyne, 1972: 5-7). Planteamiento que busca acercar a la historia al relato literario, en un claro intento por desvirtuar el carácter científico de las ciencias sociales y la relativización la objetividad de la historia.
M. Foucault (7), quien desde los 70’ formuló las bases del discurso postmoderno, a partir de una potente critica al pensamiento racionalista y a la objetividad científica.
De esta manera la historia perdía todo su significado, pues como invención del hombre occidental en la denominada fase clásica de la tardía época moderna, estaba superada.
En la década de los 80’ se produjo lo que Carlos Barros (2001) denomina “el segundo retorno del sujeto”, esta vez el sujeto tradicional (la biografía, la narración, la historia política, etc.) produciéndose en la historiografía occidental una fragmentación de temas hasta un límite antes inimaginable a este proceso se le llamó “el desmigajamiento de la historia”.
En ésta década, muchos historiadores, que antes habían estado influenciados por el marxismo se dejaron arrastrar por “... una irracional oscilación hacia el estudio de las ideas, reivindicando ahora poco menos que como un territorio inexplorado..”( Fontana: 1992). Historiadores que dieron continuidad a un comportamiento anterior como cuando asumieron por moda el marco teórico marxista o basados en el interés personal para luego dejarlo. Es decir, estos sectores de la intelectualidad asumen cada cierto tiempo planteamientos novedosos en forma simplemente de moda “... dedicados a probar con cada una de las nuevas modas que aparecen en el mercado”(Fontana 1992:13)
El hecho de asumir planteamientos carentes de sustento teórico sólo la por moda (8), explica también porque ante la crisis del pseudomarxismo (9) muchos de los intelectuales que profesaban ser marxistas y se sostenían de las andaderas del marxismo, al entrar estos planteamientos en una aparente crisis abandonaron su teoría y se sumieron en una incertidumbre y nihilismo.
El desmigajamiento de la historia en las dos ultimas décadas del siglo XX en nuevos modelos historiográficos  (microhistoria, historia intelectual, la historia sociocultural y sus apéndices) implicó en el análisis, la pérdida de vista del objeto central de estudio de la historia que es el hombre en sociedad; así como la constitución de campos separados, descuajados de la totalidad configurando una nueva perspectiva historiográfica que aspira a convertirse en nuevo paradigma(10).
De esta forma el posmodernismo ha permitido en esta década el desmijagamiento de al historia y la degeneración del sentido de globalidad que propugnó la Escuela de Annales, desde sus inicios hasta el periodo de Braudel. Y ha empujando a la historia hacia la lingüística, a la antropología cultural o a la sicología, en un claro intento de sometimiento y vasallaje de la historia a estas disciplinas sociales que tienen  objetos de estudio distintos al de la historia, que se ocupa del estudio de la totalidad del cuadro social; sirviendo sólo su utillaje para actuar sobre segmentos del cuadro social, quizá aquí radique la causa por la que la investigación histórica se ha convertido en la llamada historia en migajas.
Finalmente, la sexualidad, el matrimonio, la familia, la infancia, la situación del niño en la familia, la historia de género no son aspectos que no hayan sido tomados en cuenta anteriormente, sino que la característica ahora tiende a desgajarse, a cerrarse sobre sí mismos, aislándose del estudio de la totalidad de la sociedad e intentar convertirlos en territorio acotado de una práctica que se pretende autónoma.

IMPLICANCIAS IDEOLÓGICAS – POLÍTICAS DE LA MODA POSMODERNA

Al estudiar la evolución de la teoría de la historia se constata que “... desde sus inicios en esta evolución han tenido importancia determinante las ideas políticas -los proyectos de sociedad- que subyacen en los diversos planteamientos teóricos” (Fontana, 1982). Es decir, desde sus orígenes la historia ha tenido siempre en los diversos planteamientos; visiones y  proyectos de sociedad, cada uno de los cuales se tradujeron en los análisis históricos. Dichos  proyectos reflejan la ideología que el científico social asume, producto de sus aspiraciones y de las influencias de la clase social a la cual representa (Lostaunau, 2000: 19). Además estos proyectos  responden a una realidad objetiva  y  sirven para legitimar el orden existente o  en su defecto para cuestionarlo.
Posterior a la  caída del llamado social imperialismo ruso se produjo una expansión de los regímenes capitalistas y la proliferación  de discursos ideológicos (11) que postulaban: el fracaso del marxismo y la derrota del socialismo. Fracaso  tanto en el plano político como en sus aportes teóricos básicos (marco teórico de análisis de la realidad); es decir todo un conjunto de planteamientos que buscaban terminar con “el fantasma” que  alguna vez recorrió Europa.
Conjunto de planteamientos en el plano político que pretendieron liquidar  cualquier intento de revitalización del marxismo, emerge así   el discurso neoliberal, con  su apología al individuo, en contraposición a lo colectivo; planteamiento ideológico cuyo propósito es legitimar la hegemonía del modelo capitalista y su paradigma de sociedad. De esta forma la hegemonía de occidente y el triunfo del capitalismo individualista, trajo  la puesta en marcha de un planteamiento hegemónico (pensamiento único) que a través de  los términos: globalización y neoliberalismo, ocultan la careta del Imperialismo en su nueva fase.
Así el discurso posmoderno, es utilizado por el sistema hegemónico (capitalismo) que : “... busca ideólogos como Ranke el cual (...) fue un funcionario ideológico del estado prusiano, útil y servicial, plenamente conciente del papel que le tocaba (...) lo que sucede es que los perros guardianes del sistema acaban creyendo que la casa que defienden es suya, y no del dueño que les echa cada día la comida” (Fontana, 1982). La historia no podía escapar a su influencia, de pronto fue calando en las lecturas sobre el pasado.
El planteamiento posmoderno busca relativizar la objetividad en la historia, pretendiendo vender la imagen de que la historia no es ciencia y que linda mas bien con la literatura, en un  intento de desvirtuar el carácter científico de las ciencias sociales. Así el planteamiento   posmoderno de la historia que nos parafrasea: el fin de la historia, el fin de la lucha de clases, el fin del método científico, la imposibilidad del  conocimiento de la realidad;  se ha constituido en un nuevo planteamiento y visión  del devenir histórico, fabricado y asumido consciente o inconscientemente; que sólo busca el establecimiento y la hegemonía del capitalismo, asumiendo, una visión conservadora del proceso histórico, que contradice  la marcha dinámica de la sociedad, pregonando a los cuatro vientos un fin de la historia que no es mas que la legitimización de un sistema económico, social, político; y que actualmente se considera pensamiento único.
Es en este sentido que el planteamiento posmoderno de la historia constituye una nueva visión de la historia de carácter conservador , pues intenta  mostrar que el proceso histórico a alcanzado la plenitud y por lo tanto ha dejado de ser dinámico para convertirse en un sistema estático - perfectible. Característica compartida con el planteamiento hegemónico que pretende legitimar un sistema socio económico que aspira ser eterno, oponiéndose así a la idea del Ser cambiante de la historia.
A fines de la década de los 80’ alcanzó su clímax el neoliberalismo y el posmodernismo los cuales postulaban: la fragmentación, la crisis de la idea del progreso, el culto a la individualidad.
Por entonces, neoconservador norteamericano Francis Fukuyama (12) publicó un artículo, intitulado el “Fin de la Historia”, el mismo que alcanzó un increíble difusión. Para este intérprete mediato de Hegel, la historia había llegado al final del trayecto, por tanto todos, los países del mundo debían unificarse alrededor del sistema político democrático y de la economía de mercado: “El siglo XX vio al mundo desarrollado caer en el paroxismo de violencia ideológica, en tanto el liberalismo contendió primero con los restos del absolutismo, luego del bolchevismo y el fascismo y finalmente con un marxismo renovado que amenazaba con llevar al Apocalipsis de la guerra nuclear. Pero el siglo que empezó lleno de autoconfianza en el triunfo final de la democracia liberal occidental parece estar cerca de cerrar el círculo volviendo al lugar donde comenzó (...) a una desembosada victoria de liberalismo económico y político”.
Es decir Fukuyama vislumbraba el desarrollo histórico como una suerte de “historia circular” emulando en éste aspecto al idealista Vico, quien postulaba que la historia gira en circular que se repite, que vuelve a lo mismo, es decir un circulo cerrado. Planteamiento idealista que sólo busca mantener el régimen capitalista y negar la existencia del progreso social.         
Como ya hemos planteado antes, el posmodernismo alcanzó a la metodología de la historia, postulando: un desmigajamiento de la disciplina, “el todo vale”, el desinterés del historiador con respecto a su realidad objetiva -es decir al mundo que lo rodea- y sus problemas, cierto nihilismo existencial (doctrina que niega los valores de la realidad o la posibilidad de conocerla) y su posición anarquista a todo paradigma.
De esta forma el posmodernismo reniega de la conquista de un futuro mejor, desde el conocimiento del pasado y la critica del presente al aseverar que ha fracasado la modernidad y por ende la idea de progreso. El resultado final para los historiadores posmodernos es una historia alejada de lo real, conducida irremediablemente a la creación literaria, al análisis semiótico, a la exploración micro antropológico, y todo ello, en el marco de un relativismo cultural, que rechaza las explicaciones más o menos basado en la teoría.
Buscando, a través del discurso acrítico alejarse de un análisis sesudo de una realidad objetiva que dista mucho de la propugnada por los defensores del posmodernismo, que nos intentan convencer del fin de la lucha de clases como agente propulsor del devenir histórico.
Carlos Barros sostiene que el rasgo principal del historiador posmoderno es el de instalarse cómodamente en la fragmentación y en la crisis de la disciplina, sin voluntad ni interés por superar ambas anomalías que lógicamente no son contempladas como tales.
En este sentido, el planteamiento de Fukuyama y de los posmodernos coinciden en una cosa: nos dejan sin futuro. Dado que Fukuyama nos dice que la historia a llegado a su fin y los posmodernos niegan la modernidad y la idea de progreso, es decir ambos nos postulan un presente continuo, que en el fondo ocultan el ataque contra el paradigma clásico pasado - presente - futuro, porque sin no tenemos nada que decir sobre el futuro es porque tampoco tenemos que decir del pasado.
A pesar de la crítica posmoderna sobre la utilización política partidista y la ideologización profunda de la escuela marxista, lo cierto es que los propios pensadores posmodernos, también, ejercen su crítica antimarxista desde estructuras ideológicas antagónicas. Constituyen el reflejo de los cambios impulsados por los neoliberales en la sociedad occidental de fines del siglo XX y, como tales propugnan un planteamiento conservador, donde la historia se difumina  y se asimila a la categoría de relato o cuento.
Es decir, los ataques contra el estatus científico de la historia así como la proclamación del triunfo del liberalismo que hace innecesaria por inútil y antigua la concepción racionalista, obedecen a posiciones ideológicas de carácter conservador, respecto a las que sostienen que la historia es “...arma de combate para cambiar el mundo”.


III.           Importancia de la Historia como Ciencia

La historia, como lo definió el historiador español Pierre Vilar, no sólo se constituye en el estudio del  pasado (lo sucedido), sino  representa el análisis, es decir el conocimiento de los hechos realizados por los hombres; no, en  realizaciones individuales sino colectivas, factor  de suma importancia  que asigna a la historia la categoría de ciencia social.
 Asi como también en lograr ver las causas ocultas de los procesos y no tan sólo las aparentes. Al respecto Pierre Vilar mencionó: “El historiador es un físico no un experto. Busca la causa de la explosión en la fuerza expansiva de los gases, no en la cerilla del fumador”(1980:23)
Bajo esta perspectiva concebimos la historia como el proceso y el grado de evolución de las relaciones  sociales de producción  de los hombres que han devenido en el tiempo, relaciones sociales que generan la dinámica y que tienen en la contradicción entre  las clases sociales, el motor  del proceso histórico.
Al respecto Carlos Lazo nos mencionó: “ Yo defino la historia como la ciencia social que estudia el proceso de relaciones sociales que han devenido  en el tiempo. Cuando hablo de las relaciones sociales, me refiero a las relaciones de convivencia, a la vida misma. Los hombres al convivir en sociedad articulan sus vidas, acciones y pensamientos. Esta articulación en cada tiempo histórico determina una idiosincrasia de ser y vida histórico – social, que sella históricamente a los hombres y mujeres.
La historia como proceso de desarrollo social evidencia un carácter dinámico, prueba esta afirmación,  el análisis de las diversas formaciones económico sociales desarrolladas a lo largo del devenir histórico.
Bajo estos lineamientos generales podríamos mencionar que la historia entendida como ciencia es importante por que:
-       Mediante el análisis de los procesos sociales se demuestra el carácter dinámico de la sociedad  y la transitoriedad de los modelos económico sociales.
No existe modelo económico social  eterno e inmutable como hoy pretenden hacernos creer  los defensores del sistema capitalista, cuando con sus postulados de haber llegado al fin de la historia, pretenden hacernos creer que el ser humano a  llegado al desarrollo final de la sociedad. Planteamiento que pretende legitimar el orden existente al negar el progreso y la dinámica social.
-       Permite demostrar el importante  papel que cumplieron y cumplen  los amplios sectores sociales, quienes son  los verdaderos gestores de las grandes transformaciones económicas, culturales, sociales, ideológicas etc, que han sucedido en el mundo. Posición contraria a quienes visualizan la historia como el estudio de los grandes hechos realizados por las individualidades, grandes figuras, individuos, y que no representan a los verdaderos gestores de la historia.
-       Permite acercanos de manera  objetiva a la realidad concreta  a los problemas  que depara el momento histórico en el que nos desarrollamos.
De esta manera el análisis histórico permite formar en nosotros  una conciencia social que nos explique  las relaciones de explotación y las luchas de liberación emprendidas por  los pueblos en el devenir de la historia. La historia como ciencia vincula al hombre con su momento histórico responde a los problemas de su momento histórico social y no esta desvinculado de la realidad concreta como hoy pretenden  hacernos creer.
-       Forma en nosotros  una conciencia social en los niveles del “en sí” y el “para si”.
Es decir  no sólo permite reconocernos dentro de un sector social sino también  brinda  los elementos para poder ser portadores de una conciencia libre de prejuicios, y observar   la  humanidad dentro de un sentido más universal, humano y  solidario, aportando para la construcción de un mundo en beneficio de los más y no en función de unos cuantos.
El historiador como agente cognoscente es decir sujeto que pretende captar la realidad comprenderla analizarla y describirla, pero desde una óptica contemplativa sino de transformación concreta de la realidad es decir conocer para trasformar cumple un papel importante en la sociedad.
En primer termino el historiador como sujeto cognoscente y miembro de una clase social responde a los intereses de las respectivas clases sociales de donde proviene o con las que se identifica así en una sociedad escindida en clases sociales; unos se identificaran con los sectores sociales dominantes y se convertirán en los defensores del régimen que defiende el estatuo quo de la sociedad harán suyos sus principios y defenderán la sociedad vigente como la sociedad ideal y a lo sumo estarán dispuestos a algunas reformas que no cuestione su posición dentro de la estructura social.
El segundo grupo, estará conformado por los historiadores que conscientes de su procedencia social y del papel que les toca jugar en su momento histórico harán suyas las demandas y requerimientos de los grupos sociales dominados y verán en ellos a los gestores del proceso  y desarrollo histórico verán a estos grupos sociales como las clases que hacen la historia que están generando la dinámica social con sus lucha constantes y cotidianas y conjuntamente con ellas  intentaran contribuir con sus análisis a desentrañar las causas de sus derrotas y victorias en sus luchas buscando crear una conciencia histórica que los libere de la historia tradicional que busca marginarlos de la historia y desidentificarlos no haciéndolos participes de los grandes cambios de la sociedad.
LA OBJETIVIDAD EN LA HISTORIA
 La historia como menciona Josep Fontana (1982)(13) desde sus comienzos siempre a tenido una función social, legitimar el orden establecido, pero a lo largo de su devenir y producto de la dinámica social y las leyes que la rigen, la historia ha ido adquiriendo una obligación social, no se constituye más, en un mero academicismo de sólo un grupo de especialistas, que discuten y son los dueños de la verdad, la historia ciencia debe estar al servicio de la sociedad y sus mayorías, y servir para analizar, descubrir y señalar las causas de la explotación de los mas en manos de los menos.
La historia ciencia, integrante de las llamadas ciencias sociales, se desarrolla al interior de un orden económico social, al respecto Lenin  mencionó: “....en una sociedad erigida sobre la lucha de las clases no puede haber una ciencia social “imparcial”. De un modo o de otro toda ciencia oficial defiende la esclavitud asalariada...”. Planteamiento que refleja una realidad concreta, las ciencias sociales erigidas en una sociedad dividida en clases responden a ese orden o estructura social.  O sirven para mantener el orden existente en una clara opción estatista o reformista o se sirve al cambio como diría Efraín Morote (1983:6)  “... se trabaja para zurcir o recoser ese orden, sin comprometer su esencia, o se trabaja para poner el mundo al revés”.
El historiador que asuma como ciencia la historia, tiene la obligación de analizar a los hombres en concretos en sus relaciones sociales con otros hombres(14), no a los individuos ni al hombre aislado de su base económico social, el análisis de la historia ciencia, logra comprender el desarrollo de los fenómenos sociales, estudiándolos en su dinámica interna y sus relaciones con la realidad que la rodea, dado que  cualquier fenómeno social no se desarrolla aislado de una realidad concreta, una formación económico social, una forma de producir etc.
De esta manera  resulta absurdo analizar por ejemplo la vida cotidiana, las llamadas mentalidades, si es que antes no se ha logrado entender la dinámica económico social donde los hombres se desarrollan, es decir la base concreta, el llamado ser social(15)[1], aquel concepto sustancial para entender las manifestaciones restantes del hombre, su política, su religiosidad, etc.
Un análisis que prescinda de la base económico social en la que se desarrollan los hombres, o contiene un análisis fragmentado o en su defecto esta buscando la mera descripción de aspectos aislados de la totalidad y pretendería desvincular al hombre de la realidad.
Es deber del historiador analizar los fenómenos sociales por tanto en su dialéctica interna y externa. Analizarlos en sus relaciones con otros procesos y fenómenos y considerarlos como parte del devenir histórico en interconexión con otros fenómenos sociales.
La pretendida objetividad difundida y defendida por “un grupo de intelectuales” que intentan desconocer el carácter de ciencia a la historia, pretendiendo vendernos la idea de que la historia es una forma de literatura donde el historiador nunca llega a conocer la realidad y recrea a su libre imaginación el pasado.
Su pretendida historia objetiva carente de ideología y que ahora, aborda nuevos temas como el género, mentalidades, y análisis de discursos reduciéndolo como menciona Fontana al plano formal; obedecen a  pretensiones de reducir el análisis histórico “a la mera descripción, al mero relato....separan las premisas formuladas por el hombre de su propio pensamiento, el leguaje del pensamiento. Manipulando el análisis aristotélico, elevan el lenguaje a la dimensión ontológica, independientemente del pensamiento del hombre que los formuló, pues es evidente que una premisa  es planteada por un hombre histórico y socialmente determinado”
Alejan de la realidad el análisis, y esto obedece a una apuesta por alejar al hombre de su base concreta alejarlo de sus problemas reales para reducirlo al análisis semántico y lingüístico. Y la intención es exprofesa,  pretenden vendernos una historia sin conflicto como si la lucha de clases fuera un hecho inexistente en la historia, postulando que esta nueva forma de hacer historia es objetiva, dado que la otra es ideologizada, sin embargo, su visión de historia al desconocer el conflicto desconoce una ley de la historia -la ley de la contradicción-, expresada en la denominada  lucha de clases, concepto que refleja  la contradicción  que se produce entre dos clases antagónicas cuando luchan por sus intereses de clase, y  que se expresa en la lucha económica, cuando un obrero se enfrenta a la patronal por mejores condiciones de vida, la lucha ideológica al nivel de los planteamientos que legitiman el orden existente o lo cuestionan, y la lucha política al nivel de la estructura política cuando una clase lucha por obtener  el poder político.

Pretender obviar o desconocer un  aspecto tan sustancial del proceso histórico insertado en el devenir y que genera la dinámica social como pretenden los “novísimos” planteamientos obedecen a posturas que buscan legitimar el orden existente y quitarle a la historia su carácter de ciencia y reducirla a una disciplina que no contribuya a la transformación social.

IV.          Reflexiones Finales
La historia concebida como ciencia juega un papel capital en estos momentos en el devenir del proceso histórico, pues sus análisis y sus planteamientos deben servir a la sociedad a las grandes mayorías que son las gestoras de la historia. Allí radica la función subversiva de la historia, tan temidas por los defensores de un sistema que se pretende hegemónico y único, y desconoce el carácter dinámico de la historia.
La tan difundida  “imparcialidad y neutralidad” en los análisis de los novísimos planteamientos en la teoría (planteamientos posmodernos) y filosofía de la historia  sólo expresan una visión idealista encubierta que pretende negar el carácter dinámico de la historia y busca alejar a la historia ciencia de los problemas reales y concretos, cumpliendo una clara función conciente o inconcientemente, legitimar el orden existente, un sistema económico que evidencia ser excluyente para las grandes mayorías. Por tanto planteamientos de moda como la tan llamada posmodernidad han cumplido durante estas décadas ese papel de sostenedoras del sistema hegemónico capitalista.


NOTAS


(1)               Durante los años 90 en el plano de la historia proliferaron planteamientos idealistas, conservadores que volvieron a la descripción al relato y renunciaron al análisis y la búsqueda de las causas estructurales, en un claro intento por relativizar la historia y alejarla del estatus de ciencia social.
(2)             Canales Miguel (2005) menciona que esta forma de historia estaría:  “ ..renunciando por completo a ese “aguijoncito” que impulsa al hombre a buscar los fundamentos últimos de todo quehacer histórico, una renuncia, por asi decirlo, a la historia como tal, una sustitución de la historia por el relato, una renuncia a la metafísica de la historia” (p. 8).
(3)          Surge así en el discurso y la practica histórica el nacimiento y la extensión del llamado pensamiento posmoderno termino que aparece en el campo de la crítica literaria y artística en los años 70 en los Estados Unidos y se aplica posteriormente en el  campo de la filosofía  en el titulo de la obra  de Jean -Francois Lyotard.
(4)        Entendemos este concepto como el cambio brusco en el curso de los acontecimiento tanto en sentido favorable como adversa.
(5)           Conviene señalar que la  “crisis de la historia”  como disciplina científica forma parte del intento de cuestionamiento por parte de una moda que se pretende constituir en novedoso planteamiento que en el fondo busca desligar a la historia de la ciencia y de su función social (analizar y problematizar, situaciones concretas en beneficio de la humanidad).
(6)           En un intento de reducción “..al mero análisis lingüístico, o su equivalente en la historia, a la mera descripción, al mero relato...es decir, separan las premisas formuladas por el hombre de su propio pensamiento, el lenguaje del pensamiento. Manipulando el análisis aristotélico, elevan el lenguaje a la dimensión ontológica, independiente del pensamiento del hombre que los formulo, pues es evidente que una premisa es planteada por un hombre histórico y socialmente determinado ( Canales 2005- Diciembre).

(7)         En su texto Arqueología del Saber (1997) “ el tema  y la posibilidad de una historia global comienzan a borrase, y se ve esbozarse los lineamientos, muy distintos, de lo que se podría llamar una historia general”.

(8)        Al respecto era común verlos“...  vagando como almas en pena, buscando un nuevo arrimo sin encontrar otro catecismo equivalente, que les devuelva la vieja confianza y la perdida alegría” (Fontana, 1992).

(9)       Nos referimos a los que asumen el marxismo desde una perspectiva mecánica o en un claro reduccionismo economicista.

(10)           Fontana (Ibid) menciona que el recuperar para la ciencia histórica el campo de las ideas, sentimientos y cultura no deben conducir a sostener que lo que conviene hacer ahora es  “... hacer de las representaciones mentales el motor fundamental de la historia”. Es decir, caer en el error del enfoque mecanicista, ya superado.

(11)           Canales ( 2005 – Octubre – Noviembre)  menciona que son expresión de la ideología dominante cada uno de los mitos creados en nuestra sociedad, como el de “somos un país en visas de desarrollo”, para cubrir el sistema de explotación; la idea del amor fraternal cristiano, que legitiman el orden establecido.

(12)           Francis Fukuyama “ difundía desesperadamente “el fin de la historia”, señalando que sobre el sistema democrático tal como ahora lo conocemos, no puede haber cambio posible, que la humanidad había llegado a algo asi como lo absoluto y que, en consecuencia, todo intento de cambio estaba fuera de lugar” ( Canales 2005: Diciembre).

(13)           Josep Fontana, Historia. Análisis del pasado Proyecto Social. Menciona que a lo largo del proceso histórico la historia a pretendido presentarse con la apariencia de una narración objetiva de acontecimientos concretos, pero que sirvieron para legitimar el orden existente.

(14)           En este sentido reafirmamos la vigencia del denominado Principio de Identificación, postulado por Efraín Morote Best (1984:8), cuando refiere “ Cada científico social se identifica con las aspiraciones de alguna  de las clases en las que la sociedad se halla dividida y por consiguiente, tiene que identificarse con las aspiraciones de estatismo, de reforma o de cambio, que animan a esas clases”.

(15)           El ser Social en   el plano de la filosofía de la historia hace referencia al elemento que genera la existencia de nuestra sociedad y su desarrollo, el llamado principio de las cosas de todo lo existente.



BIBLIOGRAFIA



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2005                    A Propósito del Criterio de la Verdad. En Vórtice, Revista de Ciencia, Política y Arte. Diciembre 2005 – Enero 2006, Lima – Perú.
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miércoles, 9 de junio de 2010

LA REVOLUCIÓN BURGUESA FRANCESA Y LA RESTAURACIÓN MONÁRQUICA: A PROPOSITO DEL 220 ANIVERSARIO DE LA REVOLUCION FRANCESA

“Las revoluciones de 1648 y de 1789 no fueron revoluciones ni inglesa, ni francesa; fueron revoluciones de estilo europeo…En ellas había triunfado la burguesía; pero la victoria de la burguesía significaba entonces el triunfo de un nuevo régimen social, el triunfo de la propiedad burguesa sobre la propiedad feudal, de la nación sobre el provincialismo, de la concurrencia sobre los gremios, de la partición sobre el mayorazgo, del sometimiento de la tierra al propietario sobre el sometimiento del propietario a la tierra, de la ilustración sobre la superstición, de la familia sobre el linaje, de la industria sobre la pereza heroica, del derecho burgués sobre los privilegios medievales…Esas revoluciones expresaban mucho más las necesidades del mundo de entonces que las necesidades de aquellas partes del mundo en que se habían desarrollado, es decir, de Inglaterra y Francia”. (Karl Marx)
http://www.rebanadasderealidad.com.ar/vortice-09-10.htm


Alberto Rivera
(betorh58@hotmail.com)

La Revolución Francesa llevó a la burguesía al control y dominio del Estado, mediante un proceso violento que puso fin al régimen señorial y reiteró al mundo cual era la perspectiva y hacia donde se encaminaba la humanidad.

La revolución Francesa, marcó el hito más desarrollado de la Era de la Revolución Occidental (1770 – 1848), donde la burguesía conquistó el poder político en varios estados europeos instaurándose definitivamente y conjurando incluso contrarrevoluciones como en el caso francés, donde la restauración monárquica de 1815 a 1830 pretendió hacer retroceder la historia, restableciendo el Antiguo Régimen.

Para comprender la historia universal, debemos tener un método de estudio, el que proponemos implica visualizar la historia como un proceso en auto movimiento necesario y donde no puede llegarse a comprender a cabalidad ningún hecho histórico sino captamos como la contradicción se va desenvolvimiento en el hecho. Este método es el materialismo histórico, el cual consiste en abordar los problemas en todas su implicancias y visualizando la sociedad en su movimiento, sólo así captaremos la realidad concreta a partir del análisis y síntesis.

Cuando se analiza la Revolución Francesa, es necesario tener en cuenta todas las implicancias, ya que ningún hecho social se encuentra aislado, por ello debemos desagregarlo en sus múltiples relaciones para poder llegar al nivel último del conocimiento, la comprensión, es decir sacar síntesis del proceso; que acertado fue enseñarnos “El análisis nos permite desmenuzar, separar elementos para lograr una mejor comprensión…la síntesis, ésta es la que nos permite comprender la esencia del conocimiento..”.

Al estudiar la Revolución Francesa, muchos jóvenes estudiantes intentan memorizar las etapas (Monarquía, República e Imperio Napoleónico) y el gran conjunto de hechos que se suceden durante toda la revolución. Nosotros planteamos que para llegar a comprender y sacar síntesis y lección de la revolución Francesa, es necesario encontrar cual es la contradicción principal, que se desarrolla al interior de la sociedad francesa de fines del siglo XVIII y cómo se expresa esta contradicción. Y para ello tomaremos una cita del historiador francés Albert Soboul quien mencionó “En Francia, en la segunda mitad del siglo XVIII, el desarrollo de la economía capitalista, sobre cuya base se había edificado el poder de la burguesía, se veía frenado por los marcos feudales de la sociedad, por la organización tradicional y reglamentaria de la propiedad, de la producción y de los intercambios. Había que romper esas cadenas...” (Albert Soboul).

Encontramos, por tanto, que la burguesía venía desarrollando nuevas formas de producción, las cuales encontraban en las viejas formas, trabas para su desarrollo, ante ello no quedaba otra opción a la burguesía que barrer esas formas antiguas de producción, obstáculos para su desarrollo hacia el sistema capitalista.

Para el siglo XVIII en Francia, la principal contradicción en momentos previos a la revolución francesa fue: Pueblo – Antiguo Régimen y dentro del pueblo ocupó un lugar dirigente, un sector social altamente politizado y con todo un desarrollo como clase, la burguesía, sector social que en otros lugares del orbe ya había demostrado su papel de sepulturera del Antiguo Régimen.

La revolución Francesa, significó la toma del poder político y la aplicación de toda una política que llevó a la burguesía al control absoluto del poder estatal, para desarrollar un capitalismo que “…exigía la libertad por que la necesitaba para asegurar su desarrollo. La Libertad en todas sus formas: libertad de la persona, condición del asalariado, libertad de los bienes, condición de su movilidad, libertad de la mente, condición de la investigación y de los descubrimientos técnicos y científicos” (Soboul 1981:14).

Los numerosos conflictos internacionales en los que había estado implicado el régimen francés desde el siglo XVI, provocaron una militarización del régimen, garantía de su poderío político en el ámbito internacional, frente a ello, la necesidad de garantizar una fuerte recaudación de dinero en las arcas estatales llevaron al establecimiento de una política tributaria basada en la recaudación principalmente del pueblo.

A comienzo del siglo XVIII Francia era caracterizada como una sociedad donde las clases sociales, presentaban una característica, era estamental, con profundas desigualdades, y una desproporción abismal en la distribución de la renta nacional y en la política tributaria. No fue la pobreza lo que llevó al pueblo francés a levantarse contra el antiguo régimen, sino los altos niveles de desigualdad en la distribución de la riqueza.

La burguesía francesa en alianza con los sectores populares (campesinos y artesanos y demás sectores populares) a quienes direccionó y subordinó en función de sus intereses, tuvo como objetivo, tomar las riendas del estado francés, para barrer el Antiguo Régimen e instaurar un gobierno que respondiera a sus intereses de clase.

Y como toda revolución debe ser entendida como un proceso, comprender ello nos lleva a un problema: el de los proceso de los sistema sociales, cómo surgen y cómo se hunden. Pero no se reduce el análisis, a la formación y el colapso de un sistema social, sino debemos hoy más que nunca analizar y reflexionar sobre la contradicción restauración – contra restauración, ley que expresa cómo se estabiliza y consolida una clase en el poder. Cómo se expresó en el proceso histórico estos momentos de restauración de contrarrevolución, períodos en que pareció que se estaba volviendo nuevamente a las formas antiguas, pero cuando las masas han vislumbrado el porvenir, el proceso revolucionario marcha irremediablemente hacia su triunfo final.

En esta perspectiva debemos entender los actuales momentos de restauración del régimen capitalista, como momentos transitorios en la marcha irremediable de la historia hacia una sociedad donde el ser humano sea el verdadero protagonista, una sociedad sin explotación para las inmensas mayorías.

En este sentido nos reafirmamos en que el imperialismo marcha en inexorable y lenta agonía, y lo prueban cada una de las crisis que a su interior se van produciendo y cómo a medida que trascurren los años, las desigualdades sociales se van acentuando, generando un abismo entre los que tienen todo y los que no tienen nada.

La burguesía revolucionaria en el siglo XVIII apeló a la violencia revolucionaria para imponer su modelo económico y político, hoy la gran burguesía se escandaliza del empleo de la violencia revolucionaria en diferentes lugares del mundo, que buscan transformar la realidad económica social hacia un sistema justo para las inmensas mayorías. Y aplica penas (Derecho Penal del Enemigo), como las aplicó el Antiguo Régimen con sus enemigos políticos sólo por el hecho de haber intentado transformar la realidad existente, parece olvidar que su clase llegó al poder aplicando ese mismo principio que hoy condena. La defensa de los derechos fundamentales y el derecho a la felicidad del pueblo.

La contradicción restauración – contra restauración, podemos encontrarlo en el análisis de la Revolución Francesa, ya que este proceso no acabó con la triunfante Revolución de 1789 -1815, sino que la clase burguesa tuvo que defender su conquista, incluso momentáneamente ser derrotada, con la contrarrevolución triunfante en 1815 y la vuelta de la monarquía. La burguesía francesa había conquistado el poder, y con la experiencia de una revolución en sus hombros tuvo que esperar la coyuntura propicia (la política reaccionaria de Carlos X) en 1830 para establecer nuevamente banderas reivindicativas y dirigir junto al pueblo un nuevo proceso esta vez en defensa de la libertad de prensa y de derecho a elecciones, en las célebres “tres jornadas gloriosas” (27,28 y 29 de julio), tomando el control de toda la ciudad de París y logrando la abdicación del rey y el establecimiento de una monarquía limitada representada por Luis Felipe, duque de Orleans, quien el 9 de agosto fue proclamado rey de Francia con el nombre de Luis Felipe I.

Sin embargo aún la burguesía francesa tenía preparada otra jornada (febrero de 1848), con la experiencia de dos revoluciones y un mayor nivel político, levantando banderas de carácter liberal democrático (exigieron el voto universal) y nacionalista, la burguesía reclamó un gobierno constitucional y representativo y apoyado por trabajadores y campesinos logró derrocar a Luis Felipe Orleans y proclamar la II República. De esta manera la restauración monárquica marcó sólo un periodo transitorio en la obtención final del poder por parte de la burguesía.

En este mismo sentido debemos reparar que las restauraciones o las contrarrevoluciones sólo son periodos transitorios en la marcha de la historia hacia una transformación social que busque el beneficio de las inmensas mayorías de los pueblos del mundo.

A MANERA DE CONCLUSIÓN

La contradicción restauración – contra restauración se presenta en el proceso histórico, y llama a la reflexión, sobre todo para responder a quienes en su intento de ver las cosas estáticas y no permitir el desarrolló de la ciencia, niegan explícita e implícitamente el carácter dinámico del proceso social.

La restauración del capitalismo en el mundo actualmente se desarrolla dentro de “la globalización”, que no es otra cosa que el imperialismo de finales del siglo XX; el cual se desarrolla en un contexto de ofensiva ideológica, buscando imponer su modelo económico y de sociedad al mundo, para ello busca acabar con modelos alternos al hegemónico, utilizando para ello la vía pacífica a través de sus Tratados de Libre Comercio y demás tratados comerciales y la vía violenta a través de la invasión y agresión a los pueblos como es el caso de Afganistán, Irak, Yugoslavia, etc.

Por ello rechazamos los planteamientos de moda en la actualidad, denominados posmodernos, “planteamientos que pretenden presentarse como novísimos” y “carentes de carga ideológica”, y demostramos en la práctica social, que la ideología que los impulsa es propia de una visión colonizadora, que resalta el individualismo, glorificando y propiciando el éxito personal, individual sobre el colectivo, todo ello para no tener mayor obstáculo en su avance hacia la implementación de un neoliberalismo depredador propio del periodo imperialista en el que nos desarrollamos cuya base es el fundamentalismo de mercado.